martes, 13 de diciembre de 2016

La Bitacora del Puerto n' 46

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La bitácora del Puerto              
Un servicio digital de la Editorial Puerto Libro editorialpuertolibro@gmail.com AÑO V– Nº 46 – diciembre de 2016
Capitán a cargo de la bitácora: Eduardo Juan Foutel  - Blog: foutelej.blogspot.com

Los capitanes en su cuaderno de bitácora, permanentemente, dejan debida constancia de todos aquellos acontecimientos que, de una forma u otra, modifican la rutina diaria. En esta Carpeta de Bitácora –desde este Puerto- trataremos de ir dejando nota de aquellos hechos que entendemos son merecedores de ser destacados.
Hoy, próximos a una nueva celebración de la Navidad, quiero dejar constancia que todos, quienes han escrito sobre el milagro de la navidad, no se han subido al trineo de Papá Noel o Santa Claus sino que para ellos el milagro tiene otro color, otra forma e incluso otros condimentos.
En este registro de bitácora anotamos a un escritor francés, tan genial como loco y tan demente que murió tempranamente en un hospital psiquiátrico.

Guy de Maupassant 


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   GUY DE MAUPASSANT - (1850-1893)

Henri René Albert Guy de Maupassant   (pronunciación en francés: /ɡid(ə) mopasɑ̃/)   nació en el seno de una adinerada familia aristócrata el 5 de agosto de 1850 en el castillo de Château de Mironesmil, Tourville-Sur-Arques, Normandía (Francia). Era hijo de Gustave de Maupassant y Laure le Poittevin, fue un escritor francés, autor principalmente de cuentos, aunque escribió seis novelas.
Existe controversia acerca del lugar exacto de su nacimiento, generada por el biógrafo fecampés Georges Normandy en 1926. Según una primera hipótesis, habría nacido en Fécamp, en el Bout-Menteux, el 5 de agosto de 1850. Según la otra hipótesis habría nacido en el castillo de Miromesnil, enTourville-sur-Arques, a ocho kilómetros de Dieppe, como establece su partida de nacimiento. No obstante, todo parece apuntar a que el auténtico lugar de nacimiento fue este último.

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                                 Guy de Maupassant                              Laure le Poittevin


Tuvo una infancia como la de cualquier muchacho de su edad, si bien su madre lo introdujo a edad temprana en el estudio de las lenguas clásicas. Su madre, Laure, siempre quiso que su hijo tomara el testigo de su hermano Alfred Le Poittevin, a la sazón íntimo amigo de Flaubert, cuya prematura muerte truncó una prometedora carrera literaria. 
Sus padres se separaron en 1862 ante las continuas infidelidades de su progenitor, quedando Guy y su hermano Hervé bajo tutela de su madre, mujer amante de la cultura que le introdujo en el mundo de la literatura.
Hervé, que siempre estuvo al cuidado de su hermano, al igual que su hijo y esposa, terminó falleciendo en un manicomio, lo mismo que hizo el propio Guy de Maupassant con posterioridad.
Su padre, Gustave de Maupassant, era un indolente que engañaba a su esposa con otras mujeres. La ruptura de sus padres influyó mucho en el joven Guy. La relación con su padre se enfriaría de tal modo que siempre se consideró un huérfano de padre. Su juventud, muy apegada a su madre, Laure Le Poittevin, se desarrolló primero en Étretat, y más adelante en Yvetot, antes de marchar al liceo en Ruan.
En 1866 Maupassant conoció al escritor inglés Algernon Charles Swinburne, quien junto a su compañero Powell introdujeron a Maupassant en un mundo sombrío lleno de alcohol y morbo, quedándose como recuerdo de ese período una mano disecada.
Masturbaciones a un mono o rituales fúnebres eran los espectáculos que Guy descubrió en las visitas al hogar de Swinburne.

