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La bitácora del Puerto
Un servicio digital de la
Editorial Puerto Libro editorialpuertolibro@gmail.com AÑO V – Nº 41 – junio 2016
Capitán a cargo de la bitácora: Eduardo Juan Foutel - Blog: foutelej.blogspot.com
Los capitanes en su
cuaderno de bitácora, permanentemente, dejan debida constancia de todos
aquellos acontecimientos que, de una forma u otra, modifican la rutina
diaria. En esta Carpeta de Bitácora –desde este Puerto- trataremos de ir dejando nota de aquellos hechos que
entendemos son merecedores de ser destacados.
Hoy, a treinta años de su
inmortalidad, recordamos a JORGE LUIS
BORGES, un grande entre los grandes. Su monumental vida es imposible de
ser referida en su extensión, por lo tanto refiero simplemente una síntesis.
Jorge Francisco
Isidoro Luis Borges Acevedo OBE (Buenos
Aires, 24 de
agosto de 1899-Ginebra, 14 de
junio de 1986) fue
un escritor argentino, uno
de los autores más destacados de la literatura del siglo
XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su
obra, fundamental en la literatura y el pensamiento universales, además de
objeto de minuciosos análisis y múltiples interpretaciones, trasciende
cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo.
Es
considerado uno de los eruditos más reconocidos del siglo
XX. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas
utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios
lógicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, dramas teológicos,
invenciones geométricas y recuerdos inventados son parte del inmenso paisaje
que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como al lector casual.
Y sobre todas las cosas, la filosofía, concebida como perplejidad, el
pensamiento como conjetura, y la poesía, la forma suprema de la racionalidad.
Siendo un literato puro pero, paradójicamente, preferido por los semióticos,
matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece —a través de la
perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus
ficciones y de la belleza de su poesía— una obra que hace honor a la lengua
española y la mente universal.
Ciego
desde los 55 años y galardonado con el premio Miguel de Cervantes a los
80 —fue el primer argentino en ser distinguido con ese reconocimiento—,
Borges fue un personaje polémico, con posturas políticas que se estima fueron
óbice para que ganara el Premio Nobel de Literatura al que fue candidato durante casi treinta
años.
Que un individuo quiera
despertar en otro individuo recuerdos que no pertenecieron más que a un
tercero es una paradoja evidente. Ejecutar con despreocupación esa paradoja,
es la inocente voluntad de toda biografía.
J. L. Borges, Evaristo
Carriego
Biografía
Primeros años
Borges
consideraba que había heredado dos tradiciones de sus antepasados: una
militar y otra literaria. Su árbol genealógico lo
entronca con ilustres familias argentinas de estirpe criolla y anglosajona,
así como también portuguesa. Desciende de varios militares que tomaron parte
activa en la Independencia Argentina,
como Francisco Narciso de Laprida, que
presidió el Congreso de Tucumán y firmó el Acta de la
Independencia;Francisco Borges Lafinur —su abuelo paterno— fue un coronel
uruguayo; Edward Young Haslam —su bisabuelo paterno— fue un poeta
romántico que editó uno de los primeros periódicos ingleses del Río de Plata,
el Southern Cross; Manuel Isidoro Suárez —su bisabuelo materno— fue un coronel que
luchó en las guerras de la Independencia; Juan Crisóstomo Lafinur —su tío paterno— fue un poeta argentino
autor de composiciones románticas y patrióticas y profesor de Filosofía; Isidoro de Acevedo
Laprida—su abuelo materno— fue un militar que luchó contra Juan Manuel de Rosas.
Su padre, Jorge Guillermo Borges, fue
un abogado argentino, nacido en la provincia de Entre
Ríos, que se dedicó a impartir clases de psicología. Era
un ávido lector y tenía aspiraciones literarias que concretó en una novela, El caudillo, y algunos
poemas; además tradujo a Omar
Jayyam de la
versión inglesa de Edward Fitzgerald. Para 1970, Jorge Luis
Borges recordaba con estas palabras a su padre: «Él me reveló el poder de la
poesía: el hecho de que las palabras sean no sólo un medio de comunicación
sino símbolos mágicos y música». Su
madre, Leonor Acevedo Suárez, era uruguaya.
Aprendió inglés de su marido y tradujo varias obras de
esa lengua al español. La familia de su padre tenía orígenes españoles, portugueses e ingleses; la
de su madre, españoles y posiblemente portugueses. En su casa se hablaba
tanto en español como en inglés por ende, Borges creció como bilingüe.
Borges
nació el 24 de
agosto de 1899 a los ocho meses de gestación, en una
típica casa porteña de fines del siglo
XIX, con patio y aljibe, dos
elementos que se repetirán como un eco en sus poesías. Su casa natal estaba
situada en la calle Tucumán 840, pero su infancia transcurrió un poco más al
norte, en la calle Serrano 2135 del barrio de Palermo. La relación de
Borges con la literatura comenzó a muy temprana edad, siendo que a los cuatro
años ya sabía leer y escribir. Diría, ya con 71 años de edad, que "Si
tuviera que señalar el hecho capital de mi vida, diría la biblioteca de mi
padre. En realidad, creo no haber salido nunca de esa biblioteca. Es como si
todavía la estuviera viendo...todavía recuerdo con nitidez los grabados en
acero de la Chambers's Encyclopaedia y de la Británica."
En 1905 comenzó a tomar sus primeras lecciones
con una institutriz británica. Al
año siguiente escribió su primer relato, La
visera fatal, siguiendo páginas del Quijote. Además, esbozó en
inglés un breve ensayo sobre mitología griega. A los nueve años tradujo
del inglés El príncipe feliz,
de Oscar
Wilde, texto que se
publicó en el periódico El
País rubricado por Jorge Borges (h). En el barrio de Palermo, que por
aquella época era un barrio marginal de inmigrantes y cuchilleros, conoció
las andanzas de los compadritos que después poblaron sus ficciones.
Borges ingresó al colegio directamente en el cuarto grado. El inicio de su educación formal a
los 9 años y en una escuela pública fue una experiencia traumática para
Borges, los compañeros se mofaban de aquel sabelotodo, que llevaba anteojos,
vestía como un niño rico, no se interesaba por los deportes y hablaba
tartamudeando. Durante los cuatro años de su permanencia en ese colegio,
Borges no aprendió mucho más que algunas palabras en lunfardo y varias estrategias para pasar desapercibido.
En 1914 el padre de Borges se vio obligado a
dejar su profesión, jubilándose de profesor debido a la misma ceguera
progresiva y hereditaria que décadas más tarde afectaría también a su hijo.
Junto con la familia, se dirigió a Europa para someterse a un tratamiento
oftalmológico especial. Para refugiarse de la Primera Guerra Mundial, la
familia se instaló en Ginebra (Suiza),
donde el joven Borges y su hermana Norah —nacida en 1902— asistirían a la escuela.
Borges estudió francés y cursó el bachillerato en el Liceo Jean Calvin. El ambiente en aquel establecimiento
de inspiración protestante era completamente distinto al de su anterior
escuela de Palermo, sus compañeros, muchos de ellos extranjeros como él,
apreciaban ahora sus conocimientos e inteligencia y no se burlaban de su
tartamudez. Durante esa época
leyó sobre todo a los prosistas del Realismo francés
y a los poetas expresionistas y simbolistas,
especialmente a Rimbaud. A la vez, descubrió a Schopenhauer, Nietzsche,
Mauthner, Carlyle y Chesterton. Con
la sola ayuda de un diccionario aprendió por sí mismo el alemán y escribió sus primeros versos en
francés.
Gracias
al fin de las hostilidades y después del fallecimiento de su abuela materna,
la familia Borges marchó a España en 1919. Inicialmente se instalaron en Barcelona y luego se trasladaron a Palma de Mallorca. En esta última ciudad
Borges escribió dos libros que no publicó: Los
ritmos rojos, poemas de elogio a la Revolución rusa, y Los naipes del tahúr, un
libro de cuentos. En Madrid y en Sevilla participó del movimiento literario ultraísta, que
luego encabezaría en Argentina y que influiría poderosamente en su primera
obra lírica. Colaboró con poemas y en la crítica literaria en las revistas Ultra, Grecia, Cervantes, Hélices y Cosmópolis.
Su primera poesía, Himno al
mar, escrita en el estilo de Walt
Whitman, fue publicada en la revista Grecia el 31 de diciembre de 1919.
¡Oh, mar! ¡oh, mito! ¡oh, largo lecho!
Y sé por qué te amo. Sé que somos muy viejos. Que ambos nos conocemos desde siglos. Sé que en tus aguas venerandas y rientes ardió la aurora de la Vida. (En la ceniza de una tarde terciaria vibré por primera vez en tu seno). Oh, proteico, yo he salido de ti. ¡Ambos encadenados y nómadas! Ambos con un sed intensa de estrellas; ambos con esperanzas y desengaños; ambos, aire, luz, fuerza, oscuridades; ambos con nuestro vasto deseo y ambos con nuestra grande miseria.
En
esta época conoció a su futuro cuñado, Guillermo de Torre, y a algunos de los
principales escritores españoles de la época, como Rafael Cansinos-Assens —a quien frecuentaba en el famoso Café
Colonial y a quien siempre consideró su maestro— Ramón Gómez de la Serna, Valle Inclán y Gerardo
Diego.
Inicios de su
carrera literaria
El 4 de
marzo de 1921,
junto con su abuela paterna —Frances
Haslam, quien se les había unido en Ginebra en 1916— sus
padres y su hermana, Borges embarcó en el puerto de Barcelona en el Reina
Victoria Eugenia, que los devolvería a Buenos
Aires. En el puerto los esperaba el escritor, filósofo de la
paradoja y humorista surreal Macedonio Fernández, cuya amistad Borges habría
de heredar de su padre. El contacto con Buenos Aires llevó al poeta a una
relación exaltada de «descubrimiento» con su ciudad natal. Así comenzó a dar
forma a la mitificación de los barrios suburbanos, donde asentaría parte de
su constante idealización de lo real. Ya en Buenos
Aires publicó
en la revista española Cosmópolis,
fundó la revista mural Prisma
(de la que sólo se publicaron dos números) y también publicó en Nosotros, dirigida por Alfredo Bianchi. Por
esa época conoció a Concepción Guerrero, una joven de dieciséis años
de quien se enamoró. En 1922 visitó a Leopoldo
Lugones junto
a Eduardo González Lanuza para entregarle el último número de Prisma. En agosto de 1924 fundó
la revista ultraísta Proa junto con Ricardo Güiraldes, autor de Don Segundo Sombra; Alfredo Brandán
Caraffa y Pablo
Rojas Paz, aunque paulatinamente iría abandonando esa estética.13 17 En 1923, en
víspera de un segundo viaje a Europa,
Borges publicó su primer libro de poesía, Fervor de Buenos Aires, en
el que se prefigura, según palabras del propio Borges, toda su obra
posterior. Fue una edición preparada apuradamente, en la que se colaron
algunas erratas y que, además, carecía de prólogo.
Para la tapa su hermana Norah realizó un grabado. Se editaron unos
trescientos ejemplares; los pocos que se conservan son considerados tesoros
por los bibliófilos y en algunos se aprecian correcciones manuscritas
realizadas por el mismo Borges. En Fervor
de Buenos Aires es donde
emotivamente confesó que, finalmente, «las calles de Buenos Aires/ya son
mi entraña». Son treinta y tres poemas tan heterogéneos que aluden a un
juego de cartas (el truco), aJuan Manuel de Rosas, o a la exótica Benarés; sin
ahorrar el espacio para solazarse en un patio anónimo de Buenos Aires, «en
la amistad oscura/ de un zaguán, de una parra y de un aljibe». Sobre el
espíritu de este libro ha escrito Borges que «en aquel tiempo buscaba los
atardeceres, los arrabales y la desdicha».
Después
de un año en España e instalado definitivamente en su ciudad natal a partir
de 1924, Borges colaboró en algunas revistas literarias y con dos libros
adicionales, Luna
de enfrente e Inquisiciones —que nunca reeditó— establecería para1925 su reputación de jefe de la más joven
vanguardia. En los siguientes treinta años Borges se transformaría en uno de
los más brillantes y más polémicos escritores de América.
Cansado del ultraísmo que él mismo había traído de España, intentó fundar un
nuevo tipo de regionalismo, enraizado en una perspectiva metafísica de la
realidad. Escribió cuentos y poemas sobre el suburbio porteño, sobre el tango,
sobre fatales peleas de cuchillo, como Hombre de la esquina rosada y El puñal.
Pronto se cansó también de este «ismo» y empezó a especular por escrito sobre
la narrativa fantástica o mágica, hasta el punto de producir durante dos
décadas —desde 1930 a 1950— algunas de las más extraordinarias ficciones del siglo
XX: Historia universal de la
infamia, Ficciones, El
Aleph, entre otros.
Más
tarde colaboró, entre otras publicaciones, en Martín Fierro, una
de las revistas clave de la historia de la literatura argentina de la primera mitad del siglo XX. No
obstante su formación europeísta, reivindicó temáticamente sus raíces
argentinas, y en particular porteñas, en poemarios como Fervor de Buenos Aires (1923), Luna
de enfrente (1925)
y Cuaderno San Martín (1929). Compuso letras de tangos y milongas, si
bien rehuyó «la sensiblería del inconsolable tango-canción» y el manejo
sistemático del lunfardo, que
«infunde un aire artificioso a las sencillas coplas». En sus letras y algunos
relatos se narran las dudosas hazañas de los cuchilleros y compadres, a los
que muestra en toda su despojada brutalidad aunque dentro de un clima trágico,
cuando no casi épico.
