jueves, 2 de noviembre de 2017

La Bitácora del Puerto nº 53


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   La bitácora del Puerto              
Un servicio digital de la Editorial Puerto Libro editorialpuertolibro@gmail.com
 AÑO  VI – Nº 53 – noviembre  de 2017
Capitán a cargo de la bitácora: Eduardo Juan Foutel  - Blog: foutelej.blogspot.com

Los capitanes en su cuaderno de bitácora, permanentemente, dejan debida constancia de todos aquellos acontecimientos que, de una forma u otra, modifican la rutina diaria. En esta Carpeta de Bitácora –desde este Puerto- trataremos de ir dejando nota de aquellos hombres  o mujeres de letras que entendemos son dignas de ser destacados.
Hoy, la figura insoslayable es nada menos que William Faulkner


   
William Faulkner Premio Nobel
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Información personal
Nombre de nacimiento
William Cuthbert Faulkner
Nacimiento
25 de septiembre de 1897
New AlbanyMisisipiEstados Unidos
Fallecimiento
6 de julio de 1962
(64 años)
Byhalia, Misisipi, Estados Unidos
Causa de muerte
Nacionalidad
Familia
Cónyuge
Estelle Oldham (1929-1962)
Educación
Alma máter
·         Universidad de Virginia
·         Universidad de Misisipi (maestría en ciencias) Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación
Años activo
Género
Obras notables
Miembro de
Distinciones
·         Premio Nobel de Literatura (1949)
·         Premio Nacional del Libro de Ficción (1955)

·         Premio Nacional del Libro (1951)
·         Premio Pulitzer de Ficción (1955) Ver y modificar los datos en Wikidata