Estudió en el instituto eclesiástico de Ivetot y en el Liceo de Rouen, en donde comenzó a escribir sus primeros textos. El escritor se trasladó a vivir a París con su padre tras la derrota francesa en la guerra franco-prusiana de 1870. Comenzó a estudiar Derecho, pero reveses económicos familiares y la mala relación con su padre le obligaron a dejar unos estudios que, de por sí, ya no le convencían y a trabajar como funcionario en varios ministerios, hasta que publicó en 1880 su primera gran obra, «Bola de sebo».
 Maupassant fue admirador y discípulo de Gustave Flaubert al que conoció en 1867. Flaubert, a instancias de la madre del escritor de la cual era amigo de la infancia, lo tomó bajo su protección, le abrió la puerta de algunos periódicos y le presentó a Iván Turgénev, Émile Zola y a los hermanos Goncourt. Flaubert ocupó el lugar de la figura paterna. Tanto es así, que incluso se llegó a decir en algunos mentideros parisinos que Flaubert era su padre biológic
A la vuelta del conflicto fue influenciado por Émile Zola y Gustave Flaubert, que era el ahijado del abuelo materno de Maupassant, y decidió convertirse en literato, enmarcando en este inicio su obra dentro del naturalismo.
A la par que principiaba su faceta como escritor con el seudónimo de Guy de Valmont, trabajó como funcionario en los Ministerios de Marina en primera instancia y posteriormente en el de Instrucción Pública, en donde sirvió entre 1872 y 1880.
En esa época se divertía con la compañía secreta “Crepitiens”, que formó para satisfacer sus ansias de experimentación sexual y recreo libertino, interviniendo en obras de carácter obsceno.
Renunció a sus puestos burocráticos cuando comenzó a destacar como escritor con el cuento “Bola De Sebo” (1880), al que siguieron libros importantes como su primera novela “Una Vida” (1883), “Bel-Ami” (1885), “Los Dos Hermanos” (1888), “La Mano Izquierda” (1889) o “Nuestro Corazón” (1890).
Entre sus colecciones de relatos breves, donde destaca por su maestría narrativa, incisión psicológica y tonalidad pesimista con algún rasgo satírico, sobresalen “Los Domingos De Un Burgués En París” (1880), “La Casa Tellier” (1881), “Un Día De Campo” (1881), cuento conocido también como “Un Día En el Campo”, “Mademoiselle Fifí” (1882), “El Collar” (1884), o “El Horla” (1887), abordando tanto historias dramáticas con trasfondo de conflicto franco-prusiano como eróticas o fantásticas.
Guy de Maupassant, que era epiléptico, fue ingresado en un sanatorio psiquiátrico tras padecer desequilibrio mental. Tras su carácter pesimista, misógino y misántropo, se encontraba la poderosa influencia de su mentor Gustave Flaubert y las ideas de su filósofo de cabecera,  Schopenhauer. Abominaba de cualquier atadura o vínculo social, por lo que siempre se negó a recibir la Legión de Honor o a considerarse miembro del cenáculo literario de Zola, al no querer formar parte de una escuela literaria en defensa de su total independencia. El matrimonio le horrorizaba; suya es la frase «El matrimonio es un intercambio de malos humores durante el día y de malos olores durante la noche». No obstante, pocos años después de su muerte, un periódico francés, L'Eclair, informó de la existencia de una mujer con la que habría tenido tres hijos. Identificada en ocasiones por algunos biógrafos con la "mujer de gris", personaje que aparece en las Memorias de su criado François Tassart, se llamaba Josephine Litzelmann, natural de Alsacia y, sin duda, judía. Los hijos se llamaban Honoré-Lucien, Jeanne-Lucienne y Marguerite. Si bien sus supuestos tres hijos reconocieron ser hijos del escritor, nunca desearon la publicidad que se les dio.
Atacado por graves problemas nerviosos, síntomas de demencia y pánico heredados —reflejados en varios de sus cuentos como el cuento Quién sabe, escrito ya en sus últimos años de vida— como consecuencia de la sífilis, intentó suicidarse el 1 de enero de 1892. El propio escritor lo confesó por escrito: «Tengo miedo de mí mismo, tengo miedo del miedo, pero, ante todo, tengo miedo de la espantosa confusión de mi espíritu, de mi razón, sobre la cual pierdo el dominio y a la cual turbia un miedo opaco y misterioso». Tras algunos intentos frustrados, en los que utilizó un abrecartas para degollarse, fue internado en la clínica parisina del Doctor Blanche, donde murió un año más tarde. Está enterrado en el cementerio de Montparnasse, en París.