En 1930 Borges publicó el ensayo Evaristo
Carriego gracias
al editor Manuel Gleizer y prologó una exposición del pintor
uruguayo Pedro
Figari. Además, conoció a un joven escritor de solo 17 años, que
luego sería su amigo y con el que publicaría numerosos textos, Adolfo Bioy Casares. En el primer número de la revista Sur,
dirigida por Victoria
Ocampo, Borges colaboró con un artículo dedicado al coronel Ascasubi. En este primer número, publicado
en 1931, también contribuyeron la propia Victoria Ocampo, Waldo
Frank, Alfonso Reyes Ochoa, Jules Supervielle, Ernest Ansermet, Walter
Gropius, Ricardo Güiraldes y Pierre Drieu La Rochelle. Borges publicó dos años más tarde una
colección de ensayos ycrítica literaria titulada Discusión, la
que abarca temas tan diversos como la poesía gauchesca, la Cábala,
temas filosóficos, el arte narrativo y hasta su opinión sobre clásicos del
cine. El 12 de agosto de 1933 comenzó a dirigir, junto con Ulyses Petit de
Murat, la Revista Multicolor de los
Sábados, suplemento cultural impreso a color del diario populista Crítica que
duraría hasta octubre de 1934. En 1935 editó Historia universal de la
infamia, una serie de relatos breves, entre ellos,Hombre de la esquina rosada. Allí sigue interesado en el perfil
mítico de Buenos Aires iniciado en Evaristo
Carriego. Al año siguiente se publicaron los ensayos de Historia de la eternidad,
donde —entre otros temas— Borges indaga sobre lametáfora. En
la revista quincenal El
Hogar, comenzó a publicar la columna de crítica de libros y autores
extranjeros hasta1939. Allí publicó quincenalmente gran cantidad de reseñas
bibliográficas, biografías sintéticas de escritores y ensayos. Colaboró
también en la revista Destiempo,
editada por Adolfo Bioy Casares y Manuel
Peyrou, con ilustraciones de Xul Solar. Para la editorial Sur tradujo A
Room of One’s Own, de Virginia
Woolf y al
año siguiente la novela Orlando de la misma autora. En 1940 publicó Antología
clásica de la literatura argentina.
El
Borges vanguardista y más tarde terruñero se transformó en la década del 30
al Borges de la revista Sur,
con su cosmopolitismo de alto vuelo; al Borges metafísico que especuló sobre
el tiempo y el espacio y lo infinito, la vida y la muerte y si hay destino
para el hombre; al Borges que hace alardes de erudición y que ya pergeña sus
celebérrimos textos trampa:
comentarios exhaustivos, por ejemplo, de libros que no existen, o relatos que
juntan y mezclan lo real con lo ficticio. También se percibe un cambio en
materia de estilo, una labor de poda en las prosas y los metros, que pasan a
ser más clásicos, más nítidos, más sencillos.
Los
años finales de esta década fueron funestos para Borges: primero vino la
muerte de la abuela Fanny; después, la del padre, precedida de una muy lenta
y penosa agonía.22 Borges se vio arrojado de una vez pero
contundentemente al mundo de los adultos responsables. Tenía que hacer lo que
todos hacían desde edades bastante más tempranas: trabajar, sacar adelante
una familia. En esto tuvo suerte: con la ayuda del poeta Francisco Luis Bernárdez,
consiguió en 1938 un empleo en la biblioteca municipal
Miguel Cané del barrio porteño de Boedo. En
esta poco concurrida biblioteca pudo seguir haciendo lo que solía, pasarse
los días entre libros, leyendo y escribiendo.21 Después, el mismo Borges sufrió un grave
accidente, al golpearse la cabeza con una ventana, lo que lo llevó al borde
de la muerte por septicemia y que, oníricamente, reflejará en su
cuento El sur. En
la convalecencia escribió el cuento Pierre Menard, autor del
Quijote. Esos sueños de convaleciente le sirvieron para escribir
páginas espléndidas; fantasiosas pero tramadas por su inconfundible mente de
siempre, lúcida y penetrante. Borges salió del trance afianzado en la idea
que venía rumiando desde hacía tiempo: que la realidad empírica es tan
ilusoria como el mundo de las ficciones, pero inferior a éste, y que sólo las
invenciones pueden suministrarnos herramientas cognoscitivas confiables.
En 1940 publicó Antología
de literatura fantástica, en colaboración con Bioy
Casares y Silvina
Ocampo, quienes ese mismo año contrajeron matrimonio, siendo Borges
el testigo de su boda. Prologó, además, el libro de Bioy Casares La invención de Morel.9 19 Publicó en 1941 Antología
Poética Argentina y
editó el volumen de narraciones El jardín de senderos que se
bifurcan, obra con la que se hizo acreedor al Premio
Nacional de Literatura. Al año siguiente apareció Seis
problemas para don Isidro Parodi, libro de narraciones que
escribió en colaboración con Bioy Casares. Lo firmaron con el seudónimo «H.
Bustos Domecq», el cual proviene de «Bustos», un bisabuelo cordobés de Borges, y «Domecq», un bisabuelo de
Bioy Casares. Bajo el título Poemas (1923-1943) reunió en 1943 la labor poética de sus tres libros más
los poemas publicados en el diario La Nación y en la revista Sur. Presentó, junto con Bioy
Casares, la antología Los
mejores cuentos policiales. Para esta época, Borges ya había logrado un
espacio en el reducido círculo de la vanguardia literaria argentina. Su obraFicciones recibió el Gran Premio de Honor de
la Sociedad Argentina de
Escritores (SADE).
En sus páginas se halla Tlön, Uqbar,
Orbis Tertius, sobrecogedora e insuperable metáfora del mundo.
En
una reunión en la casa de Bioy Casares y Silvina Ocampo, Borges conoció en
agosto de 1944 a Estela
Canto, una joven atractiva, inteligente, cultivada y poco
convencional, que llamó su atención —acostumbrado a tratar en los círculos
literario y social con mujeres convencionales de la clase media o alta— y de
quien se enamoró sin ser correspondido. Estela era una mujer vanidosa y hasta
su muerte se ufanaba de haber conquistado el amor, y después la amistad de
Borges, así como de haber sido la destinataria de una colección de cartas de
amor que mostraban hasta qué punto el autor de Ficciones, que detestaba el
sentimentalismo en la literatura, podía ser profundamente sentimental en la
vida. En su libro de memorias, Canto escribió:
La actitud de Borges me
conmovía. Me gustaba lo que yo era para él, lo que él veía en mí. Sexualmente
me era indiferente, ni siquiera me desagradaba. Sus besos torpes, bruscos,
siempre a destiempo, eran aceptados condescendientemente. Nunca pretendí
sentir lo que no sentía.
La
figura de Estela le inspiró a Borges ciertos aspectos de El Aleph, uno de sus mejores cuentos.
El le dedicó a ella ese relato y le regaló el manuscrito original, el cual
Estela hizo subastar cuatro décadas más tarde en Sotheby y fue vendido en más de 25.000
dólares a la Biblioteca Nacional de España.
Desafiando
a su madre, para quien Estela era una desclasada, Borges le propuso
casamiento. Ese amor no consumado, siempre agónico, terminó hacia fines de
1952.
En
colaboración con Silvina
Bullrich publicó El compadrito en 1945.
Junto con Bioy Casares publicó en 1946 Un
modelo para la muerte utilizando
el seudónimo «B. Suárez Lynch» y, como H. Bustos Domecq, Dos
fantasías memorables, volumen de historias de suspenso
policial. Borges aclaró posteriormente que «Suárez» provenía de su abuelo y
que «Lynch» representaba el lado irlandés de la familia de Bioy. Fundó y
dirigió la revista Los
Anales de Buenos Aires (que
concluiría, tras 23 números, en diciembre de 1948). En la publicación, Borges
y Bioy colaboraron con un nuevo seudónimo: «B. Lynch Davis». Entre 1947 y 1948 editó el ensayo Nueva refutación del tiempo y publicó sus Obras Escogidas. En 1949 se editó su célebre obra narrativa El
Aleph, libro de género fantástico y que
para la crítica es casi unánimemente su mejor colección de relatos.
En
1946 Juan Domingo Perón fue elegido presidente, venciendo así a
la Unión Democrática.
Borges, que había apoyado a ésta última, se manifestaba abiertamente en
contra del nuevo gobierno. Su fama de antiperonista lo acompañó toda su vida. Respecto al
nuevo gobierno, que Borges consideraba una dictadura, manifestó:
Las dictaduras fomentan la
opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la
crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez. Botones que
balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados,
ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez...
Combatir estas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor
¿Habré de recordar a los lectores del Martín
Fierro y de Don Segundo Sombra que el individualismo es una vieja virtud
argentina?
Borges
se sintió obligado a renunciar a su empleo como bibliotecario cuando fue
designado «Inspector de mercados de aves de corral» por el gobierno. Su madre
y su hermana, también antiperonistas, fueron detenidas por la policía. Esto
explica sus numerosos dicterios contra el peronismo: "Los peronistas no
son ni buenos ni malos, son incorregibles", o "el peronismo es algo
inverosímil", o "los peronistas son gente que se hace pasar por
peronistas para sacar ventaja". Según él, se opuso al peronismo porque
era "liberticida y de raíz fascista". Borges tuvo que convertirse
por necesidad en conferencista itinerante por diversas provincias argentinas
y Uruguay. Para ello, debió superar su tartamudez y su timidez con ayuda
médica. La necesidad también lo llevó a iniciarse en la tarea docente como
profesor de literatura inglesa en el Instituto Libre de Segunda
Enseñanza y,
más tarde, en la Universidad Católica.
Madurez
Los
albores de la década de 1950 marcaron el inicio del reconocimiento de Borges
dentro y fuera de Argentina. La Sociedad Argentina de
Escritores lo
nombró presidente en 1950,
cargo al que renunciaría tres años más tarde. Dictó conferencias en la Universidad de la República de Uruguay, donde apareció su ensayo Aspectos de la literatura
gauchesca. Editó en México Antiguas literaturas
germánicas, escrito en colaboración con Delia Ingenieros.
También en ese mismo año se publicó en París la primera traducción francesa
de su narrativa (Fictions) y en Buenos Aires la serie de cuentos La muerte y la brújula. En
1952 aparecieron los ensayos de Otras inquisiciones y se reeditó un ensayo sobre lingüística
porteña titulado El idioma
de los argentinos, junto con El
idioma de Buenos Aires de José Edmundo Clemente.
Apareció también la segunda edición de El
Aleph, con nuevos cuentos. Algunas narraciones de este libro fueron
traducidas al francés por Roger
Caillois y
publicadas en París en 1953 con el nombre de Labyrinthes. Ese año Borges
publicó El Martín Fierro,
ensayo que tuvo una segunda edición dentro del año. Bajo el cuidado de José
Edmundo Clemente, la editorial Emecé comenzó a publicar sus Obras Completas. En 1954 el
director cinematográfico Leopoldo Torre Nilssondirigió
el film Días de odio,
basado en el cuento de Borges Emma
Zunz.
Tras
un golpe militar —denominado Revolución Libertadora— que
derrocó al gobierno peronista, Borges fue elegido en 1955 director de la Biblioteca Nacional,
cargo que ocuparía por espacio de 18 años. En diciembre de ese mismo año fue
designado miembro de la Academia Argentina de Letras.
Publicó Los orilleros, El paraíso de los creyentes, Cuentos breves y extraordinarios, Poesía gauchesca, La hermana Eloísa y Leopoldo
Lugones. Se le confirmó, además, en la cátedra de Literatura Alemana y,
luego, como director del Instituto de Literatura Alemana en la Facultad de Filosofía y
Letrasde la Universidad de Buenos Aires. La
revista Ciudad le dedicó un volumen crítico y
bibliográfico sobre su obra. Apareció Ficciones en italiano, bajo el título La Biblioteca di Babele. Tras
varios accidentes y algunas operaciones, un oftalmólogo le prohibió leer y
escribir. Aunque aún distinguía luces y sombras, esta prohibición cambió
profundamente su práctica literaria. Borges se fue quedando ciego como consecuencia
de la enfermedad congénita que había ya afectado a su padre. El hecho no fue
repentino («Se ha extendido desde 1899 sin momentos dramáticos, un lento
crepúsculo que duró más de medio siglo»),30 sino que más bien se trató de un proceso;
como fuere, esto no le impidió seguir con su carrera de escritor, ensayista y
conferencista, así como tampoco significó para él el abandono de la lectura
—hacía que le leyesen en voz alta— ni del aprendizaje de nuevas lenguas.29 El haber sido nombrado director de la
Biblioteca Nacional y, en el mismo año, comprender la profundización de su
ceguera fue percibido por Borges como una contradicción del destino. Él mismo
lo relató en una conferencia dos décadas más tarde: «Poco a poco fui
comprendiendo la extraña ironía de los hechos. Yo siempre me había imaginado
el Paraíso bajo la especie de una biblioteca. Ahí estaba yo. Era, de algún
modo, el centro de novecientos mil volúmenes en diversos idiomas. Comprobé
que apenas podía descifrar las carátulas y los lomos. Entonces escribí el Poema de los dones»:
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche.
En 1956 dictó el curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, fue
nombrado catedrático titular en la misma universidad, recibió un doctorado Honoris Causa de la Universidad de Cuyo y fue nombrado presidente de la Asociación
de Escritores Argentinos. En Montevideo criticó ásperamente al peronismo depuesto
y defendió a la Revolución Libertadora. Por su adhesión al nuevo gobierno
resultó muy criticado, entre otros, por Ernesto
Sabato y Ezequiel Martínez Estrada.
Sabato y Borges continuarían, si bien no enemistados, «separados» por motivos
políticos hasta 1973,
cuando, a raíz de un encuentro casual en una biblioteca, Orlando
Barone resolvió
promover una serie de reuniones, en las que ambos escritores discutieron
sobre literatura, filosofía, cine, lingüística y demás temas. El resultado de
estas reuniones fue la edición de un libro: Diálogos:
Borges-Sabato.
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Entre 1957 y 1960 publicó Manual de zoología fantástica y El
hacedor, una colección de textos breves y poemas dedicada a Leopoldo
Lugones. Hizo una nueva actualización de Poemas y publicó en el diario La Nación el poemaLímites. Bajo su
dirección se inició la segunda época de la revista La Bibliotecay, en
colaboración con Bioy Casares, editó la antología Libro del cielo y del infierno.
Sus obras continuaron traduciéndose a varios idiomas:33 en este período en particular Otras inquisiciones fue traducido al francés bajo el
títuloEnquétes, El
Aleph al alemán con el
título Labyrinthe y una selección de cuentos de El Aleph y Ficciones al italiano como L'Aleph. En este período
también aparecieron los volúmenes sexto a noveno de las Obras Completas. Para 1960 se vinculó con el Partido Conservador. Compartió con Samuel
Beckett, en 1961, el
Premio Internacional de Literatura (consistente en 10 mil dólares), otorgado
por el Congreso Internacional de Editores en Formentor, Mallorca. Este
importante galardón lo promovió internacionalmente y le ofreció la
posibilidad de que sus obras fueran traducidas a numerosos idiomas (inglés,
francés, alemán, sueco, noruego, danés, italiano, polaco, portugués, hebreo, persa,
griego, eslovaco y árabe, entre otros). Apareció su Antología personal, editada
por Sur.
Viajó junto a su madre a Estados Unidos, invitado por la Universidad de Texas y por la Fundación Tinker, de Austin.