William Faulkner /ˈfɔːlknɚ/ (nacido William Cuthbert FalknerNew AlbanyMisisipi25 de septiembre de 1897 - Byhalia6 de julio de 1962) fue un narrador y poetaestadounidense. En sus obras destacan el drama psicológico y la profundidad emocional, utilizó para ello una larga y serpenteada prosa, además de un léxico meticuloso. Ganador del Nobel de Literatura de 1949.
Fue considerado rival estilístico de Ernest Hemingway (sus largas frases contrastaban con las cortas de Hemingway) y es considerado uno de los principales modernista estadounidenses de la década de 1930, siguiendo la tradición experimental de escritores europeos como James JoyceVirginia WoolfMarcel Proust y Franz Kafka y conocido por su uso de técnicas literarias innovadoras, como el monólogo interior, la inclusión de múltiples narradores o puntos de vista y los saltos en el tiempo dentro de la narración.
Su influencia es notoria en la generación de escritores hispanoamericanos de la segunda mitad del siglo XXGarcía Márquez en su Vivir para contarla y Vargas Llosa en El pez en el agua admiten su influencia en la narrativa.1
Biografía
Nació en New Albany, Misisipi, aunque se crió en las cercanías de Oxford, lugar al que se trasladó la familia en 1902. Era el mayor de cuatro hermanos de una familia tradicional sureña formada por Murry Cuthbert Falkner (1870-1932) y Maud Butler (1871-1960). Estuvo muy influido por su estado natal, así como por el ambiente general del Sur. Misisipi marcó su sentido del humor y mantuvo una fuerte presencia a lo largo de toda su obra, en la que el carácter típico sureño, fue una constante, y que junto a la atemporalidad de sus temas, marcarían la base de todas sus recreaciones literarias.
En 1915 dejó los estudios y empezó a trabajar en el banco de su abuelo. Durante la I Guerra Mundial ingresó como piloto de la RAF (Real Fuerza Aérea Británica). Cuando regresó a su ciudad, entró como veterano en la Universidad de Misisipi, aunque volvió a abandonar los estudios: esta vez fue para dedicarse a escribir. Durante esa época realizó trabajos como pintor de techos, o cartero en la Universidad de Misisipi (de donde lo echaron por su costumbre de leer revistas antes de entregarlas), y publicó su primer y único libro de poemas: The Marble Faun (1924).
A partir de 1921 Faulkner trabajó como periodista en Nueva Orleans y conoció al escritor de cuentos estadounidense Sherwood Anderson, que le ayudó a encontrar un editor para su primera novela, La paga de los soldados (1926).
Pasó una temporada de viaje por Europa y a su regreso comenzó a escribir una serie de novelas ambientadas en el condado ficticio de Yoknapatawpha (inspirado en el condado de Lafayette, Misisipi), donde transcurren gran parte de sus escritos, y del cual hace una descripción geográfica y traza un mapa en ¡Absalón, Absalón! (1936). Allí puso a vivir a 6298 blancos y 9313 negros, como pretexto para presentar personajes característicos del grupo sudista arruinado del cual era arquetipo su propia familia. La primera de estas novelas es Sartoris (1929), en la que identificó al coronel Sartoris con su propio bisabuelo, William Cuthbert Faulkner, soldado, político, constructor ferroviario y escritor. Después aparece El ruido y la furia (1929), que confirmó su madurez creativa y da comienzo a su etapa más fértil desde el punto de vista artístico.
En general, la crítica identifica El ruido y la furiaMientras agonizo (1930), Luz de agosto (1932), ¡Absalón, Absalón! y El villorrio (1940) como sus novelas más importantes. El periodo más inspirado de la obra de Faulkner se cierra con la colección de cuentos Desciende, Moisés (1942), que incluye una de sus máximas creaciones, el cuento largo "El oso".
En 1929 contrajo matrimonio con Estelle Oldham, decidió establecer su casa y fijar su residencia literaria en el pequeño pueblo de Oxford.
A pesar de la buena aceptación de los lectores de sus obras, tan sólo se vendió bien Santuario (1931). Sus temas del mal y la corrupción continúan siendo relevantes en la actualidad. La secuela del libro, Requiem for a Nun, es la única obra de teatro que publicó. La introducción es una única frase que abarca unas cuantas páginas. Debido al éxito de Santuario logró trabajo, bastante más lucrativo, como guionista de Hollywood.
En 1946 el crítico Malcolm Cowley, preocupado porque Faulkner era poco conocido y apreciado, publicó The Portable Faulkner, libro que reúne extractos de sus novelas en una secuencia cronológica.
Es considerado uno de los creadores de ficción más importantes de las letras del siglo XX, a la altura de Jorge Luis BorgesMarcel ProustFranz Kafka y James Joyce. Su influencia en la literatura radica tanto en aspectos técnicos (como su desarrollo del monólogo interior, el multiperspectivismo, la oralidad de la narración, un manejo no cronológico del tiempo en el relato) como temáticos (la decadencia de una familia, el fracaso, la creación de un territorio de ficción propio en el que radicar un ciclo de relatos, la obsesión con la historia, la combinación de localismo y universalidad). Faulkner influiría en gran medida en autores posteriores en español, como Juan RulfoJuan Carlos OnettiJuan BenetGabriel García MárquezMario Vargas LlosaJuan José Saer y Jorge Luis Borges (traductor de Las palmeras salvajes al castellano).
Faulkner, que arrastró problemas con el alcohol durante gran parte de su vida, siguió escribiendo tanto novelas como cuentos hasta su muerte en Byhalia, el 6 de julio de 1962, a causa de un infarto de miocardio. Sus restos están inhumados en el Oxford Memorial Cemetery, en Oxford, en el sepulcro familiar.

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Premios
·         En 1949, ganó el Premio Nobel de Literatura;
·         En 1955, recibió el premio Pulitzer por su novela Una fábula;
·         En 1963, recibió el premio Pulitzer por su novela Los rateros y El National Book Award (póstumo) por sus Collected Stories.