 

Estilo literario

Maupassant está considerado uno de los más importantes escritores de la escuela naturalista, cuyo máximo pontífice fue Émile Zola, aunque a él nunca le gustó que se le atribuyese tal militancia. Es cierto que fue un fotógrafo de su tiempo y su doctrina literaria está recogida en el prólogo que escribió para su novela Pierre et Jean, donde escribió: «La menor cosa tiene algo de desconocido. Encontrémoslo. Para descubrir un fuego que arde y un árbol en una llanura, permanezcamos frente a ese fuego y a ese árbol hasta que no se parezcan, para nosotros, a ningún otro árbol ni a ningún otro fuego». Para el historiador Rafael Llopis, Maupassant, perdido en la segunda mitad del siglo XIX, se encontraba muy lejano ya del furor del Romanticismo, fue «una figura singular, casual y solitaria».
Su prosa tiene la virtud de ser sencilla pero directa, sin artificios. Sus historias, variopintas, transmiten con una fidelidad absoluta la sociedad de su época. Pero lo que más lo caracteriza es lo impersonal de su narración; jamás se involucra en la historia y se manifiesta como un ser omnisciente que se limita a describir detalladamente sus observaciones. No en vano, está considerado como uno de los mayores cuentistas de la historia de la literatura. En los últimos años de su vida, e influenciado por el éxito de Paul Bourget, abandonó el relato de costumbres o realista, para experimentar con la novela psicológica, con la que tuvo bastante éxito. Es en esta etapa donde abandona su visión impersonal para profundizar más en el alma atormentada de sus personajes, probablemente un reflejo del tormento que sufría la suya. Siempre padeciendo grandes migrañas, abusó del consumo de drogas, como la cocaína y el éter, que potenciaban más su talento natural y le proporcionaban estados alterados de conciencia que lo hacían sufrir alucinaciones y otras visiones que a la postre condicionarían su narrativa fantástica o de terror.
Fue tanta la influencia que ejerció sobre otros autores que llegó a ser uno de los más plagiados. Era admirado por Chéjov, León Tolstói, Horacio Quiroga y un largo etcétera. Pero sin duda, el autor que más lo plagió fue el italiano Gabriele D'Annunzio. En su antología de narraciones Cuentos del río Pescara  podemos encontrar historias y pasajes copiados literalmente de algunos cuentos de Maupassant. Otro de los que plagió al autor francés fue Valle Inclán, en su primer libro Femeninas,18 donde en el relatoOctavia Santino reproduce fielmente la escena final del libro de Maupassant, Fort comme la mort.

Obra

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Portadas de Bel-Ami
Su extensa obra incluye seis novelas, unos trescientos cuentos, siendo el primero, «Bola de sebo» («Boule de Suif») (1880), el más aclamado, además de seis obras de teatro, tres libros de viajes, una antología de poesía y numerosas crónicas periodísticas. Escribió bajo variosseudónimos: Joseph Prunier en 1875, Guy de Valmont en 1878 y Maufrigneuse de 1881 a 1885.
En cuanto a su narrativa corta, son especialmente destacables sus cuentos de terror, género en el que es reconocido como maestro, a la altura de Edgar Allan Poe. En estos cuentos, narrados con un estilo ágil y nervioso, repleto de exclamaciones y signos de interrogación, se echa de ver la presencia obsesiva de la muerte, el desvarío y lo sobrenatural: ¿Quién sabe?,La noche, La cabellera, La mano disecada, Mesero, una "Bock"!, El Perdón, Reina Hortensia,La aparición, El diablo o El Horla, relato perteneciente al género del horror. Según Rafael Llopis, quien cita al estudioso de lo fantástico Louis Vax, «El terror que expresa en sus cuentos es exclusivamente personal y nace en su mente enferma como presagio de su próxima desintegración. [...] Sus cuentos de miedo [...] expresan de algún modo la protesta desesperada de un hombre que siente cómo su razón se desintegra. Louis Vax establece una neta diferencia entre Mérimée y Maupassant. Este es un enfermo que expresa su angustia; aquel es un artista que imagina en frío cuentos para asustar. [...] Este temor centrípeto es centrífugo en Maupassant. "En 'El Horla' -dice Vax- hay al principio una inquietud interior, luego manifestaciones sobrenaturales reveladas solo a la víctima; por último, también el mundo que la rodea es alcanzado por sus visiones. La enfermedad del alma se convierte en putrefacción del cosmos"».
Maupassant publicó asimismo novelas de corte mayormente naturalista: Una vida  (1883),  Bel-Ami (1885) o Fuerte como la muerte (1889), entre otras. Menos conocida es su faceta como cronista de actualidad en los periódicos de la época comoLe Gaulois, Gil Blas o Le Figaro, donde escribió numerosas crónicas acerca de múltiples temas: literatura, política,sociedad, entre otros.