Allí dictó conferencias y cursos sobre literatura argentina durante seis
meses. En Nueva
York se
editó una antología de sus cuentos titulada Labyrinths y se tradujo al alemán Historia universal de la infamia.
En 1962 se estrenó el film Hombre
de la esquina rosada, basado en el cuento homónimo, que dirigió René
Mugica. Finalizó una biografía sobre el poeta Almafuerte.
En compañía de su madre, viajó a Europa en 1963 y ofreció numerosas
conferencias. De regreso a Buenos Aires terminó una antología sobre Evaristo Carriego.
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Jorge Luis Borges en 1969 en L'Hôtel(en), hotel situado en la calle rue
des Beaux Arts, en París (fotografía de Pepe Fernández). Borges manifestó su deseo
de morir en dicho hotel, donde había fallecido Oscar
Wilde, momento en el que el nombre del establecimiento era Hôtel d'Alsace.
Con
la colaboración de María Esther Vázquez publicó Introducción
a la literatura inglesa en
1965 y Literaturas germánicas
medievales en 1966. Al año
siguiente se editó Introducción
a la literatura norteamericana, escrito en colaboración con Esther
Zemborain y Crónicas de
Bustos Domecq, con Bioy Casares. Se editaron, además, sus milongas y
tangos en el libro Para las
seis cuerdas, ilustrado por Héctor Basaldúa, y su cuento La intrusa.
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El 21
de septiembre de 1967 Borges, de 68 años, se casó por iglesia
con Elsa Astete Millán, viuda de 57 años. Durante
los primeros tiempos, la pareja vivió en la casa de él, compartiendo sus días
con Leonor Acevedo. En el recuerdo de Elsa la madre del escritor no intervino
para perjudicar la relación. No obstante, según los amigos de Borges, los
celos de Doña Leonor eran terribles. Unos meses después del casamiento, la
pareja se mudó a un departamento, donde hicieron por primera vez la
experiencia de vivir juntos y solos, y allí la rivalidad entre su esposa y su
madre cobró mayor virulencia y el escritor tuvo que empezar a visitar a
escondidas a Leonor. Esa experiencia, además, llevaría a la pareja a
enfrentar definitivamente la realidad: la convivencia era intolerable. En una
entrevista publicada en 1993, Elsa admitió que no fue feliz junto a Borges:
«Era introvertido, callado y poco cariñoso. Era etéreo, impredecible. No
vivía en un mundo real».35 El matrimonio duró hasta octubre de 1970.
Entre
1967 y 1968 el escritor dictó en la Universidad de Harvard seis conferencias sobre poesía,
algunas de sus reflexiones giraron en torno al Poema perfecto. En 1968, con la colaboración de Margarita Guerrero,
publicó una ampliación delManual de zoología fantástica bajo el título El libro de los seres imaginarios.
Apareció en ese año su Nueva
antología personal. Viajó a Santiago de Chile para
asistir al Congreso de Intelectuales Antirracistas y a Europa e Israel para
pronunciar algunas conferencias. El director Hugo
Santiago dirigió
la película Invasión,
con argumento de Bioy y Borges. En 1969 ordenó y corrigió dos libros de
poemas: El otro, el mismo y Elogio
de la sombra, el cual logró dos ediciones dentro del año. Con ilustraciones
del pintor Antonio
Berni, se editó su traducción y antología de Hojas de hierba, de Walt Whitman.
Después de algunos años sin publicar cuentos, reunió varias narraciones en El informe de Brodie,
libro publicado en agosto de 1970.
Sus últimos
años
Jorge Luis Borges en 1963, ya con dificultades en la visión.
En
1971 Borges publicó en Buenos Aires el cuento largo titulado El
congreso. Al año siguiente viajó a Estados
Unidos, donde recibió numerosas distinciones y pronunció
conferencias en diversas universidades. A su regreso a Buenos Aires publicó
el libro de poemas El oro de los tigres y el 24 de agosto, día de su cumpleaños,
recibió un homenaje singular: la publicación en forma privada de su cuento El
otro. En 1973 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de
Buenos Aires y, paralelamente, solicitó su jubilación como director de la
biblioteca nacional. En 1973 reunió por primera vez en un volumen sus Obras Completas, editadas por Emecé.
Como De Quincey y tantos
otros, he sabido, antes de haber escrito una sola línea, que mi destino sería
literario. Mi primer libro data de 1923; mis Obras Completas, ahora, reúnen
la labor de medio siglo. No sé que mérito tendrán, pero me place comprobar la
variedad de temas que abarcan. La patria, los azares de los mayores, las
literaturas que honran las lenguas de los hombres, las filosofías que he
tratado de penetrar, los atardeceres, los ocios, las desgarradas orillas de
mi ciudad, mi extraña vida cuya posible justificación está en estas páginas,
los sueños olvidados y recuperados, el tiempo... La prosa convive con el
verso; acaso para la imaginación ambas son iguales.
Borges, 1974, «Prólogo»
En
Milán, Franco Maria Ricci publicó el cuento El congreso en una edición lujosísima con letras
de oro. El libro de poesía La rosa profunda y la colección de relatos El libro de arena se publicaron en 1975, junto con la
recopilación Prólogos.
Se estrenó además la película El
muerto, sobre un cuento homónimo, dirigida porHéctor Olivera.
Ante
una nueva victoria del peronismo,
Borges insistió en recordar al primer gobierno de Perón como "los años
de oprobio".
En
1975 falleció su madre, a los noventa y nueve años. A partir de ese momento
Borges realizaría sus viajes junto a una ex-alumna, luego secretaria y —por
último, en la senectud de Borges— su segunda esposa, María
Kodama.
En
1986, al conocerse enfermo de cáncer y temiendo que su agonía fuese un
espectáculo nacional,36 fijó su residencia en Ginebra,
ciudad a la que lo unía un profundo amor y a la cual Borges había designado una de mis patrias. El 26 de
abril se casó —por poderes— con María Kodama, según Acta de esa fecha labrada
en Colonia Rojas Silva, Paraguay.
Falleció el 14 de junio de 1986 a los 86 años víctima de un cáncer hepático y un enfisema pulmonar. Obedeciendo su última voluntad, sus
restos yacen en elcementerio de Plainpalais. La lápida, realizada por el escultor argentino Eduardo Longato, es
de una piedra blanca y áspera. En lo alto de su cara anterior se lee Jorge Luis Borges y, debajo, «And ne forhtedon na»,
junto a un grabado circular con siete guerreros, una pequeña cruz de Gales y los años "1899/1986". La inscripción «And ne forhtedon
na», formulada en anglosajón, se traduce como «Y que no temieran». La cara posterior de la lápida
contiene la frase Hann tekr
sverthit Gram ok leggr í methal theira bert, que se corresponde al
capítulo veintisiete de la Saga
Volsunga (saga noruega del siglo XIII), y se traducen como «El
tomó la espada, Gram, y la colocó entre ellos desenvainada». Estos dos mismos
versos los utilizó también Borges como epígrafe de su cuento Ulrica, incluido en El libro de arena, único relato de amor del
autor y cuyo protagonista se llama Javier Otálora. Bajo esta segunda
inscripción aparece el grabado de una nave vikinga, y bajo ésta una tercera
inscripción: «De Ulrica a Javier Otárola», lo que permite interpretar esta
última inscripción como una dedicatoria de María Kodama a Jorge Luis Borges.
En febrero de 2009,46 se presentó un proyecto para trasladar
sus restos al cementerio porteño de la Recoleta. Se
generó una importante polémica, su viuda María Kodama se opuso
rotundamente y finalmente el proyecto quedó desechado.
Borges y
el ultraísmo
El 25
de enero de 1921 apareció el primer número de la revista literaria española Ultra, que —como su propio
nombre deja adivinar— era el órgano difusor del movimiento ultraísta. Entre
los colaboradores más notables se cuentan el mismo Borges, Rafael Cansinos-Assens, Ramón Gómez de la Serna y Guillermo de Torre, quien más tarde se casaría
con Norah
Borges.
Así
lo definió el mismo Cansinos: «El ultraísmo es una voluntad caudalosa que rebasa todo
límite escolástico. Es una orientación hacia continuas y reiteradas
evoluciones, un propósito de perenne juventud literaria, una anticipada
aceptación de todo módulo y de toda idea nuevos. Representa el compromiso de
ir avanzando con el tiempo.»
Al respecto, el joven Borges
escribió en 1921 en la revista Nosotros:
Estas palabras fueron
escritas en el otoño de 1918. Hoy, tras dos años de variadísimos experimentos
líricos ejecutados por una treintena de poetas en las revistas españolas Cervantes y Grecia -capitaneada esta última por Isaac del Vando Villar-
podemos precisar y limitar esa anchurosa y precavida declaración del maestro.
Esquematizada, la presente actitud del ultraísmo es resumible en los
principios que siguen:
·
Reducción de la lírica a su elemento
primordial: la metáfora.
·
Tachadura de las frases medianeras, los
nexos y los adjetivos inútiles.
·
Abolición de los trebejos ornamentales,
el confesionalismo, la circunstanciación, las prédicas y la nebulosidad
rebuscada.
·
Síntesis de dos o más imágenes en una,
que ensancha de ese modo su facultad de sugerencia.
Los poemas ultraicos constan,
pues, de una serie de metáforas, cada una de las cuales tiene sugestividad
propia y compendiza una visión inédita de algún fragmento de la vida. La
desemejanza raigal que existe entre la poesía vigente y la nuestra es la que
sigue: en la primera, el hallazgo lírico se magnifica, se agiganta y se
desarrolla; en la segunda, se anota brevemente. ¡Y no creáis que tal
procedimiento menoscabe la fuerza emocional!
En ese mismo artículo,
terminó resumiendo:
La poesía lírica no ha hecho
otra cosa hasta ahora que bambolearse entre la cacería de efectos auditivos o
visuales, y el prurito de querer expresar la personalidad de su hacedor. El
primero de ambos empeños atañe a la pintura o a la música, y el segundo se
asienta en un error psicológico, ya que la personalidad, el yo, es solo una
ancha denominación colectiva que abarca la pluralidad de los estados de
conciencia. Cualquier estado nuevo que se agregue a los otros llega a formar
parte esencial del yo, y a expresarle: lo mismo lo individual que lo ajeno.
Cualquier acontecimiento, cualquier percepción, cualquier idea, nos expresa
con igual virtud; vale decir, puede añadirse a nosotros... Superando esa
inútil terquedad en fijar verbalmente un yo vagabundo que se transforma en
cada instante, el ultraísmo tiende a la meta primicial de toda poesía, esto
es, a la transmutación de la realidad palpable del mundo en realidad interior
y emocional.
Un año después Borges publicó
en esa misma revista una antología de poemas ultraístas.
Años
más tarde, Borges reprobaría, y hasta despreciaría, aquellos comienzos de su
obra y todo lo relacionado con el ultraísmo. Su entusiasmo de una época, de
unos años —de 1919 a 1922— pronto se trocó en desdén y aun en agresividad.
Muy pronto llegó a considerar como pura futilidad la técnica del poema
ultraísta: enfilamiento de percepciones sueltas, rosario de imágenes
sensuales, plásticas y llamativas. La consecuencia fue que, sin perjuicio de
haber inoculado el virus ultraísta a algunos jóvenes argentinos aprendices de
poetas, muy pocos años después, Borges no vacilaría en calificar aquellos experimentos
de áridos poemas de la
equivocada secta ultraísta.50 De hecho, para 1966, Borges juzgaba el
'dogma de la metáfora' como falso, pues...
...basta un solo verso no
metafórico para probar que la metáfora no es un elemento esencial,
concluyendo en que el error del ultraísmo (...) fue el de no haber
enriquecido, el de haber prohibido simplemente. Por ejemplo casi todos
escribíamos sin signos de puntuación. Hubiera sido mucho más interesante
inventar nuevos signos, es decir enriquecer la literatura (...) el ultraísmo
fue una revolución que consistía en relegar la literatura a una sola figura,
la metáfora.51
Borges y
los cuentos
Al
igual que su coetáneo Vladimir
Nabokov y el
un poco más viejo James
Joyce, Borges combinaba el interés por su tierra natal con
intereses mucho más amplios. También compartía su multilingüismo y su gusto
por jugar con el lenguaje, pero a diferencia de Nabokov y Joyce, quienes con
el paso del tiempo se dieron a la creación de obras más extensas, Borges
nunca escribió una novela. A quienes le reprocharon esa falta, Borges
respondía que sus preferencias estaban con el cuento, que es un género
esencial, y no con la novela que obliga al relleno. De los autores que han intentado ambos
géneros prefería, generalmente, sus cuentos. De Franz
Kafka, por ejemplo, él aseguraba que eran mejores sus narraciones
breves que El
proceso. En el prólogo de Ficciones afirmó que era un «desvarío
laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en 500
páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos».
Borges y
la política
Yo descreo de la política no
de la ética. Nunca la política intervino en mi obra literaria, aunque no dudo
que este tipo de creencias puedan engrandecer una obra. Vean, si no, a
Whitman, que creyó en la democracia y así pudo escribir Leaves of Grass, o a
Neruda, a quien el comunismo convirtió en un gran poeta épico… Yo nunca he
pertenecido a ningún partido, ni soy el representante de ningún gobierno… Yo
creo en el Individuo, descreo del Estado. Quizás yo no sea más que un
pacífico y silencioso anarquista que sueña con la desaparición de los
gobiernos. La idea de un máximo de Individuo y de un mínimo de Estado es lo
que desearía hoy…
El anarquismo filosófico de raíz liberal spenceriana, aprendido del padre y
alimentado en las conversaciones con Macedonio Fernández marcaría a Borges
fundamentalmente para un rechazo de toda tiranía de carácter personalista.
Durante su juventud tuvo una activa militancia en la Unión Cívica Radical, por influencia de su abuelo Isidoro Acevedo
Laprida, amigo personal de Leandro
Alem, si bien más tarde, afirmó haberse afiliado al Partido
Conservador. En 1928 escribió
sobre Hipólito Yrigoyen:
Razonar esta convicción de
yrigoyenista es empresa fácil. Equivale a pensar ante los demás lo que ya ha
pensado mi pecho. Yrigoyen es la continuidad argentina. Es el caballero
porteño que supo de las vehemencias del alsinismo y de la patriada grande del
Parque y que persiste en una casita (lugar que tiene clima de patria, hasta
para los que no somos de él), pero es el que mejor se acuerda con profética y
esperanzada memoria de nuestro porvenir. Es el caudillo que con autoridad de
caudillo ha decretado la muerte inapelable de todo caudillismo; es el
presente que, sin desmemoriarse del pasado y honrándose con él se hace
porvenir. (...) Yrigoyen, nobilísimo conspirador del Bien, no ha precisado
ofrecernos otro espectáculo que le dé su apasionado vivir, dedicado con
fidelidad celosa a la Patria.