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Obra
Novelas
·         La paga de los soldados (Soldiers' Pay,Requiem for a Nun 1926)
·         Mosquitos (Mosquitoes, 1927)
·         Sartoris (1929). Su primera versión sin cortes, Banderas sobre el polvo fue publicada en 1973.
·         El ruido y la furia (The Sound and the Fury, 1929)
·         Mientras agonizo (As I Lay Dying, 1930)
·         Santuario (Sanctuary, 1931)
·         Luz de agosto (Light in August, 1932)
·         Pilón (Pylon, 1935)
·         ¡Absalón, Absalón! (Absalom, Absalom!, 1936)
·         Los invictos (The Unvanquished, 1938)
·         Las palmeras salvajes (The wild palms - If I Forget Thee Jerusalem, 1939)
·         El villorrio, (The Hamlet, 1940)
·         Desciende, Moisés (Go Down, Moses, 1942)
·         Intruso en el polvo (Intruder in the Dust, 1948)
·         Réquiem para una mujer (Requiem for a Nun, 1951).
·         Una fábula (A Fable, 1954)
·         La ciudad (The Town, 1957)
·         La mansión (The Mansion, 1959)
·         La escapada o Los rateros (The Reivers, 1962)

Colecciones de relatos
·         Estos trece (1931)
·         Doctor Martino y otras historias (1934)
·         Gambito de caballo (1949)
·         Cuentos reunidos (1950)
·         Grandes bosques (1955)
·         Historias de Nueva Orleans (1958)
·         Cuentos no reunidos de William Faulkner (1979). Publicado bajo el impreciso nombre de Relatos por la editorial Anagrama.