Cine inspirado en Maupassant

·         Le Rosier de Madame Husson (1931) - Bernard Deschamps (basada en el cuento del mismo título)
·         El expreso de Sanghai (1932) - Josef Von Sternberg (basada en Bola de sebo)
·         La mujer del puerto (1934) -Arcady Boytler (basada en El puerto)
·         Une Partie de Campagne (1936) - Jean Renoir (basada en el cuento del mismo título)
·         La Diligencia (1939) - John Ford (basada en Bola de sebo)
·         Bel Ami (1939) - Willi Forst (basada en la novela del mismo título)
·         Romanza en tono menor (1943) - Helmut Käumer (basado en los relatos Las joyas y El ordenanza)
·         Mademoiselle Fifi (1944) - Robert Wise (basado en Bola de Sebo y Mmlle. Fifi)
·         Boule de suif (1945) - Christian Jacque (basado en el relato del mismo título)
·         El buen mozo (1946) - Antonio Momplet (basado en la novela Bel-Ami)
·         Los asuntos privados de Bel Ami (1947) - Albert Lewin (basado en la novela Bel Ami)
·         La mujer del puerto (1949) - Emilio Gómez Muriel (basado en El puerto)
·         Le Rosier de Madame Husson (1850) -Jean Boyer (basada en el relato del mismo título)
·         Una mujer sin amor (1951) - Luis Buñuel (inspirado en Pierre et Jean)
·         Le plaisir (1952) - Max Ophuls (basada en La máscara, la Casa Tellier y El modelo)
·         Bel Ami (1955) - Louis Daquin (basada en la novela Bel-Ami)
·         Masculin, Feminin (1966) - Jean Luc Godard (basada en La mujer de Paul)
·         Pena de muerte (1973) - Jorge Grau (basada en Loco)
·         Guy de Maupassant (1981) - Michel Drach (biografía)
·         La mujer del puerto (1991) - Arturo Ripstein (basada en El Puerto)
·         Enróllatela como puedas (1999) - Frederic Golchan (basada en Mosca. Recuerdos de un remero)
·         Bel Ami (2011) - Declan Donnellan y Nick Ormerod (basado en Bel-Ami)
·         Cocote, historia de un perro (2015) - Pacheco Iborra (basada en Mademoiselle Cocotte)