Se
opuso tajantemente al golpe
de estado encabezado
por José Felix Uriburu que derrocó a Yrigoyen en septiembre de1930.
Tuvo un cruce al respecto con el reconocido escritor anarquista Roberto
Arlt, que apoyaba el golpe. Según cuenta el propio Borges:
-Fíjese que Arlt, en ese
entonces, era partidario de Uriburu; bueno, un poco después. Pero cuando se
produjo la revolución, él apoyó a Uriburu y yo era radical. Sin embargo,
ahora se lo muestra a Arlt como todo lo contrario...
Si
bien siempre priorizó su desarrollo literario por sobre la política, mantuvo
una militancia relativamente activa dentro de la resistencia radical. Tras el
fracaso de la revolución radical de 1933 en Paso de los Libres, Arturo
Jauretche se
vio obligado a exiliarse en Montevideo.
Allí conoció a Borges, que había viajado al Uruguay a visitar familiares maternos. Jauretche
le mostró su poema El Paso de los Libres,
donde reivindicaba el levantamiento radical. A Borges le agradó a tal punto
que aceptó escribir el prólogo para la primera publicación. Durante toda su
vida él trataría de rescatar, destacar y fomentar la individualidad por sobre
los movimientos de masas. En particular en aquellos movimientos que,
amparados en la figura de un líder carismático, se multiplicaban en las
décadas de los treinta y cuarenta en la Argentina y el mundo. Borges, lejos
de estar fuera de los acontecimientos de su época, interpretaba y criticaba
muchos de ellos en el mismo momento en que sucedían. Así, en mayo de 1937,
escribió en el número 32 de la revista Sur contra el racismo de los libros de texto
de las escuelas alemanas:
No sé si el mundo puede prescindir de la civilización alemana.
Es bochornoso que la estén corrompiendo con enseñanzas de odio.
En la
misma revista, en 1939, escribió en su Ensayo
de imparcialidad: «Es posible que una derrota alemana sea la ruina de
Alemania; es indiscutible que su victoria sería la ruina y el envilecimiento
del orbe. No me refiero al imaginario peligro de una aventura colonial
sudamericana; pienso en los imitadores autóctonos, en los Uebermenschen
caseros que el inexorable azar nos depararía. […] Espero que los años nos
traerán la venturosa aniquilación de Adolf Hitler, hijo atroz de Versalles».
Se
debe destacar el carácter profético de la preocupación de Borges por la
multiplicación de Übermenschen nativos. Para Borges, tal profecía
se vería realizada en la figura de Perón y su ascensión al poder. Cuando, en
1946, Perón toma efectivamente el poder, Borges, que trabajaba en una
biblioteca pública, fue «ascendido» a inspector de gallinas y conejos en los
mercados. Borges fue a la municipalidad para preguntar a qué se debía ese
nombramiento. Él mismo cuenta la anécdota en su autobiografía:
«Mire —dije al empleado—, me
parece un poco raro que de toda la gente que trabaja en la biblioteca me
hayan elegido a mí para desempeñar ese cargo». "Bueno —contestó el
empleado— usted fue partidario de los aliados durante la guerra. Entonces,
¿qué pretende?" Esa afirmación era irrefutable, y al día siguiente
presenté mi renuncia. Los amigos me apoyaron y organizaron una cena de
desagravio. Preparé un discurso para la ocasión» (Borges, 1999, p.
112)
El discurso, dada la timidez
de Borges, fue leído por su amigo Pedro Henríquez Ureña el día 8 de agosto de 1946 y publicado en
el número 142 de la revista Sur.
En él, Borges afirmaba que «las dictaduras fomentan la opresión, las
dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más
abominable es el hecho de que fomenten la idiotez». Agregaba que combatir
esas tristes monotonías «es uno de los muchos deberes del escritor».
«Yo nunca negué ser
antiperonista. Además de razones generales, tengo razones particulares: mi
madre estuvo presa. Sí, al principio participó en una manifestación que hubo
para que no se modificara el Himno Nacional. Y entonces tomaron presas a
algunas personas. A mi madre le dieron, como prisión, esta casa. (...) Y
luego mi hermana estuvo presa, en el Buen Pastor. Era una cárcel para
prostitutas. Y a un grupo de señoras las destinaron allí, bueno, para
insultarlas deliberadamente. Y cumplieron sus 30 días. Salvo que ellas no
sabían que iban a ser 30 días, de modo que para ellas fue indefinido aquello.
(...) Los domingos íbamos a verlas. Y me parecía tan raro ver la cara de mi
hermana detrás de la ventanilla con rejas. Y le llevábamos… bueno, lo que se
lleva a los presos: dulce de membrillo, dulce de leche…»
Borges
es frecuentemente cuestionado por ciertos sectores progresistas que lo acusan
de haber avalado las dictaduras militares que imperaron en América Latina durante
la década de los '70. Esta acusación resulta, sin embargo, inexacta. Si bien
Borges apoyó los levantamientos militares contra el peronismo (tanto en 1955 como en 1976), su
apoyo a estos respondía al deseo de que se emprendiese una normalización
democrática que excluyera al peronismo, mas no un régimen dictatorial. Prueba
de esto son sus posteriores críticas a la Revolución Libertadora y al Proceso de Reorganización
Nacional.
-¿Qué opinión le merecerá a
Borges, entonces, la que dio en llamarse Revolución Libertadora? -Estábamos todos engañados, creímos que
todo iba a cambiar, que era como una suerte de aurora. Estábamos muy
entusiasmados todos por la Revolución Libertadora. (...) Después hubo
gobiernos mediocres, y algunos cómplices, como el de Frondizi.
-¿Qué recuerdo habrá dejado
en el escritor el gobierno de Arturo Illia? -Creo que fue el mejor. Al menos el menos
malo, sí, seguro. Porque los gobiernos militares realmente son un mal de toda
esta América del sur.
-Claro que a nadie se le
escapa que Borges estuvo esperanzado con el golpe militar de 1976… -Sí, es verdad. Yo estaba en California
con un amigo y recuerdo que cuando supimos lo que había ocurrido nos
abrazamos. La gente que pasaba, con toda razón, pensaba que estábamos locos.
Pero luego fuimos gradualmente desengañándonos. Los militares subieron con el
apoyo del país, sin excluir a los peronistas. A todo el mundo le pareció bien
que sacaran a Isabel Perón y a López Rega. Luego hemos tenido estos 6 o 7
años desastrosos.
En 1980 había firmado una Solicitada por los desaparecidos en el diario Clarín. Borges dijo al respecto:
Una tarde vinieron a casa las
Abuelas y Madres de Plaza de Mayo a contarme lo que pasaba. Algunas serían
histriónicas, pero yo sentí que muchas venían llorando sinceramente porque
uno siente la veracidad. Pobres mujeres tan desdichadas. Esto no quiere decir
que sus hijos fueran invariablemente inocentes pero no importa. Todo acusado
tiene derecho, al menos, a un fiscal para no hablar de un abogado defensor.
Todo acusado tiene derecho a ser juzgado. Cuando me enteré de todo este
asunto de los desaparecidos me sentí terriblemente mal. Me dijeron
que un general había comentado que si entre cien personas secuestradas, cinco
eran culpables, estaba justificada la matanza de las noventa y cinco
restantes. ¡Debió ofrecerse él para ser secuestrado, torturado y muerto para
probar esa teoría, para dar validez a su argumento!
En otra entrevista realizada
en 1983, se
refirió más en detalle respecto a la dictadura militar y su relación con
ella:
-¿Cómo y por dónde supone
usted que debe comenzar la difícil tarea de volver a poner el país en marcha?
Tenemos un camino muy arduo
que recorrer todavía. Hay que desandar muchos años del gobierno militar. Lo
primero es la situación económica, luego, durante tantos años la deshonra, la
corrupción, la coima. Todos estamos un poco manchados tal vez. Es muy difícil
modificarlo en forma rápida. No sé si la gente espera un milagro de la noche
a la mañana. Si nuestra esperanza es impaciente, creo que es un grave error.
Ahora mismo, el peso argentino, traspuestas las fronteras, se evapora. Cuando
me brindan dinero argentino, es lo mismo que me ofrecieran hojas secas...
Tantos años que yo me dejé engañar con los militares, con los militares que
subieron al poder.. -Pero no sólo usted. Mucha gente
pensó lo mismo...
-Gran parte del pueblo
argentino. Es que se esperaba no que fuera un gobierno eficaz, sino honesto,
que se diferenciara del peronismo. Pero despojaron el país, lo expoliaron, lo
destrozaron. Han cometido todos los errores y todos los crímenes posibles.
Hasta se habla de 30.000 desaparecidos... Desaparecidos es un eufemismo, pero
es decir 30.000 personas, acaso secuestradas, torturadas y tal vez
asesinadas. Hasta inventaron una guerra.
El día que Borges asistió a
la sala donde se juzgaban a las Juntas Militares argentinas escribió una crónica para la agencia
española EFE. Se
tituló Lunes, 22 de julio de
1985.
La Guerra de las Malvinas fue un conflicto armado entre Argentina y el Reino
Unido ocurrido
en las Islas
Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur entre el 2 de
abril y el 14 de
junio de 1982 por la soberanía sobre estos archipiélagos australes tomados por la fuerza en 1833 y dominados desde entonces por el Reino
Unido. El saldo final de la guerra fue la reocupación de los tres
archipiélagos por parte del Reino Unido y la muerte de 649 militares
argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños. En Argentina, la derrota en
el conflicto precipitó la caída de la junta
militar que
gobernaba el país y que había sucedido a otras juntas militares instauradas
tras el golpe
de Estado de 1976 y la restauración de la democraciacomo forma de gobierno. Por otro
lado se sostiene que la victoria en el enfrentamiento permitió al gobierno
conservador deMargaret Thatcher lograr
la reelección en las elecciones del año 1983. En 1982 Borges condenó la invasión argentina de
las Islas
Malvinas, y valoró en forma positiva las consecuencias de la derrota:
...si se hubiesen
reconquistado las Malvinas, posiblemente los militares se hubiesen perpetuado
en el poder y tendríamos un régimen de aniversarios, de estatuas ecuestres,
de falta de libertad total. Además, yo creo que la guerra se hizo para eso,
¿no?
Al
respecto, dijo Julian Barnes: «Durante la guerra de
Malvinas, (Borges) nos recordó que la obligación del escritor es decir la
verdad más allá de la popularidad. Es lo que hizo con su comentario,
brillante y sagaz, de que la guerra no era más que "dos pelados
peleándose por un peine"».
Aparte de ese comentario,
Borges logró sintetizar lo absurdo de los nacionalismos y de las guerras en
su poema Juan López y John
Ward.
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras. López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote. El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte. Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel. Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen. El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.
Borges y
la filosofía
Borges
mantuvo una relación sumamente original con la filosofía. Prueba de ello son
las incontables menciones filosóficas presentes en su obra ensayística y
literaria, así como también su influencia sobre importantes filósofos y
pensadores contemporáneos, como Michel
Foucault, Ilya Prigogine, Richard
Rorty, Umberto Eco y Fernando
Savater. Sin ser propiamente filósofo Borges era, no obstante, un
ávido lector de filosofía. Uno de los elementos originales de su abordaje es
que en sus textos las ideas filosóficas aparecen de forma tal que producen en
los lectores su vivencia antes que su conceptualización. Borges rescata
ciertas ideas y las representa en clave literaria, destacando lo que éstas
tienen de vívido y de maravilloso, apelando a la intuición del lector antes
que a su captación conceptual o argumentativa. Las ideas así presentadas son
comprendidas en toda su fuerza expresiva. Para generar este efecto, uno de
sus procedimientos consiste en asumir las premisas propias de un determinado
sistema filosófico y recrear el universo tal como sus partidarios lo
perciben. Por ejemplo, en su cuento Tlön,
Uqbar, Orbis Tertius,70 Borges ilustra el idealismo filosófico al
presentarnos un mundo —Tlön— cuyos habitantes conciben lo real como un
producto de la mente. Según Nicolás Zavadivker,71 Borges no nos habla en esa historia sobre
el idealismo, sino que nos presenta directamente un mundo construido según
las premisas idealistas. De esta forma genera una comprensión de estas ideas
desde dentro del propio sistema, desde sus posibilidades y sus límites.
Desliza, por ejemplo, que no existen los sustantivos en las lenguas de Tlön,
por la sencilla razón de que sus habitantes no creen que haya cosas a las que
éstos puedan referirse, como afirma el idealismo.
Borges ilustra magistralmente los alcances de esta ausencia traduciendo la
frase «surgió la luna sobre el río» por la tlöniana «hacia arriba detrás duradero-fluir
luneció».
Este
rescate de Borges de las consecuencias más maravillosas de las perspectivas
filosóficas que trata se vincula a su explícita opción por la belleza antes
que por la verdad. Así, Borges afirma encontrar en su obra una tendencia
consistente en «estimar las ideas religiosas o filosóficas por su valor
estético y aún por lo que encierran de singular y de maravilloso».72 Su esteticismo posiblemente sea una de
las claves de la aparente adscripción de Borges hacia filosofías
contradictorias, lo que generó discusiones en torno de su propia posición
filosófica. También en varias ocasiones destacó su escepticismo con respecto
a las posibilidades de la filosofía: «No hay ejercicio intelectual que no sea
finalmente inútil. Una doctrina filosófica es al principio una descripción
verosímil del universo; giran los años y es un mero capítulo —cuando no un
párrafo o un nombre— de la historia de la filosofía».73 Según Zavadivker, su esteticismo y su
descreimiento en las posibilidades de la filosofía para explicar el mundo lo
llevó a asumir y hasta festejar la pluralidad de perspectivas con que los
hombres han interpretado el mundo, sin necesidad de definirse por alguna de
ellas.
Mauthner:
Filosofía y lenguaje
Fritz Mauthner, filósofo
del lenguaje y autor del Diccionario
de Filosofía (Wörterbuch
der Philosophie), ejerció gran influencia sobre Borges. Así lo reconoció
éste en numerosas ocasiones a lo largo de su vida.74 Según afirmó en 1940 en
la revista “Sur”, la obra mencionada fue uno de los cinco libros más
anotados y releídos por él. Citó por primera vez aMauthner en 1928 en El idioma de los argentinos para justificar la imposibilidad de ordenar las ideas por
afinidad (clasificación psicológica). Posteriormente, se refirió a él en
diversas revistas y escritos suyos como uno de sus autores predilectos. En
1962 volvió a mencionarle para alabar su erudición y su fino sentido del
humor.