Relatos
·         "Landing in Luck" (ll" (1922)
·         "New Orleans"
·         "Mirrors of Chartres Street" (1925)
·         "Damon and Pythias Unlimited" (1925)
·         "Jealousy" (1925)
·         "Cheest" (1925)
·         "Out of Nazareth" (1925)
·         "The Kingdom of God" (1925)
·         "The Rosary" (1925)
·         "The Cobbler" (1925)
·         "Chance" (1925)
·         "Sunset" (1925)
·         "The Kid Learns" (1925)
·         "The Liar" (1925)
·         "Home" (1925)
·         "Episode" (1925)
·         "Country Mice" (1925)
·         "Yo Ho and Two Bottles of Rum" (1925)
·         "Music - Sweeter than the Angels Sing"
·         "Una rosa para Emily" (A Rose for Emily, 1930)
·         "Honor" (1930)
·         "Thrift" (1930)
·         "Red Leaves" (1930)
·         "Ad Astra" (1931)
·         "Dry September" (1931)
·         "That Evening Sun" (1931)
·         "Hair" (1931)
·         "Spotted Horses" (1931)
·         "The Hound" (1931)
·         "Fox Hunt" (1931)
·         Carcassonne (1931)
·         "Divorce in Naples" (1931)
·         "Victory" (1931)
·         "All the Dead Pilots" (1931)
·         "Crevasse" (1931)
·         "Mistral" (1931)
·         "A Justice" (1931)
·         "Dr. Martino" (1931)
·         "Idyll in the Desert" (1931)
·         "Miss Zilphia Gant" (1932)
·         "Death Drag" (1932)
·         "Centaur in Brass" (1932)
·         "Once Aboard the Lugger (I)" (1932)
·         "Lizards in Jamshyd's Courtyard" (1932)
·         "Turnabout" (1932)
·         "Smoke" (1932)
·         "Mountain Victory" (1932)
·         "There Was a Queen" (1933)
·         "Artist at Home" (1933)
·         "Beyond" (1933)
·         "Elly" (1934)
·         "Pennsylvania Station" (1934)
·         "Wash" (1934)
·         "A Bear Hunt" (1934)
·         "The Leg" (1934)
·         "Black Music" (1934)
·         "Mule in the Yard" (1934)
·         "Ambuscade" (1934)
·         "Retreat" (1934)
·         "Lo!" (1934)
·         "Raid" (1934)
·         "Skirmish at Sartoris" (1935)
·         "Golden Land" (1935)
·         "That Will Be Fine" (1935)
·         "Uncle Willy" (1935)
·         "Lion" (1935)
·         "The Brooch" (1936)
·         "Two Dollar Wife" (1936)
·         "Fool About a Horse" (1936)
·         "The Unvanquished" (1936)
·         "Vendee" (1936)
·         "Monk" (1937)
·         "Barn Burning" (1939)
·         "Hand Upon the Waters" (1939)
·         "A Point of Law" (1940)
·         "The Old People" (1940)
·         "Pantaloon in Black" (1940)
·         "Gold Is Not Always" (1940)
·         "Tomorrow" (1940)
·         "Go Down, Moses" (1941)
·         "The Tall Men" (1941)
·         "Two Soldiers" (1942)
·         "Delta Autumn" (1942)
·         "The Bear" (1942)
·         "Afternoon of a Cow" (1943)
·         "Shingles for the Lord" (1943)
·         "My Grandmother Millard and General Bedford Forrest and the Battle of Harrykin Creek" (1943)
·         "Shall Not Perish" (1943)
·         "Appendix, Compson, 1699-1945" (1946)
·         "An Error in Chemistry" (1946)
·         "A Courtship" (1948)
·         "Gambito de caballo" (Knight's Horses 1949)
·         "A Name for the City" (1950)
·         "Notes on a Horsethief" (1951)
·         "Mississippi" (1954)
·         "Sepulture South: Gaslight" (1954)
·         "Race at Morning" (1955)
·         "By the People" (1955)
·         "Hell Creek Crossing" (1962)
·         "Mr. Acarius" (1965)
·         "The Wishing Tree" (1967)
·         "Al Jackson" (1971)
·         "And Now What's To Do" (1973)
·         "Nympholepsy" (1973)
·         "The Priest" (1976)
·         "Mayday" (1977)
·         "Frankie and Johnny" (1978)
·         "Don Giovanni" (1979)
·         "Peter" (1979)
·         "A Portrait of Elmer" (1979)
·         "Adolescence" (1979)
·         "Snow" (1979)
·         "Moonlight" (1979)
·         "With Caution and Dispatch" (1979)
·         "Hog Pawn" (1979)
·         "A Dangerous Man" (1979)
·         "A Return" (1979)
·         "The Big Shot" (1979)
·         "Once Aboard the Lugger (II)" (1979)
·         "Dull Tale" (1979)
·         "Evangeline" (1979)
·         "Love" (1988)
·         "Christmas Tree" (1995)
·         "Rose of Lebanon" (1995)
·         "Lucas Beauchamp" (1999)

Relato infantil
·         El árbol de los deseos (1964). Escrito en 1927 para el cumpleaños número 8 de su amiga y luego hijastra Victoria Franklin.

Colecciones de poesía
·         Vision in Spring (1921)
·         The Marble Faun (1924)
·         This Earth, a Poem (1932)
·         A Green Bough (1965)
·         Mississippi Poems (1979)
·         Helen, a Courtship and Mississippi Poems (1981)

Ensayo
·         Ensayos y discursos (2012). Recopilación publicada por la editorial española Capitan Swing.

Cartas
·         Cartas escogidas (1977)

Guiones para cine
·         Today We Live (Vivamos hoy, 1933) de Howard Hawks
·         The Road to Glory (íd., 1936) de Howard Hawks
·         Slave Ship (1937)
·         Gunga Din (íd., 1939) de George Stevens
·         To Have and Have Not (Tener y no tener, 1944) de Howard Hawks
·         The Southerner (El hombre del sur, 1945) de Jean Renoir
·         The Big Sleep (El sueño eterno, 1946) de Howard Hawks
·         Land of the Pharaohs (Tierra de faraones, 1955) de Howard Hawks