Teatro en España inspirado en la obra de Maupassant

·         La Paix du ménage. Dir.- Bertrand. Madrid. Teatro de la Zarzuela, noviembre 1902 en v.o.
·         Mussotte. Teatro de la Comedia de Madrid, 14 de abril de 1906
·         El epitafio, (monólogo). Madrid, Teatro de la Comedia, abril de 1907 (basado en La muerta).
·         La cena de los húsares. Madrid. Teatro Apolo 22 octubre 1915. Libreto de Antonio Paso Cano y Joaquín Abati Díaz; música de Amadeo Vives (basado en Los reyes)
·         La Estrella de Olympia. Madrid. Teatro Apolo, 23 de diciembre de 1915. Libreto de Carnos Arniches y música de Rafael Calleja (basado en Bola de sebo)
·         El dolor de pecar o El secreto de la muerta. Madrid. Teatro Novedades, 26 de diciembre de 1923. Drama de Francisco Ramos de Castro (inspirada en ¿El testamento?)
·         El señor alcalde. Madrid. Teatro Español 1924. Versión castellana de José Ignacio Alberti. (inspirado en ¿La pequeña Roque?)
·         Doña Diabla. Madrid. Teatro La Latina. 1925. Drama de Luis F. Ardavín (inspirado en Yvette)
·         La Pájara. Madrid. Teatro Lara, 12 noviembfre de 1926. Comedia de Francisco Serrano (inspirado en Hautot, padre e hijo).
·         15 diamantes. Madrid. Teatro Rialto, 5 de septiembre de 1947. Comedia de Francisco Serrano (inspirado en Las joyas)
·         Hotel Comercio. Madrid. Teatro Reina Victoria, 21 de abril de 1973. Versión castellana de A. Sotomayor (inspirada enBola de sebo)