El Diccionario de Filosofía suministró a Borges un repertorio de
temas filosóficos (el alma, la conciencia, el mundo, el espíritu, etc...)
sobre los que explorar sus posibilidades literarias. Cada tema incluía una
parte histórica donde exponía las aportaciones de filósofos como Plotino, Schopenhauer, Hume, Spinoza, Berkeley, Russell y otros.
Para Mauthner la
primera y más fundamental preocupación filosófica fue el lenguaje: “la
realidad de la filosofía es esencialmente lingüística”.
Borges
abordó el tema del lenguaje en varias de sus obras, desde diversos ángulos.
La influencia directa de Mauthner se
revela en ocho relatos, como lo señala Silvia G. Dapía.
Así,
en Pierre Menard, autor del
Quijote, encontramos la interpretación temporal del lenguaje. Tlön, Uqbar, Orbis Tertius aborda
la discrepancia entre lenguaje y realidad. Emma
Zunz y Tema del traidor y del héroe tratan de la superstición de la palabra,
es decir, de la creencia que respaldaría la existencia de una palabra por la
existencia de un objeto. En Tigres
azules esta
presente la tesis mauthneriana de la insuficiencia lógica del
lenguaje. El
otro vindica
la naturaleza metafórica de todo lenguaje. El
inmortal plantea
el poder de los arquetipos sobre los procesos mentales individuales. Por
último, en El
congreso, el relato más ambicioso de Borges, se probaría la
arbitrariedad de los sistemas de clasificación lingüística.
Borges y
la religión
Durante
toda su vida, Borges no profesó religión alguna y se declaró algunas veces agnóstico y otras ateo. Sin embargo, por expreso pedido de
su madre -católica devota- Borges rezaba un padrenuestro y un avemaría antes de irse a dormir, y en su lecho de
muerte recibió la asistencia de un sacerdote católico. En 1978, en
una entrevista del periodista peruanoCésar Hildebrandt, Borges afirma tener la
certeza de que Dios no existe.
Borges,
ciencia e Internet
Con
el pasar del tiempo se ha hecho cada vez más difícil ser un lector de Borges
«en el sentido ingenuo de la palabra». Todos creen encontrar en cada frase, y
aún en cada palabra de sus cuentos, los más sofisticados e intrincados
mensajes y sub-mensajes, los que son objeto de novedosas interpretaciones y
contra-interpertaciones. Es interesante observar que entre las ideas que
sirven de fundamento para las fantasías de Borges, junto a las doctrinas
filosóficas, o pseudo-filosóficas, se encuentran también alusiones a ciertas
ideas científicas. Estas últimas han entusiasmado enormemente a algunos
críticos que han querido encontrar en ellas significativas antelaciones científicas
y le atribuyen así a Borges un profundo entendimiento en la materia. Este
entusiasmo ha sido avivado por muchas referencias en textos de popularización
científica para los cuales los cuentos de Borges ofrecen buenas y asequibles
ilustraciones de ideas que de otra manera pueden parecer extremadamente
abstractas e incomprensibles para el público no especializado.
En
numerosos textos de divulgación científica se citan cuentos de Borges. Así, se menciona a La biblioteca de Babel para
ilustrar las paradojas de
los conjuntos infinitos y la geometría
fractal, referencias a
la taxonomía fantástica del doctor Franz Kuhn, en El idioma analítico de John
Wilkins (un favorito de
neurocientíficos y lingüistas), invocaciones
a Funes el memorioso para
representar sistemas de numeración, y hasta una cita de El libro de arena en un artículo sobre la segregación
de mezclas
granulares. En todos estos
casos, las citas a cuentos de Borges no son más que ejemplos metafóricos que
dan brillo a la prosa opaca de las explicaciones técnicas. Sin embargo, una
notable excepción la constituyeEl Jardín de senderos que se bifurcan,
donde Borges propone sin saberlo (no podría haberlo sabido) una solución a un
problema de la física cuántica todavía
no resuelto. El jardín,
publicado en 1941, se anticipa de manera prácticamente literal a la tesis
doctoral de Hugh Everett III publicada en 1957 con el título Relative State Formulation of
Quantum Mechanics, y que Bryce DeWitt habría de popularizar como La interpretación de los muchos
mundos de la mecánica cuántica. El
físico Alberto Rojo ha analizado esa sorprendente correspondencia y ha
concluido que el parecido entre los textos de Borges y de Everett III muestra
de qué manera extraordinaria la mente de Borges estaba inmersa en el
entramado cultural del Siglo
XX, en esa complejísima red cuyos secretos componentes se
ramifican más allá de los límites clasificatorios de cada disciplina. La
estructura de ficción razonada de los cuentos de Borges, que a veces parecen
teoremas con hipótesis fantásticas, es capaz de destilar ideas en proceso de
gestación que antes de convertirse en teorías hacen escala en la literatura.
Y así como las ideas de Everett y DeWitt pueden leerse como ciencia ficción;
en El Jardín de los senderos
que se bifurcan, la ficción puede leerse como ciencia.
Por
otro lado, un número creciente de comentaristas contemporáneos —ya se trate
de profesores de literatura o de críticos culturales como Umberto Eco— concluye que, por más
extraordinario e insólito que parezca, Borges prefiguró la World Wide Web. En un libro reciente, Borges 2.0: From Text to Virtual
Worlds (Borges 2.0: del
texto a los mundos virtuales),Perla Sassón-Henry explora las relaciones entre la Internet descentralizada de YouTube, los blogs y Wikipedia y
los cuentos de Borges, que «hacen del lector un participante activo».93 94 Un grupo de relatos de Borges —entre
ellos Funes, el memorioso, La biblioteca de Babel y Tlön, Uqbar,
Orbis Tertius— se publicó en los Estados
Unidos bajo
el título de Labyrinths a
principios de la década de 1960. Con sus bibliotecas infinitas y hombres que
no olvidan, enciclopedias y mundos virtuales que se conjuran desde la página
impresa, así como portales que abarcan todo el planeta, estos relatos (junto
con algunos otros como El
Aleph) pasaron a constituir según muchos críticos las claves de la
intersección entre la nueva tecnología y la literatura. Un ejemplo es la idea
de una «biblioteca total» que aparece en 1941 y que anunciaría la capacidad
de Internet. Sassón-Henry, profesora asociada del Departamento de Estudios
del Lenguaje de la Academia Naval de los Estados
Unidos, describe a Borges como alguien «del Viejo Mundo pero con una
visión futurista». New
Directions, la editorial que publicó Labyrinths,
reeditó la antología en mayo de 2008 por primera vez en más de cuarenta años.
En un indicio de cómo cambian los tiempos, la primera edición de Labyrinths estaba prologada por André
Maurois, de la Academia Francesa de la
Lengua; la edición actual, en cambio, comprende una introducción de William
Gibson, el escritor ciberpunk.
Del
mundo creado por Borges en su cuento sobre Tlön,
Uqbar, Orbis Tertius a la
configuración de la Wikipedia y
su funcionamiento en el medio digital hay solo un paso lleno de referencias
cruzadas. La lectura del relato de Borges desde esta perspectiva nos hace
también replantearnos el estatus de realidad de la imagen del mundo que crea
la Wikipedia como trabajo anónimo colaborativo, que es lo que se plantea
Borges.
Respecto
a A First Encyclopedia of
Tlön, donde se describe el planeta Tlön, escribe Borges:
Ahora tenía en las manos un
vasto fragmento metódico de la historia total de un planeta desconocido, con
sus arquitecturas y sus barajas, con el pavor de sus mitologías y el rumor de
sus lenguas, con sus emperadores y sus mares, con sus minerales y sus pájaros
y sus peces, con su álgebra y su fuego, con su controversia teológica y
metafísica. Todo ello articulado, coherente, sin visible propósito doctrinal
o tono paródico.
Wikipedia,
un proyecto nacido en el año 2001, cuyo lema es «La enciclopedia libre que todos
podemos editar», y, según palabras de su cofundador Jimmy Wales, el
proyecto constituye «un esfuerzo para crear y distribuir una enciclopedia
libre, de la más alta calidad posible, a cada persona del planeta, en su
idioma», para lograr «un mundo en el que cada persona del planeta tenga
acceso libre a la suma de todo el saber de la humanidad». Con respecto a la
autoría, las semejanzas también son notables:
En los hábitos literarios
también es todopoderosa la idea de un sujeto único. Es raro que los libros
estén firmados. No existe el concepto de plagio: se ha establecido que todas
las obras son obra de un solo autor, que es intemporal y es anónimo.
Wikipedia,
por su parte, es esencialmente un wiki —un sitio
web el
cual permite la autoría pública general y edición de cualquier página—. De
hecho, una política esencial de Wikipedia es que es de contenido abierto:
El texto y material de
contenido abierto se encuentra licenciado por el dueño del copyright, al
público general, permitiendo a todos la redistribución y alteración del texto
sin ningún cargo y garantizando que nadie puede restringir el acceso a
versiones modificadas del contenido.
Un
autor múltiple y anónimo tanto en la enciclopedia de Tlön como en Wikipedia,
en realidad construye el conocimiento del mundo, sea éste una invención o no:
en Tlön, siguiendo unas directrices filosóficas idealistas; en Wikipedia,
siguiendo unas normas de universalidad del conocimiento y respeto democrático
a las ideas, y prohibida la aportación original, se exige describir
conocimientos y teorías respaldadas y popularmente aceptadas.
Ahora
muchos piensan que «el contacto y el hábito de Tlön han desintegrado este
mundo» y quizás es tan cierto
como que ha construido otro, rizomático y laberíntico: Tlön significa mapa en islandés, y Tlön es verdaderamente mapa enciclopédico
de un laberinto originado en Uqbar (que significa desviándose del
camino), laberinto que crece y se bifurca constantemente, cuyos objetos
ideales o hrönir (que significa en islandés pilas de
materia que cambian por la acción externa) varían y se suceden en la
tecnología wiki (en hawaiano, con
rapidez), formando un Tlön informático, depósito dinámico de la
memoria colectiva humana mediante el consenso de unos wikipedistas. Como al Borges del relato, «si
nuestras previsiones no erran, de aquí a cien años alguien descubrirá los
cien tomos de la Segunda Enciclopedia de Tlón.» Claro está que, debido a su soporte
informático, esa espera es innecesaria. Wikipedia se está reescribiendo ya,
en este instante, constantemente.
Igualmente
enigmática y profética es la referencia a Orbis Tertius (Mundo 3º, en latín),
término (World 3 o Mundo 3) que muchos años después sería usado por el
filósofo de la ciencia Karl
Popper para
designar a los mundos construidos por la mente humana. Cabe la aclaración de
que lo citado anteriormente en esta sección son puramente especulaciones, ya
que Borges nunca realizó o contribuyó con un descubrimiento científico sólido
verificable; lo suyo fueron exclusivamente aportaciones literarias que no se
sostienen en al ámbito científico ya que difícilmente podría él entender así
fuera los rudimentos de los campos científicos en los que supuestamente él
fue un precursor.
Discípulos
contemporáneos
Si
bien Borges no ha tenido «discípulos» directos —pues ello supondría una
estética y una escuela previsibles de las que él mismo descreía— hay autores
contemporáneos que, de acuerdo con sus críticos, han recibido su influencia
de modo directo. El hecho de que hubieran conocido a Borges personalmente y
hayan leído su obra en español, puede haber influido en las obras de Ricardo
Piglia,99 César
Aira, Roberto Bolaño, Carlos
Fuentes, Orhan Pamuk, Paul
Auster, Salman
Rushdie y Umberto Eco, por no mencionar a algunos de
los obvios (que además lo han reconocido): Ernesto
Sabato, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Julio Ramón Ribeyro, entre otros. También es
destacable la influencia que la obra de Borges tuvo en diversos pensadores
contemporáneos de otras latitudes, como es el caso de Gilles Deleuze o Michel
Foucault.
Las
amistades de Borges
Borges
tuvo dos amigos íntimos durante la mayor parte de su vida: los escritoresAdolfo Bioy Casares y Manuel
Peyrou. A Bioy Casares lo conoció en la casa de, su también amiga, Victoria
Ocampo, a Peyrou se lo presentaron en un bar alemán de la calle Corrientes cerca de Pueyrredón, en la década de
1920. La relación de amistad con cada uno de ellos fue profundamente
diferente. Con Bioy se trataba de una amistad "a la inglesa", que
excluía las confidencias; la que mantuvo con el segundo, en cambio, incluyó
las confesiones más íntimas y personales. Cuando Borges necesitó la ayuda de
un psiquiatra —así lo reveló Estela Canto—, fue Peyrou quien se lo recomendó.
Tras la muerte de su amigo en 1974, Borges escribió un poema que lleva por
título Manuel Peyrou y que publicó luego en Historia de la noche:
Suyo fue el ejercicio generoso
de la amistad genial. Era el hermano a quien podemos, en la hora adversa, confiarle todo o, sin decirle nada, dejarle adivinar lo que no quiere confesar el orgullo (...)
También
cultivó la amistad del mexicano Alfonso Reyes, a quien conoció a través de Pedro Henríquez Ureña. Durante la etapa en que
Reyes fue embajador en Buenos Aires (de 1927 a 1930) se
veían con frecuencia, primero en la villa de Victoria Ocampo y después en las
tertulias que el propio Reyes organizaba los domingos en la sede diplomática.
A Borges «sobre todo le subyugaba el refinado y seductor estilo literario del
escritor mexicano», hasta el
punto de considerarlo «el mejor prosista de lengua española en cualquier
época». En su recuerdo escribió el poema In memoriam. Para algunos críticos, su cuento Funes el memorioso sugiere un «velado reconocimiento y
homenaje del ya maduro alumno a su evocado mentor».
De
izquierda a derecha, Adolfo Bioy Casares, Victoria
Ocampo y
Jorge Luis Borges en Mar
del Plata en 1935.
Aparte
de estos amigos muy cercanos —y de Silvina
Ocampo, hermana de Victoria y mujer de Bioy—, que lo fueron desde el
principio de la década de los treinta hasta el fin, otros que giraron en la
órbita de ese grupo —en distintas épocas y por diversos espacios de tiempo—
fueron Carlos Mastronardi, Emma Risso Platero, Francisco Luis Bernárdez, Xul Solar, Ernesto
Sabato, Enrique
Amorim, Ricardo Güiraldes, Oliverio
Girondo, Norah
Lange, Elvira de Alvear, Ulises Petit de Murat, Santiago
Dabove,Alicia Jurado, Julio César Dabove, Gloria
Alcorta, Estela
Canto, María Esther Vázquez, Néstor
Ibarra y Héctor Germán Oesterheld. Macedonio Fernández no fue estrictamente amigo sino una
especie de mentor de Borges, y únicamente durante unos años, hasta que se
distanciaron por razones políticas. Curiosamente, Fernández se graduó de
abogado en la Universidad de Buenos Aires en 1897, junto a los padres de Borges y
Peyrou.