Adaptaciones al cine

En 1932 el realizador norteamericano Stephen Roberts adaptó su novela Sanctuary en un film titulado The Story of Temple Drake, en España Secuestro, protagonizado por Miriam Hopkins y Herbert Marshall. La cinta se convirtió en un pequeño clásico del drama negro de los años 30, aunque hoy en día es prácticamente imposible acceder a ella en Europa. Esta misma historia se versionó en 1961 con el británico Tony Richardson tras la cámara, y Lee RemickYves Montand y Bradford Dillman en los papeles principales.
Intruder in the dust tiene su propia traslación a la pantalla en 1949, film del veterano cineasta Clarence Brown.
The reivers fue objeto en 1969 de una versión canónica de la mano de Mark Rydell, en un drama de aventuras protagonizado por Steve McQueen y Sharon Farrell.
Barton Fink, dirigida por los hermanos Coen, presenta un guionista alcohólico de fuerte acento sureño en evidente homenaje a William Faulkner.
El sacerdote
[Cuento - Texto completo.]
William Faulkner


Había casi terminado sus estudios eclesiásticos. Mañana sería ordenado, mañana alcanzaría la unión completa y mística con el Señor que apasionadamente había deseado. Durante su estudiosa juventud había sido aleccionado para esperarla día tras día; él había tenido la esperanza de alcanzarla a través de la confesión, a través de la charla con aquellos que parecían haberla alcanzado; mediante una vida de expiación y de negación de sí mismo hasta que los fuegos terrenales que lo atormentaban se extinguieran con el tiempo. Deseaba apasionadamente la mitigación y cesación del hambre y de los apetitos de su sangre y de su carne, los cuales, según le habían enseñado, eran perniciosos: esperaba algo como el sueño, un estado que habría de alcanzar y en el cual las voces de su sangre serían aquietadas. 0, mejor aún, domeñadas. Que, cuando menos, no lo conturbaran más; un plano elevado en el que las voces se perderían, sonarían cada vez más débiles y pronto no serían sino un eco carente de sentido entre los desfiladeros y las cumbres mayestáticas de la Gloria de Dios.
Pero no lo había alcanzado. En el seminario, tras una charla con un sacerdote, solía volver a su dormitorio en un éxtasis espiritual, un estado emocional en el cual su cuerpo no era sino un letrero con un mensaje llameante que habría de agitar el mundo. Y veía aliviadas sus dudas; no albergaba duda ni tampoco pensamiento. La finalidad de la vida estaba clara: sufrir, utilizar la sangre y los huesos y la carne como medios para alcanzar la gloria eterna, algo magnífico y asombroso, siempre que se olvide que fue la historia y no la época quien creó los Savonarola y los Thomas Becket. Ser de los elegidos, pese a las hambres y las roeduras de la carne, alcanzar la unión espiritual con el Infinito, morir, ¿cómo podía compararse con esto el placer físico anhelado por su sangre?
Pero, una vez entre sus compañeros seminaristas, ¡cuán pronto olvidaba todo aquello! Los puntos de vista y la insensibilidad de sus condiscípulos eran un enigma para él. ¿Cómo podía alguien a un tiempo pertenecer y no pertenecer al mundo? Y la pavorosa duda de que acaso se estaba perdiendo algo, de que acaso, después de todo, fuera cierto que la vida se limitaba sólo a lo que uno pudiera obtener en los breves setenta años que al hombre caben. ¿Quién lo sabía? ¿Quién podía saberlo? Existía el cardenal Bembo, que vivió en Italia en una era semejante a plata, semejante a una flor imperecedera, y que creó un culto al amor más allá de la carne, esquilmado de las torturas de la carne. Pero ¿no sería esto sino una excusa, sino un paliativo a los terribles miedos y dudas? ¿No era la vida de aquel hombre apasionado y hacía tanto tiempo muerto semejante