Cuento de Navidad
[Cuento - Texto completo.]
Guy de Maupassant

El doctor Bonenfantes forzaba su memoria, murmurando:
-¿Un recuerdo de Navidad?… ¿Un recuerdo de Navidad?…
Y, de pronto, exclamó:
“-Sí, tengo uno, y por cierto muy extraño. Es una historia fantástica, ¡un milagro! Sí, señoras, un milagro de Nochebuena.
“Comprendo que admire oír hablar así a un incrédulo como yo. ¡Y es indudable que presencié un milagro! Lo he visto, lo que se llama verlo, con mis propios ojos.
“¿Que si me sorprendió mucho? No; porque sin profesar creencias religiosas, creo que la fe lo puede todo, que la fe levanta las montañas. Pudiera citar muchos ejemplos, y no lo hago para no indignar a la concurrencia, por no disminuir el efecto de mi extraña historia.
“Confesaré, por lo pronto, que si lo que voy a contarles no fue bastante para convertirme, fue suficiente para emocionarme; procuraré narrar el suceso con la mayor sencillez posible, aparentando la credulidad propia de un campesino.
“Entonces era yo médico rural y habitaba en plena Normandía, en un pueblecillo que se llama Rolleville.
“Aquel invierno fue terrible. Después de continuas heladas comenzó a nevar a fines de noviembre. Amontonábanse al norte densas nubes, y caían blandamente los copos de nieve tenue y blanca.
“En una sola noche se cubrió toda la llanura.
“Las masías, aisladas, parecían dormir en sus corralones cuadrados como en un lecho, entre sábanas de ligera y tenaz espuma, y los árboles gigantescos del fondo, también revestidos, parecían cortinajes blancos.
“Ningún ruido turbaba la campiña inmóvil. Solamente los cuervos, a bandadas, describían largos festones en el cielo, buscando la subsistencia, sin encontrarla, lanzándose todos a la vez sobre los campos lívidos y picoteando la nieve.
“Sólo se oía el roce tenue y vago al caer los copos de nieve.
“Nevó continuamente durante ocho días; luego, de pronto, aclaró. La tierra se cubría con una capa blanca de cinco pies de grueso.
“Y, durante cerca de un mes, el cielo estuvo, de día, claro como un cristal azul y, por la noche, tan estrellado como si lo cubriera una escarcha luminosa. Helaba de tal modo que la sábana de nieve, compacta y fría, parecía un espejo.
“La llanura, los cercados, las hileras de olmos, todo parecía muerto de frío. Ni hombres ni animales asomaban; solamente las chimeneas de las chozas en camisa daban indicios de la vida interior, oculta, con las delgadas columnas de humo que se remontaban en el aire glacial.
“De cuando en cuando se oían crujir los árboles, como si el hielo hiciera más quebradizas las ramas, y a veces desgajábase una, cayendo como un brazo cortado a cercén.
“Las viviendas campesinas parecían mucho más alejadas unas de otras. Vivíase malamente; cada uno en su encierro. Sólo yo salía para visitar a mis pacientes más próximos, y expuesto a morir enterrado en la nieve de una hondonada.
“Comprendí al punto que un pánico terrible se cernía sobre la comarca. Semejante azote parecía sobrenatural. Algunos creyeron oír de noche silbidos agudos, voces pasajeras. Aquellas voces y aquellos silbidos los daban, sin duda, las aves migratorias que viajaban al anochecer y que huían sin cesar hacia el sur. Pero es imposible que razonen gentes desesperadas. El espanto invadía las conciencias y se aguardaban sucesos extraordinarios.
“La fragua de Vatinel hallábase a un extremo del caserío de Epívent, junto a la carretera intransitada y desaparecida. Como carecían de pan, el herrero decidió ir a buscarlo. Entretúvose algunas horas hablando con los vecinos de las seis casas que formaban el núcleo principal del caserío; recogió el pan, varias noticias, algo del temor esparcido por la comarca, y se puso en camino antes de que anocheciera.
“De pronto, bordeando un seto, creyó ver un huevo sobre la nieve, un huevo muy blanco; inclinose para cerciorarse; no cabía duda; era un huevo. ¿Cómo sé hallaba en tan apartado lugar? ¿Qué gallina salió de su corral para ponerlo allí? El herrero, absorto, no se lo explicaba, pero cogió el huevo para llevárselo a su mujer.
“-Toma este huevo que encontré en el camino.
“La mujer bajó la cabeza, recelosa:
“-¿Un huevo en el camino con el tiempo que hace? ¿No te has emborrachado?
“-No, mujer, no; te aseguro que no he bebido. Y el huevo estaba junto a un seto, caliente aún. Ahí lo tienes; me lo metí en el pecho para que no se enfriase. Cómetelo esta noche.
“Lo echaron en la cazuela donde se hacía la sopa, y el herrero comenzó a referir lo que se decía en la comarca.
“La mujer escuchaba, palideciendo.
“-Es cierto; yo también oí silbidos la pasada noche, y entraban por la chimenea.
“Sentáronse y tomaron la sopa; luego, mientras el marido untaba un pedazo de pan con manteca, la mujer cogió el huevo, examinándolo con desconfianza.
“-¿Y si tuviese algún maleficio?
“-¿Qué maleficio puede tener?
“-¡Toma! ¡Si yo supiera!
“-¡Vaya! Cómetelo y no digas bestialidades.
“La mujer abrió el huevo; era como todos, y se dispuso a tomárselo con prevención, cogiéndolo, dejándolo, volviendo a cogerlo. El hombre decía:
“-¿Qué haces? ¿No te gusta? ¿No es bueno?
“Ella, sin responder, acabó de tragárselo. Y de pronto fijó en su marido los ojos, feroces, inquietos, levantó los brazos y, convulsa de pies a cabeza, cayó al suelo, retorciéndose, dando gritos horribles.