Maurice Abramowicz, es
un abogado, escritor y poeta de origen judío-polaco. Borges lo conoció en
Ginebra en 1914, mientras estudiaba en el Collège Calvin. Dos años menor que
Borges, lo inició en la lectura de Rimbaud y mantuvo correspondencia con él
sobre temas literarios. En algunos relatos Borges le atribuye comentarios o
le dedica páginas. José
Bianco (1908-1986)
fue un escritor y traductor argentino. Publicó, entre otras obras, La pequeña Gyaros (cuentos, 1932), Sombras suele vestir(1941) y Las ratas (novela, 1941). Realizó excelentes
traducciones, como Otra
vuelta de tuerca, La
lección del maestro, La
muerte del león y Hermosas imágenes. Borges,
fue su amigo personal y prologó diversas obras suyas y publicó, en 1944, una
reseña de la novela Las
ratas en la prestigiosa
revista Sur. Susana Bombal fue una escritora argentina. Su amigo
Borges, prologó su libro Tres
Domingos (1957) en donde
expresa que "El método narrativo es el de Virginia
Woolf; no recibimos los hechos directamente sino su reflejo en una
conciencia y la pasión o el pensamiento con los datos sensibles". En
1969 obtuvo el Premio Municipal de Teatro Leído (Green wings, una
versión anterior de esta obra, escrita en inglés, había sido publicada por la
editorial Losange en 1959). El
cuadro de Anneke Loos (cuentos,
1963) fue premiado por la Sociedad Argentina de Escritores con la Faja de
Honor. Borges publicó en 1971 El
arte de Susana Bombal, un ensayo sobre su obra aparecido en el diario La
Nación.
Las
mujeres y el sexo en la vida y en la obra de Borges[
Borges y un grupo de admiradoras.
El
papel de las mujeres en la vida y en la obra de Borges ha hecho correr ríos
de tinta. Con respecto a su madre, por ejemplo, el hispanista escocés Edwin Williamson le
atribuye una importancia fundamental en su biografía sobre Borges.105 106 Esa cualidad de «madre opresora» fue
desmentida por el propio Borges, que reconoció siempre la autoridad de su
padre, y quien a diferencia de la «ignorante familia de su madre» (según él
mismo afirmó) le heredó un «mundo intelectualmente más complejo», el idioma
inglés y su biblioteca, el hecho más importante de su vida según su famosa
confesión. Para Emir Rodríguez Monegal, por
ejemplo, el papel de «Madre» en la vida de Borges era menor: «la parte que
Madre juega en el mito personal de Borges: está siempre allí, siempre
mencionada con cortesía, pero siempre mantenida (de manera muy sutil) en una
posición subordinada.» Prácticamente todos los biógrafos coinciden en esta
interpretación de la menor importancia relativa de Leonor
Acevedo en la
vida de su hijo, excepto Estela
Canto que
fue víctima de su desdén.
Los
pormenores de su estancia en Ginebra y España durante la adolescencia, en
donde no solo tuvo su primera y según todos sus biógrafos traumática
experiencia sexual, sino que conoció a su primer amor, Emilie, y encontró una
nueva literatura y nuevos amigos con quien compartirla. La sorprendente y
detectivesca «evidencia» del gran amor de Borges —cuya identidad ha sido
siempre motivo de especulación— es la tan aparentemente tangencial Norah
Lange. A ella, por ejemplo, según Williamson, estarían dedicados los Two English Poems y, desde luego, Historia universal de la infamia.
La profunda huella que le habría dejado su rechazo, la supuesta rivalidad con
el estentóreo Oliverio
Girondo por
los favores de Norah. Así, varias mujeres han gravitado en la vida de Borges:
Emilie, Concepción Guerrero, Norah Lange, Estela Canto, Elsa Astete, María
Kodama, a las cuales habría que agregar aquellas a las que les habría
insinuado su simpatía sin éxito: Ema Risso Platero, Marta Mosquera Eastman,
Cecilia Ingenieros, Wally Zenner, Sara Diehl, Beatriz Bibiloni, Delia
Ingenieros, María Esther Vázquez, Luisa Mercedes Levinson, Esther Zemborain…
El
sexo y las mujeres son dos componentes problemáticos de la ficción de Borges:
la ausencia de estos dos elementos, que parece tan casual, realmente destaca
la extrañeza de su exclusión. Por
ejemplo, las escenas de actos sexuales se hallan casi totalmente ausentes en
los escritos borgeanos (el encuentro sexual de Emma Zunz con un marinero anónimo
es la excepción más notable) y aun la más velada sugerencia de actividades
eróticas se hallan limitadas a unos pocos relatos. Tan escaso como lo
anterior en la obra de Borges son los personajes femeninos que tengan un
papel central en la narración o que posean una personalidad independiente. En
general prima su ausencia o una presencia meramente decorativa. El mundo ficticio creado por Borges
es un lugar donde las mujeres, si es que aparecen, parecen existir como
objetos secundarios con el propósito de proveer a los hombres de una
oportunidad para el sexo. El sexo y las mujeres se utilizan principalmente
como piezas de negociación en la relación entre hombres, nunca para la
procreación o el placer. El sexo en la ficción de Borges, no es más que una táctica,
una estrategia, que otorga significado y dinamismo a la interacción entre
hombres.
Premios,
distinciones y homenajes
Homenaje a Borges en Santiago de Chile
Homenaje a Borges en Lisboa; escultura realizada por Federico
Brook.
Recibió
importantes premios y distinciones de diversas universidades y gobiernos de
diversos países. En 1961 compartió con Samuel
Beckett el Premio Formentor otorgado por el Congreso Internacional de
Editores, y que fue el comienzo de su reputación en todo el mundo occidental.
Recibirá luego el título de Commendatore por el gobierno italiano, el de
Comandante de la Orden de las Letras y Artes por el gobierno francés, la
Insignia de Caballero de la Orden del Imperio Británico y el Premio
Cervantes, entre otros galardones y títulos. Su obra fue traducida a más de
veinticinco idiomas y llevada al cine y a la televisión.10
En 1999 el gobierno argentino emitió una serie de
monedas conmemorativas por el centenario del nacimiento de Borges. El
gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires organiza
visitas guiadas gratuitas sobre puntos de la ciudad que tuvieron que ver con
Borges y un tramo de la Calle Serrano, del barrio de Palermo, fue renombrado como Jorge Luis Borges en honor al escritor. De modo
similar, una banca del jardín zoológico de Buenos Aires conmemora al escritor
con un panel, que refiere que era en esa banca que Borges se sentaba para
mirar a los tigres, por los que sentía fascinación. A continuación se
presenta un listado cronológico de los diversos premios, distinciones y
homenajes recibidos por Borges durante su vida.
·
1929. Da a conocer su tercer libro de
poemas, Cuaderno San Martín,
con el que gana el segundo Premio Municipal de Poesía de Buenos Aires.
·
1944. Su obra Ficciones recibe de la Sociedad Argentina de
Escritores (SADE)
el Gran Premio de Honor.
·
1956. Es nombrado catedrático titular en
la Universidad de Buenos Aires y recibe un doctorado honoris causa de la Universidad de Cuyo.
·
1957. Dicta una conferencia el 23 de
octubre en la Biblioteca
Pública de la Universidad Nacional de La Plata mientras ocupaba el cargo de director de
la Biblioteca Nacional de Buenos Aires sobre el tema "Los castillos en
el primer círculo".112 113
·
1961. Comparte con Samuel Beckett el
Premio Internacional de Literatura (10 mil dólares), otorgado por el Congreso
Internacional de Editores en Formentor, Mallorca. Es condecorado por el
presidente de Italia, Giovanni Gronchi, con la Orden de Commendatore.
·
1962. Recibe en Buenos Aires el Gran
Premio del Fondo Nacional de las Artes. Recibe la insignia de Commandeur de
l'Ordre des Lettres et des Arts del gobierno de Francia.
·
1963. En diciembre es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de los Andes, en
Colombia.
·
1964. El gobierno peruano le otorga la
Orden del Sol en el grado de Comendador. La revista francesa L'Herne le
dedica un número especial monográfico de homenaje, con numerosas
colaboraciones nacionales y extranjeras.
·
1965. Recibe en Gran Bretaña la insignia
de Caballero de la Orden del Imperio Británico, donde se le otorga el título
de Sir. Recibe la
medalla de oro del IX Premio de Poesía de la ciudad de Florencia.
·
1966. La comuna de Milán le entrega el
Premio Internacional Madonnina. La Fundación Ingram Merril de Nueva York le
concede su premio literario (5 mil dólares).
·
1968. Es nombrado miembro de la Academia
de Artes y Ciencias de los Estados Unidos. Recibe del gobierno de Italia las
insignias de Gran Oficial de la Orden al Mérito de la República Italiana.
·
1970. La Fundación Bienal de San Pablo
(Brasil) le otorga el Premio Interamericano de Literatura 'Matarazzo
Sobrinho' (25 mil dólares), el más importante del país, durante el Primer
Seminario de Literatura de las Américas. Se lo nombra miembro de la 'The
Hispanic Society of America', Nueva York.
·
1971. Viaja a Estados Unidos para recibir
los nombramientos de la American Academy of Art and Letter de Nueva York y
del Instituto de Artes y Letras de Estados Unidos (INAL) como miembro
honorario de ambas instituciones. En Israel recibe el Premio Jerusalén (2
mil dólares). Es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de
Columbia, Nueva York. En abril viaja a Londres, invitado por el Instituto de
Arte Contemporáneo que lo incorpora como miembro de su cuerpo docente. La
Universidad de Oxford le confiere el título de doctor honoris causa como Doctor en Letras.
·
1972. Viaja a Estados Unidos para recibir
el doctorado honoris causa en Humanidades por la Universidad de
Michigan State, East Lansing, Míchigan. En septiembre se lo nombra miembro
del Museo Judío de Buenos Aires.
·
1973. La Municipalidad de Buenos Aires lo
declara ciudadano ilustre. Viaja junto con Claude Hornos de Acevedo a España
y México, donde recibe el Premio Internacional Alfonso
Reyes.
·
1974. En Milán,
Franco María Ricci publica el cuento El
congreso en una edición
lujosísima con letras de oro.
·
1976. Recibe el título de doctor honoris causa de la Universidad de Cincinnati. En
Chile, recibe el título de doctor honoris causa por la Universidad de Chile y la dictadura militar lo condecora con la Gran Cruz de la Orden al Mérito Bernardo O´Higgins.
·
1977. Recibe el título de doctor honoris
causa por la Universidad de La Sorbona. Le otorga el mismo título la
Universidad de Tucumán.
·
1979. La Academia Francesa lo distingue
con una medalla de oro. Recibe la Orden al Mérito de la República Federal
Alemana y la Cruz Islandesa del Halcón en el grado de Comendador con
estrella. Se le hace un homenaje nacional en el Teatro Cervantes, con motivo
de cumplir los ochenta años.
·
1980. Recibe el Gran Premio de la Real Academia Española, el Premio
Cervantes (5
millones de pesetas), otorgado por el Ministerio de Cultura de España. Lo
comparte con el poeta español Gerardo Diego. Recibe en París el Premio Mundial Cino Del Duca (200 mil francos). Sandro Pertini,
presidente de Italia, le entrega el Premio
Balzan (140
mil dólares).
·
1981. Viaja a Estados Unidos, Puerto Rico
y México, donde recibe el premio Ollin Yoliztli (70 mil dólares).
·
1983. En su última visita a España,
recibe la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio. En
París, el presidente Miterrand le hace entrega de la Legión de Honor. Recoge
en Estados Unidos el premio de la Fundación Ingersoll (15 mil dólares).
·
1984. En Sicilia recibe una rosa de oro como homenaje y
símbolo de la sabiduría. Vuelve a Estados Unidos, donde el editor italiano
Ricci le entrega 84 libras esterlinas de oro, una por cada año de vida.
Vuelve a Italia, recibe de manos del presidente Pertini la Gran Cruz de la
Orden al Mérito. Va a Marruecos y a Lisboa,
donde es condecorado.
·
1984. Obtuvo el Premio
Konex de
Brillante a la figura más importante de la historia de las Letras en
Argentina, otorgado por la Fundación Konex.
A
pesar de su enorme prestigio intelectual y el reconocimiento universal que ha
merecido su obra, no fue distinguido con el Premio Nobel de Literatura, no
obstante haber sido nominado por muchos años consecutivos. Se especula que
fue excluido de la posibilidad de obtenerlo por haber aceptado un premio
otorgado por el Régimen Militar de Augusto
Pinochet.
Obras
Jorge Luis Borges en 1976.
Si
bien la poesía fue uno de los fundamentos del quehacer literario de Borges,
el ensayo y la narrativa fueron los géneros que le reportaron el
reconocimiento universal. Dotado de una vasta cultura, elaboró una obra de
gran solidez intelectual sobre el andamiaje de una prosa precisa y austera, a
través de la cual manifestó un irónico distanciamiento de las cosas y su
delicado lirismo. Sus estructuras narrativas alteran las formas
convencionales del tiempo y del espacio para crear mundos alternativos de
gran contenido simbólico, construidos a partir de reflejos, inversiones y
paralelismos. Los relatos de Borges toman la forma de acertijos, o de
potentes metáforas de trasfondo metafísico. Borges, además, escribió guiones
de cine y una considerable cantidad de crítica literaria y prólogos. Editó numerosas
antologías y fue un prominente traductor de inglés, francés y alemán (también
tradujo obras del anglosajón y del
escandinavo antiguo) Su ceguera
influyó enormemente en su escritura posterior. Entre sus intereses
intelectuales destacan la mitología, la matemática (véase también Borges y la matemática), la teología, la filosofía y, como integración de éstas, el sentido
borgiano de la literatura como recreación —todos estos temas son tratados
unas veces como juego y otras con la mayor seriedad—. Borges vivió la mayor
parte del siglo
XX, por lo que vivió el período modernista de la cultura y la literatura,
especialmente el simbolismo. Su
ficción es profundamente erudita y siempre concisa.
Desde
una perspectiva más histórica, la obra de Borges puede dividirse en períodos.