a la suya; un tejido de miedo y duda y una apasionada persecución de algo bello y excelso? Sólo que algo bello y excelso significaba para él no una Virgen sosegada por el dolor y fijada como una bendición vigilante en el cielo del oeste, sino una criatura joven y esbelta e indefensa y (en cierto modo) herida, que había sido sorprendida por la vida y utilizada y torturada; una pequeña criatura de marfil despojada de su primogénito, que alza los brazos vanamente en la tarde que declina. Para decirlo de otro modo, una mujer, con todo lo que en una mujer hay de apasionada persecución del hoy, del instante mismo; pues sabe que el mañana tal vez no llegue nunca y que sólo el hoy importa, porque el hoy es suyo. Se ha tomado una niña y se ha hecho de ella el símbolo de los viejos pesares del hombre, pensó, y también yo soy un niño despojado de su niñez.
La tarde era como una mano alzada hacia el oeste; cayó la noche, y la luna nueva se deslizó como un barco de plata por un verde mar. Se sentó sobre su catre y se quedó mirando hacia el exterior, mientras las voces de sus compañeros se iban mitigando a su pesar con la magia del crepúsculo. El mundo sonaba afuera, y se eclipsaba; tranvías y taxímetros y peatones. Sus compañeros hablaban de mujeres, de amor, y él se dijo a sí mismo: ¿Pueden estos hombres llegar a ser sacerdotes y vivir en la abnegación y en la ayuda a la humanidad? Sabía que podían, y que lo harían, lo cual era más duro. Y recordó las palabras del padre Gianotti, con quien no estaba de acuerdo:
-A través de la historia el hombre ha fomentado y creado circunstancias sobre las que no tiene control. Y lo único que podrá hacer es dar forma a las velas con las que capeará el temporal que él mismo ha provocado. Y recuerden: la única cosa que no cambia es la risa. El hombre siembra, y recoge siempre tragedia; pone en la tierra semillas que valora en mucho, que son él mismo, ¿y cuál es su cosecha? Algo acerca de lo cual no ha podido aprender nada, algo que lo supera. El hombre sabio es aquel que sabe retirarse del mundo, cualquiera que sea su vocación, y reír. Si tienes dinero, gástalo: ya no tienes dinero. Sólo la risa se renueva a sí misma como la copa de vino de la fábula.
Pero la humanidad vive en un mundo de ilusión, utiliza sus insignificantes poderes para crear en torno un lugar extraño y estrafalario. Lo hacía también él mismo, con sus afirmaciones religiosas, al igual que sus compañeros con su charla eterna sobre mujeres. Y se preguntó cuántos sacerdotes de vida casta y dedicados a aliviar el sufrimiento humano serían vírgenes, y si el hecho de la virginidad supondría alguna diferencia. Sin duda sus compañeros no eran castos; nadie que no haya tenido relación con mujeres puede hablar de ellas tan familiarmente; y sin embargo, llegarían a ser buenos sacerdotes. Era como si el hombre recibiera ciertos impulsos y deseos sin ser consultado por el autor de la donación, y el satisfacerlos o no dependiera exclusivamente de él mismo. Pero él no era capaz de decidir en tal sentido; no podía creer que los impulsos sexuales pudieran desbaratar la filosofía global de un hombre, y que sin embargo pudieran ser aquietados de ese modo. “¿Qué es lo que quieres?”, se preguntó. No lo sabía: no era tanto el deseo particular de alguna cosa cuanto el temor de perder la vida y su sentido por culpa de una frase, de unas palabras vacías, sin ningún significado. “Ciertamente, en razón de mi ministerio, deberías saber cuán poco significan las palabras”.
¿Y en caso de que hubiera algo latente, alguna respuesta al enigma del hombre al alcance de la mano pero que él no pudiera ver? “El hombre desea pocas cosas aquí abajo”, pensó. ¡Pero perder lo poco que tiene!