“Toda la noche tuvo convulsiones violentas y un temblor espantoso la sacudía, la transformaba. El herrero, falto de fuerza para contenerla, tuvo que atarla.
“Y la mujer, sin reposo, vociferaba:
“-¡Se me ha metido en el cuerpo! ¡Se me ha metido en el cuerpo!
“Por la mañana me avisaron. Apliqué todos los calmantes conocidos; ninguno me dio resultado. Estaba loca.
“Y, con una increíble rapidez, a pesar del obstáculo que ofrecían a las comunicaciones las altas nieves heladas, la noticia corrió de finca en finca: ‘La mujer de la fragua tiene los diablos en el cuerpo.’
“Acudían los curiosos de todas partes; pero sin atreverse a entrar en la casa, oían desde fuera los horribles gritos, lanzados por una voz tan potente que no parecían propios de un ser humano.
“Advirtieron al cura. Era un viejo incauto. Acudió con sobrepelliz, como si se tratara de auxiliar a un moribundo, y pronunció las fórmulas del exorcismo, extendiendo las manos, rociando con el hisopo a la mujer, que se retorcía soltando espumarajos, mal sujeta por cuatro mocetones.
“Los diablos no quisieron salir.
“Y llegaba la Nochebuena, sin mejorar el tiempo.
“La víspera, por la mañana, el cura fue a visitarme:
“-Deseo -me dijo- que asista la infeliz a la misa de gallo. Tal vez Nuestro Señor Jesucristo la salve, a la hora en que nació de una mujer.
“Yo respondí:
“-Me parece bien, señor cura. Es posible que se impresione con la ceremonia, muy a propósito para conmover, y que sin otra medicina pueda salvarse.
“El viejo cura insinuó:
“-Usted es un incrédulo, doctor, y, sin embargo, confío mucho en su ayuda. ¿Quiere usted encargarse de que la lleven a la iglesia?
“Prometí hacer para servirle cuanto estuviese a mi alcance.
“De noche comenzó a repicar la campana, lanzando sus quejumbrosas vibraciones a través de la sombría llanura, sobre la superficie tersa y blanca de la nieve.
“Bultos negros llegaban agrupados lentamente, sumisos a la voz de bronce del campanario. La luna llena iluminaba con su tibia claridad todo el horizonte, haciendo más notoria la pálida desolación de los campos.
“Fui a la fragua con cuatro mocetones robustos.
“La endemoniada seguía rugiendo y aullando, sujeta con sogas a la cama. La vistieron, venciendo con dificultad su resistencia, y la llevaron.
“A pesar de hallarse ya la iglesia llena de gente y encendidas todas las luces, hacía frío; los cantores aturdían con sus voces monótonas; roncaba el serpentón; la campanilla del monaguillo advertía con su agudo tintineo a los devotos los cambios de postura.
“Detuve a la mujer y a sus cuatro portadores en la cocina de la casa parroquial, aguardando el instante oportuno. Juzgué que éste sería el que sigue a la comunión.
“Todos los campesinos, hombres y mujeres, habían comulgado pidiendo a Dios que los perdonase. Un silencio profundo invadía la iglesia, mientras el cura terminaba el misterio divino.
“Obedeciéndome, los cuatro mozos abrieron la puerta y acercáronse a la endemoniada.
“Cuando ella vio a los fieles de rodillas, las luces y el tabernáculo resplandeciente, hizo esfuerzos tan vigorosos para soltarse que a duras penas conseguimos retenerla; sus agudos clamores trocaron de pronto en dolorosa inquietud la tranquilidad y el recogimiento de la muchedumbre; algunos huyeron.
“Crispada, retorcida, con las facciones descompuestas y los ojos encendidos, apenas parecía una mujer.
“La llevaron a las gradas del presbiterio, sosteniéndola fuertemente, agazapada.
“Cuando el cura la vio allí, sujeta, se acercó cogiendo la custodia, entre cuyas irradiaciones de oro aparecía una hostia blanca, y alzando por encima de su cabeza la sagrada forma, la presentó con toda solemnidad a la vista de la endemoniada.
“La mujer seguía vociferando y aullando, con los ojos fijos en aquel objeto brillante; y el cura estaba inquieto, inmóvil, hasta el punto de parecer una estatua.
“La mujer mostrábase temerosa, fascinada, contemplando fijamente la custodia; presa de terribles angustias, vociferaba todavía; pero sus voces eran menos desgarradoras.
“Aquello duró bastante.
“Hubiérase dicho que su voluntad era impotente para separar la vista de la hostia; gemía, sollozaba; su cuerpo, abatido, perdía la rigidez, recobraba su blandura.
“La muchedumbre se había prosternado con la frente en el suelo; y la endemoniada, parpadeando, como si no pudiera resistir la presencia de Dios ni sustraerse a contemplarlo, callaba. Luego advertí que se habían cerrado sus ojos definitivamente.
“Dormía el sueño del sonámbulo, hipnotizada…, ¡no, no!, vencida por la contemplación de las fulgurantes irradiaciones de la custodia de oro; humillada por Cristo Nuestro Señor triunfante.
“Se la llevaron, inerte, y el cura volvió al altar.
“La muchedumbre, desconcertada, entonó un tedeum.
“Y la mujer del herrero durmió cuarenta y ocho horas seguidas. Al despertar, no conservaba ni la más insignificante memoria de la posesión ni del exorcismo.
“Ahí tienen, señoras, el milagro que yo presencié.
Hubo un corto silencio y, luego, añadió:
-No pude negarme a dar mi testimonio por escrito.
FIN
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