Una primera etapa inicial, vanguardista, acotada entre los años 1923 y 1930.
Este período está caracterizado por la importancia fundamental del poema, el
verso libre y la proliferación metafórica (sobre todo la proveniente de Lugones), la apelación a unneobarroco de raigambre española (Quevedo, en primer término) y cierto
nacionalismo literario, que llega a proclamar la independencia idiomática de
Argentina, en textos luego repudiados por el propio autor. A este período
pertenecen los poemarios Fervor
de Buenos Aires, Luna de
enfrente y Cuaderno San Martín, así como
los ensayos deInquisiciones, El
tamaño de mi esperanza, El
idioma de los argentinos y Evaristo Carriego. A partir
de 1930 la obra de Borges, durante unos treinta años, se inclinará a la prosa
y surgirá una doble vertiente de su tarea: el ensayo breve, normalmente de
lecturas literarias, y la llamada "ficción", que no es
estrictamente un cuento, aunque su trámite sea narrativo y su convención de
lectura sea la ficcional. En ella aparecen, a menudo, escritores y libros
apócrifos como Pierre Ménard y su Quijote, o Herbert Quain. Apelando a citas
deliberadamente erróneas en sus meditaciones sobre la tradición literaria,
Borges definía la tarea del escritor como esencialmente falsificadora y
desdibujaba toda pretensión de originalidad y creación. La literatura era,
según su concepción, la infinita lectura de unos textos que surgen de otros y
remite a un texto original, perdido, inexistente o tachado. En otro sentido,
la obra ficcional borgiana se inclinó a temas recurrentes, como son lo
fantasmal de la vida, el combate singular como reconocimiento del otro en el
acto de darle muerte, el espejo como cifra de las apariencias mundanas, la
lejanía y la desdicha vinculadas con la relación amorosa, o la busca del
nombre de los nombres, el prohibido nombre de Dios, donde se realicen las
fantasías de perfecta adecuación entre las palabras y las cosas. Estéticamente,
en este segundo período de su obra, Borges efectuó una crítica radical a sus
años de vanguardista. Se replegó hacia una actitud estética de apariencia
neoclásica, aunque en él pervivieran los tópicos del infinito y de lo
inefable, recogidos en sus juveniles frecuentaciones de Schopenhauer y de
los poetas románticos alemanes. El afán de tersura en la expresión, la
relectura de los clásicos y su cita constante, la concisión que exigen los
géneros breves, son todos gestos de su neoclasicismo en el que la razón
intenta ordenar, jerarquizar y clarificar hasta los límites admisibles de su
poder sobre el lenguaje, siempre resbaladizo, engañoso y ambiguo. Borges en
esta etapa vuelve sobre algunos episodios costumbristas de ambiente campesino
o suburbial, que había tratado en su juventud, como el duelo a cuchillo, para
repasarlos en un contexto de mitología universal. Así, sus gauchos y
compadritos de las orillas se entreverán con los héroes homéricos, los
teólogos medievales y los piratas del mar de la China. No son ya el motivo de
una exaltación peculiarista ni se los encara como emblemas de un universo
cultural castizo y cerrado, sino que se los relativiza en un marco de ambiciones
eclécticas y cosmopolitas. A este período, prescindiendo de antologías y
reelaboraciones, pertenecen los ensayos de Discusión (1932), Historia de la eternidad (1936) y Otras Inquisiciones (1952); los relatos de Historia universal de la infamia (1935), de Ficciones (1944) y El Aleph (1949), y un buen número de obras en
colaboración con Bioy Casares (Seis
problemas para don Isidro Parodi, 1942; Dos
fantasías memorables, 1946; Un
modelo para la muerte, 1946, y los guiones cinematográficos Los Orilleros y El
paraíso de los creyentes, 1955, con Delia Ingenieros (Antiguas literaturas germánicas,
1951), con Betina
Edelberg (Leopoldo
Lugones, 1955) y con Margarita Guerrero (El Martín Fierro, 1953 y Manual de zoología fantástica,
1957).
La
mayoría de sus historias más populares abunda en la naturaleza del tiempo, el infinito, los espejos, laberintos, la
realidad y la identidad; mientras otras se centran en temas fantásticos. El
mismo Borges cuenta historias más o menos reales de la vida sudamericana;
historias de héroes populares, soldados, gauchos,
detectives y figuras históricas, mezclando la realidad con la fantasía y los
hechos con la ficción.
Su libro de cuentos Ficciones es uno de los
cien mejores libros de todos los tiempos según el Club de Libros de Noruega, y uno de los cien
mejores del siglo XX según el diario parisino Le
Monde.
Con
un manejo inusual de las palabras, la obra borgiana impulsó una renovación
del lenguaje narrativo, resaltando la índole ficticia del texto y amalgamando
fuentes y culturas de índole diversa (europeas y orientales, vanguardistas y
clásicas) a través de la parodia y la ironía. Sus textos surgen de otros
textos previos, y suponen una estrecha familiaridad con ellos. Las tramas se
superponen a otras tramas, cada párrafo es la variación de otra escritura o
lectura previas. Es difícil no descubrir algunas de sus claves; es casi
imposible descifrarlas todas. Su escritura rescata ideas y preguntas que
atraviesan el pensamiento occidental desde sus remotos orígenes y las
reformula, legándolas a la posteridad. No intenta seriamente solucionar las
contradicciones; prefiere resaltarlas, reordenándolas en paradojas, a las que
envuelve una y otra vez con diferente ropaje.
En
sus páginas más características, propone un contexto lúdico y desafía al
lector a resolver un enigma. Como en un buen laberinto policial, exhibe todas
las pistas necesarias para deducir las respuestas; entre esas pistas se
destaca su propia biblioteca clasificada y comentada. Hay una solución obvia
que satisface al detective chapucero, pero la verdadera clave está reservada
para el héroe. Cuál es el enigma y quién es en realidad ese héroe son también
parte del misterio. Abunda en referencias inexistentes disimuladas entre un
fárrago de citas eruditas. Hay frases copiadas traviesamente de obras ajenas,
guiños al iniciado, a sus amistades y a sí mismo. Sus mejores cuentos
acumulan múltiples significados, ordenados en capas que se tornan
alternativamente transparentes u opacas según el punto de vista. El lector
vislumbra un reflejo aquí y otro allá, de acuerdo a su experiencia y a sus
circunstancias; la comprensión completa, sin embargo, nos está vedada. El
único privilegiado es el tramoyista, el que visualiza el universo cifrado, el
que urdió la trama, ubicado en el centro del laberinto, reflejado y
multiplicado en sus propias palabras: el mismísimo Jorge Luis Borges.
Como
afirmó Octavio
Paz, Borges ofreció dádivas sacrificiales a dos deidades
normalmente contrapuestas: la sencillez y lo extraordinario. En muchos textos
Borges logró un maravilloso equilibrio entre ambas: lo natural que nos
resulta raro y lo extraño que nos es familiar. Tal proeza determinó el lugar
excepcional de Borges en la literatura.124 En ese mismo sentido, Fritz Rufolf Fries
sostuvo que Borges consiguió formar su propia identidad en el espejo de los
autores que él interrogaba, mostrándonos lo insólito de lo ya conocido.
Traducciones
A la
edad de 11 años, tradujo a Oscar
Wilde. Borges creía
que la traducción podía superar al original y que la alternativa y
potencialmente contradictoria revisión del original podía ser igualmente
válida, más aún, que el original o la traducción literal no tenía por qué ser
fiel a la traducción. A lo largo de su vida, tradujo, modificando sutilmente,
el trabajo de, entre otros, Edgar
Allan Poe, Franz
Kafka, James
Joyce, Hermann Hesse, Rudyard Kipling, Herman
Melville, André
Gide,William
Faulkner, Walt
Whitman, Virginia
Woolf, Henri
Michaux, Jack
London, Gustav
Meyrink, Novalis, Marcel
Schwob,George Bernard Shaw, May Sinclair, Jonathan
Swift, H. G.
Wells y G. K.
Chesterton.12
Cuentos
Poemas
Ensayos
Póstumos
·
Borges
profesor (2002).
Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires. ISBN
9788495908346
·
El
aprendizaje del escritor (2014).
Transcripción del seminario sobre escritura que dictó en Columbia, en 1971
·
Conferencias sobre el tango (¿?)
Memorias
·
Autobiografía o Un
ensayo autobiográfico (1999,
como libro; publicado por primera vez en inglés, en 1970, por The New Yorker).
Antologías
Obras en
colaboración
·
Antología poética argentina (1941), con Bioy Casares y Silvina Ocampo
·
El compadrito (1945), antología de textos de autores
argentinos en colaboración con Silvina
Bullrich
·
Los mejores cuentos policiales (1943 y 1956), con Bioy Casares
·
Introducción a la literatura inglesa (1965), con María Esther Váquez
·
Literaturas germánicas medievales (1966), con María Esther Vázquez, revisa
y corrige el tratado Antiguas literaturas germánicas
·
Introducción a la literatura
norteamericana (1967),
con Estela Zemborain de Torres
·
Diálogos (1976), con Ernesto Sabato
·
Breve antología anglosajona (1978), con María Kodama
Guiones de
cine
Filmografía
sobre Borges
En 1978 se estrenó una
película documental dirigida por Ricardo Wullicher llamada Borges para millones sobre la vida y obra del escritor.
|
...Jorge Luis Borges
(1981)
LA FAMA
Recordar...
la parra, el zaguán y el aljibe. Haber heredado el inglés...profesar el amor
del alemán y la nostalgia del latín.
Agradecer
el ajedrez y el jazmín...Conocer las ilustres incertidumbres que son la
metafísica. No haber salido de mi biblioteca.
..Haber
enseñado lo que no sé a quienes sabrán más que yo. Haber urdido algún
endecasílabo. Haber vuelto a contar historias.
Ser
ciudadano de Ginebra, de Montevideo, de Austin y (como todos los hombres de
Roma).
Ser
esa cosa que nadie puede definir: argentino. Ser ciego.
Ninguna
de esas cosas es rara y su conjunto me depara una fama que no acabo de
comprender.
Tlön,
Uqbar, Orbis Tertius
[Cuento. Texto completo.]
Jorge Luis Borges
I
Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el
descubrimiento de Uqbar. El espejo inquietaba el fondo de un corredor en una
quinta de la calle Gaona, en Ramos Mejía; la enciclopedia falazmente se llama
The Anglo-American Cyclopaedía (New York, 1917) y es una
reimpresión literal, pero también morosa, de la Encyclopaedia Britannica de
1902. El hecho se produjo hará unos cinco años. Bioy Casares había cenado
conmigo esa noche y nos demoró una vasta polémica sobre la ejecución de una
novela en primera persona, cuyo narrador omitiera o desfigurara los hechos e
incurriera en diversas contradicciones, que permitieran a unos pocos lectores
-a muy pocos lectores- la adivinación de una realidad atroz o banal. Desde el
fondo remoto del corredor, el espejo nos acechaba. Descubrimos (en la alta
noche ese descubrimiento es inevitable) que los espejos tienen algo monstruoso.
Entonces Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había
declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el
número de los hombres. Le pregunté el origen de esa memorable sentencia y me
contestó que The Anglo-American Cyclopaedia la registraba, en
su artículo sobre Uqbar. La quinta (que habíamos alquilado amueblada) poseía un
ejemplar de esa obra. En las últimas páginas del volumen XLVI dimos con un
artículo sobre Upsala; en las primeras del XLVII, con uno sobre Ural-Altaic
Languages, pero ni una palabra sobre Uqbar. Bioy, un poco azorado,
interrogó los tomos del índice. Agotó en vano todas las lecciones imaginables:
Ukbar, Ucbar, Ookbar, Oukbahr... Antes de irse, me dijo que era una región del
Irak o del Asia Menor. Confieso que asentí con alguna incomodidad. Conjeturé
que ese país indocumentado y ese heresiarca anónimo eran una ficción
improvisada por la modestia de Bioy para justificar una frase. El examen
estéril de uno de los atlas de Justus Perthes fortaleció mi duda.
Al día siguiente, Bioy me llamó desde Buenos Aires. Me dijo que tenía
a la vista el artículo sobre Uqbar, en el volumen XXVI de la Enciclopedia. No
constaba el nombre del heresiarca, pero sí la noticia de su doctrina, formulada
en palabras casi idénticas a las repetidas por él, aunque -tal vez-
literariamente inferiores. Él había recordado: Copulation and mirrors
are abominable. El texto de la Enciclopedia decía: Para uno de esos
gnósticos, el visible universo era una ilusión o (más precisamente) un sofisma.
Los espejos y la paternidad son abominables (mirrors and fatherhood
are hateful) porque lo multiplican y lo divulgan. Le dije, sin
faltar a la verdad, que me gustaría ver ese artículo. A los pocos días lo trajo.
Lo cual me sorprendió, porque los escrupulosas índices cartográficos de laErdkunde de
Ritter ignoraban con plenitud el nombre de Uqbar.
El volumen que trajo Bioy era efectivamente el XXVI de la Anglo-American
Cyclopaedia. En la falsa carátula y en el lomo, la indicación alfabética
(Tor-Ups) era la de nuestro ejemplar, pero en vez de 917 páginas constaba de
921. Esas cuatro páginas adicionales comprendían al artículo sobre Uqbar; no
previsto (como habrá advertido el lector) por la indicación alfabética.
Comprobamos después que no hay otra diferencia entre los volúmenes. Los dos
(según creo haber indicado) son reimpresiones de la décima Encyclopaedia
Britannica. Bioy había adquirido su ejemplar en uno de tantos remates.
Leímos con algún cuidado el artículo. El pasaje recordado por Bioy era
tal vez el único sorprendente. El resto parecía muy verosímil, muy ajustado al
tono general de la obra y (como es natural) un poco aburrido. Releyéndolo,
descubrimos bajo su rigurosa escritura una fundamental vaguedad. De los catorce
nombres que figuraban en la parte geográfica, sólo reconocimos tres -Jorasán,
Armenia, Erzerum-, interpolados en el texto de un modo ambiguo. De los nombres
históricos, uno solo: el impostor Esmerdis el mago, invocado más bien como una
metáfora. La nota parecía precisar las fronteras de Uqbar, pero sus nebulosos
puntos de referencias eran ríos y cráteres y cadenas de esa misma región.