El pasear por las calles no hizo que viera más claro su problema. Las calles estaban llenas de mujeres: chicas que volvían del trabajo; sus cuerpos jóvenes y airosos se hacían símbolos de gracia y de belleza, de impulsos anteriores al cristianismo.“¿Cuántas de ellas tendrán amantes? -se preguntó-. Mañana me mortificaré, haré penitencia por esto mediante la oración y el sacrificio, pero ahora abrigaré estos pensamientos en los que ha tanto tiempo he deseado pensar”.
Había chicas por doquier; sus delgadas ropas daban forma a su paso en la Calle Canal. Chicas que iban a casa para almorzar -el pensamiento de la comida entre sus dientes blancos, de su placer físico al masticar y digerir los alimentos, encendió todo su ser-, para fregar en la cocina; chicas que iban a vestirse y a salir a bailar en medio de sensuales saxofones y baterías y luces de colores, que mientras duraba la juventud tomaban la vida como un coctel de una bandeja de plata; chicas que se sentaban en casa y leían libros y soñaban con amantes a lomos de caballos con arreos de plata.
“¿Es juventud lo que quiero? ¿Es la juventud que hay en mí y que clama hacia la juventud en otros seres lo que me conturba? Entonces, ¿por qué no me satisface el ejercicio, la contienda física con otros jóvenes de mi sexo? ¿0 es la Mujer, el femenino sin nombre? ¿Habrá de venirse abajo en este punto toda mi filosofía? Si uno ha venido al mundo a padecer tales compulsiones, ¿dónde está mi Iglesia, dónde esa mística unión que me ha sido prometida? ¿Y qué es lo que debo hacer: obedecer estos impulsos y pecar, o reprimirlos y verme torturado para siempre por el temor de que en cierto modo he desperdiciado mi vida en aras de la abnegación?”.
“Purificaré mi alma”, se dijo. La vida es más que eso, la salvación es más que eso. Pero oh, Dios, oh, Dios, ¡la juventud está tan presente en el mundo! Está por doquiera en los jóvenes cuerpos de chicas embotadas por el trabajo, sobre máquinas de escribir o tras mostradores de tiendas, de chicas al fin evadidas y libres que exigen la herencia de la juventud, que hacen subir sus ágiles y suaves cuerpos a los tranvías, cada una con quién sabe qué sueño. “Salvo que el hoy es el hoy, y que vale mil mañanas y mil ayeres”, exclamó.
“Oh, Dios, oh, Dios. ¡Si al menos fuera ya mañana! Entonces, seguramente, cuando haya sido ordenado y me convierta en un siervo de Dios, hallaré consuelo. Entonces sabré cómo dominar estas voces que hay en mi sangre. Oh, Dios, oh, Dios, ¡si al menos fuera ya Mañana!”
En la esquina había una expendeduría de tabaco: había hombres comprando, hombres que habían finalizado su jornada de trabajo y volvían a sus casas, donde les esperaban suculentas comidas, esposas, hijos; o a cuartos de soltero para prepararse y acudir a citas con prometidas o amantes; siempre mujeres. Y yo, también, soy un hombre: siento como ellos; yo, también, respondería a blandas compulsiones.
Dejó la Calle Canal; dejó los parpadeantes anuncios eléctricos que habrían de llenar y vaciar el crepúsculo, inexistentes a sus ojos y por lo tanto sin luz, lo mismo que los árboles son verdes únicamente cuando son mirados. Las luces llamearon y soñaron en la calle húmeda, los ágiles cuerpos de las chicas dieron forma a su apresuramiento hacia la comida y la diversión y el amor; todo quedaba a su espalda ahora; delante de él, a lo lejos, la aguja de una iglesia se alzaba como una plegaria articulada y detenida contra la noche. Y sus pisadas dijeron: “¡Mañana! ¡Mañana!”.
Ave María, deam gratiam… torre de marfil, rosa del Líbano…
                                                                                                                         
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