Leímos, verbigracia, que las tierras bajas de Tsai Jaldún y el delta del Axa
definen la frontera del sur y que en las islas de ese delta procrean los
caballos salvajes. Eso, al principio de la página 918. En la sección histórica
(página 920) supimos que a raíz de las persecuciones religiosas del siglo
trece, los ortodoxos buscaron amparo en las islas, donde perduran todavía sus
obeliscos y donde no es raro exhumar sus espejos de piedra. La sección idioma
y literatura era breve. Un solo rasgo memorable: anotaba que la
literatura de Uqbar era de carácter fantástico y que sus epopeyas y sus
leyendas no se referían jamás a la realidad, sino a las dos regiones
imaginarias de Mlejnas y de Tlön... La bibliografía enumeraba cuatro volúmenes
que no hemos encontrado hasta ahora, aunque el tercero -Silas Haslam: History
of the Land Called Uqbar, 1874-figura en los catálogos de librería de
Bernard Quaritch.1 El primero, Lesbare und lesenswerthe Bemerkungen über
das Land Ukkbar in Klein-Asien, data de 1641 y es obra de Johannes
Valentinus Andreä. El hecho es significativo; un par de años después, di con
ese nombre en las inesperadas páginas de De Quincey (Writings,
decimotercero volumen) y supe que era el de un teólogo alemán que a principios
del siglo XVII describió la imaginaria comunidad de la Rosa-Cruz -que otros
luego fundaron, a imitación de lo prefigurado por él.
Esa noche visitamos la Biblioteca Nacional. En vano fatigamos atlas,
catálogos, anuarios de sociedades geográficas, memorias de viajeros e
historiadores: nadie había estado nunca en Uqbar. El índice general de la
enciclopedia de Bioy tampoco registraba ese nombre. Al día siguiente, Carlos
Mastronardi (a quien yo había referido el asunto) advirtió en una librería de
Corrientes y Talcahuano los negros y dorados lomos de la Anglo-American
Cyclopaedía... Entró e interrogó el volumen XXVI. Naturalmente, no dio con
el menor indicio de Uqbar.
II
Algún recuerdo limitado y menguante de Herbert Ashe, ingeniero de los
ferrocarriles del Sur, persiste en el hotel de Adrogué, entre las efusivas
madreselvas y en el fondo ilusorio de los espejos. En vida padeció de
irrealidad, como tantos ingleses; muerto, no es siquiera el fantasma que ya era
entonces. Era alto y desganado y su cansada barba rectangular había sido roja.
Entiendo que era viudo, sin hijos. Cada tantos años iba a Inglaterra: a visitar
(juzgo por unas fotografías que nos mostró) un reloj de sol y unos robles. Mi
padre había estrechado con él (el verbo es excesivo) una de esas amistades
inglesas que empiezan por excluir la confidencia y que muy pronto omiten el
diálogo. Solían ejercer un intercambio de libros y de periódicos; solían
batirse al ajedrez, taciturnamente... Lo recuerdo en el corredor del hotel, con
un libro de matemáticas en la mano, mirando a veces los colores irrecuperables
del cielo. Una tarde, hablamos del sistema duodecimal de numeración (en el que
doce se escribe 10). Ashe dijo que precisamente estaba trasladando no sé qué
tablas duodecimales a sexagesimales (en las que sesenta se escribe 10). Agregó
que ese trabajo le había sido encargado por un noruego: en Rio Grande do Sul.
Ocho años que lo conocíamos y no había mencionado nunca su estadía en esa
región... Hablamos de vida pastoril, de capangas, de la etimología
brasilera de la palabra gaucho (que algunos viejos orientales
todavía pronuncian gaúcho) y nada más se dijo -Dios me perdone- de
funciones duodecimales. En setiembre de 1937 (no estábamos nosotros en el
hotel) Herbert Ashe murió de la rotura de un aneurisma. Días antes, había
recibido del Brasil un paquete sellado y certificado. Era un libro en octavo
mayor. Ashe lo dejó en el bar, donde -meses después- lo encontré. Me puse a
hojearlo y sentí un vértigo asombrado y ligero que no describiré, porque ésta
no es la historia de mis emociones sino de Uqbar y Tlön y Orbis Tertius. En una
noche del Islam que se llama la Noche de las Noches se abren de par en par las
secretas puertas del cielo y es más dulce el agua en los cántaros; si esas
puertas se abrieran, no sentiría lo que en esa tarde sentí. El libro estaba
redactado en inglés y lo integraban 1001 páginas. En el amarillo lomo de cuero
leí estas curiosas palabras que la falsa carátula repetía: A First
Encyclopaedia of Tlön. vol. XI. Hlaer to Jangr. No había indicación de
fecha ni de lugar. En la primera página y en una hoja de papel de seda que
cubría una de las láminas en colores había estampado un óvalo azul con esta
inscripción: Orbis Tertius. Hacía dos años que yo había descubierto
en un tomo de cierta enciclopedia práctica una somera descripción de un falso
país; ahora me deparaba el azar algo más precioso y más arduo. Ahora tenía en
las manos un vasto fragmento metódico de la historia total de un planeta
desconocido, con sus arquitecturas y sus barajas, con el pavor de sus
mitologías y el rumor de sus lenguas, con sus emperadores y sus mares, con sus
minerales y sus pájaros y sus peces, con su álgebra y su fuego, con su
controversia teológica y metafísica. Todo ello articulado, coherente, sin
visible propósito doctrinal o tono paródico.
En el "onceno tomo" de que hablo hay alusiones a tomos
ulteriores y precedentes. Néstor Ibarra, en un artículo ya clásico de la N. R.
F., ha negado que existen esos aláteres; Ezequiel Martínez Estrada y Drieu La
Rochelle han refutado, quizá victoriosamente, esa duda. El hecho es que hasta
ahora las pesquisas más diligentes han sido estériles. En vano hemos desordenado
las bibliotecas de las dos Américas y de Europa. Alfonso Reyes, harto de esas
fatigas subalternas de índole policial, propone que entre todos acometamos la
obra de reconstruir los muchos y macizos tomos que faltan: ex ungue
leonem. Calcula, entre veras y burlas, que una generación de tlönistas puede
bastar. Ese arriesgado cómputo nos retrae al problema fundamental: ¿Quiénes
inventaron a Tlön? El plural es inevitable, porque la hipótesis de un solo
inventor -de un infinito Leibniz obrando en la tiniebla y en la modestia- ha
sido descartada unánimemente. Se conjetura que este brave new world es
obra de una sociedad secreta de astrónomos, de biólogos, de ingenieros, de
metafísicos, de poetas, de químicos, de algebristas, de moralistas, de pintores,
de geómetras... dirigidos por un oscuro hombre de genio. Abundan individuos que
dominan esas disciplinas diversas, pero no los capaces de invención y menos los
capaces de subordinar la invención a un riguroso plan sistemático. Ese plan es
tan vasto que la contribución de cada escritor es infinitesimal. Al principio
se creyó que Tlön era un mero caos, una irresponsable licencia de la
imaginación; ahora se sabe que es un cosmos y las íntimas leyes que lo rigen
han sido formuladas, siquiera en modo provisional. Básteme recordar que las
contradicciones aparentes del Onceno Tomo son la piedra fundamental de la
prueba de que existen los otros: tan lúcido y tan justo es el orden que se ha
observado en él. Las revistas populares han divulgado, con perdonable exceso,
la zoología y la topografía de Tlön; yo pienso que sus tigres transparentes y
sus torres de sangre no merecen, tal vez, la continua atención de todos los
hombres. Yo me atrevo a pedir unos minutos para su concepto del universo.
Hume notó para siempre que los argumentos de Berkeley no admiten la
menor réplica y no causan la menor convicción. Ese dictamen es del todo
verídico en su aplicación a la tierra; del todo falso en Tlön. Las naciones de
ese planeta son -congénitamente- idealistas. Su lenguaje y las derivaciones de
su lenguaje -la religión, las letras, la metafísica- presuponen el idealismo.
El mundo para ellos no es un concurso de objetos en el espacio; es una serie
heterogénea de actos independientes. Es sucesivo, temporal, no espacial. No hay
sustantivos en la conjetural Ursprache de Tlön, de la que
proceden los idiomas "actuales" y los dialectos: hay verbos
impersonales, calificados por sufijos (o prefijos) monosilábicos de valor
adverbial. Por ejemplo: no hay palabra que corresponda a la palabra luna,
pero hay un verbo que sería en español lunecer o lunar. Surgió
la luna sobre el río se dicehlör u fang axaxaxas mlö o
sea en su orden: hacia arriba (upward) detrás duradero-fluir luneció.
(Xul Solar traduce con brevedad: upa tras perfluyue lunó. Upward,
behind the onstreaming it mooned.
Lo anterior se refiere a los idiomas del hemisferio austral. En los
del hemisferio boreal (de cuya Ursprache hay muy pocos datos
en el Onceno Tomo) la célula primordial no es el verbo, sino el adjetivo
monosilábico. El sustantivo se forma por acumulación de adjetivos. No se
dice luna: se dice aéreo-claro sobre oscuro-redondo o anaranjado-tenue-de1
cielo o cualquier otra agregación. En el caso elegido la masa de
adjetivos corresponde a un objeto real; el hecho es puramente fortuito. En la
literatura de este hemisferio (como en el mundo subsistente de Meinong) abundan
los objetos ideales, convocados y disueltos en un momento, según las
necesidades poéticas. Los determina, a veces, la mera simultaneidad. Hay
objetos compuestos de dos términos, uno de carácter visual y otro auditivo: el
color del naciente y el remoto grito de un pájaro. Los hay de muchos: el sol y
el agua contra el pecho del nadador, el vago rosa trémulo que se ve con los
ojos cerrados, la sensación de quien se deja llevar por un río y también por el
sueño. Esos objetos de segundo grado pueden combinarse con otros; el proceso,
mediante ciertas abreviaturas, es prácticamente infinito. Hay poemas famosos
compuestos de una sola enorme palabra. Esta palabra integra un objeto
poético creado por el autor. El hecho de que nadie crea en la realidad
de los sustantivos hace, paradójicamente, que sea interminable su número. Los
idiomas del hemisferio boreal de Tlön poseen todos los nombres de las lenguas
indoeuropeas y otros muchos más.
No es exagerado afirmar que la cultura clásica de Tlön comprende una
sola disciplina: la psicología. Las otras están subordinadas a ella. He dicho
que los hombres de ese planeta conciben el universo como una serie de procesos
mentales, que no se desenvuelven en el espacio sino de modo sucesivo en el
tiempo. Spinoza atribuye a su inagotable divinidad los atributos de la
extensión y del pensamiento; nadie comprendería en Tlön la yuxtaposición del
primero (que sólo es típico de ciertos estados) y del segundo -que es un
sinónimo perfecto del cosmos-. Dicho sea con otras palabras: no conciben que lo
espacial perdure en el tiempo. La percepción de una humareda en el horizonte y
después del campo incendiado y después del cigarro a medio apagar que produjo
la quemazón es considerada un ejemplo de asociación de ideas.
Este monismo o idealismo total invalida la ciencia. Explicar (o
juzgar) un hecho es unirlo a otro; esa vinculación, en Tlön, es un estado
posterior del sujeto, que no puede afectar o iluminar el estado anterior. Todo
estado mental es irreductible: el mero hecho de nombrarlo -id est, de
clasificarlo- importa un falseo. De ello cabría deducir que no hay ciencias en
Tlön -ni siquiera razonamientos. La paradójica verdad es que existen, en casi
innumerable número. Con las filosofías acontece lo que acontece con los
sustantivos en el hemisferio boreal. El hecho de que toda filosofía sea de
antemano un juego dialéctico, una Philosophie des Als Ob, ha
contribuido a multiplicarlas. Abundan los sistemas increíbles, pero de
arquitectura agradable o de tipo sensacional. Los metafísicos de Tlön no buscan
la verdad ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro. Juzgan que la
metafísica es una rama de la literatura fantástica. Saben que un sistema no es otra
cosa que la subordinación de todos los aspectos del universo a uno cualquiera
de ellos. Hasta la frase "todos los aspectos" es rechazable, porque
supone la imposible adición del instante presente y de los pretéritos. Tampoco
es lícito el plural "los pretéritos", porque supone otra operación
imposible... Una de las escuelas de Tlön llega a negar el tiempo: razona que el
presente es indefinido, que el futuro no tiene realidad sino como esperanza
presente, que el pasado no tiene realidad sino como recuerdo presente.2 Otra
escuela declara que ha transcurrido ya todo el tiempo y que
nuestra vida es apenas el recuerdo o reflejo crepuscular, y sin duda falseado y
mutilado, de un proceso irrecuperable. Otra, que la historia del universo -y en
ellas nuestras vidas y el más tenue detalle de nuestras vidas- es la escritura
que produce un dios subalterno para entenderse con un demonio. Otra, que el
universo es comparable a esas criptografías en las que no valen todos los
símbolos y que sólo es verdad lo que sucede cada trescientas noches. Otra, que
mientras dormimos aquí, estamos despiertos en otro lado y que así cada hombre
es dos hombres.
Entre las doctrinas de Tlön, ninguna ha merecido tanto escándalo como
el materialismo. Algunos pensadores lo han formulado, con menos claridad que
fervor, como quien adelanta una paradoja. Para facilitar el entendimiento de
esa tesis inconcebible, un heresiarca del undécimo siglo3 ideó el
sofisma de las nueve monedas de cobre, cuyo renombre escandaloso equivale en
Tlön al de las aporías eleáticas. De ese "razonamiento especioso" hay
muchas versiones, que varían el número de monedas y el número de hallazgos; he
aquí la más común:
El martes, X atraviesa un camino desierto y pierde nueve monedas de
cobre. El jueves, Y encuentra en el camino cuatro monedas, algo herrumbradas
por la lluvia del miércoles. El viernes, Z descubre tres monedas en el camino.
El viernes de mañana, X encuentra dos monedas en el corredor de su casa. El heresiarca
quería deducir de esa historia la realidad -id est la continuidad-
de las nueve monedas recuperadas. Es absurdo (afirmaba) imaginar
que cuatro de las monedas no han existido entre el martes y el jueves, tres
entre e1 martes y la tarde del viernes, dos entre el martes y la madrugada del
viernes. Es lógico pensar que han existido -siquiera de algún modo secreto, de
comprensión vedada a los hombres- en todos los momentos de esos tres plazos.
El lenguaje de Tlön se resistía a formular esa paradoja; los más no la
entendieron. Los defensores del sentido común se limitaron, al principio, a
negar la veracidad de la anécdota. Repitieron que era una falacia verbal,
basada en el empleo temerario de dos voces neológicas, no autorizadas por el
uso y ajenas a todo pensamiento severo: los verbos encontrar y perder,
que comportan una petición de principio, porque presuponen la identidad de las nueve
primeras monedas y de las últimas. Recordaron que todo sustantivo (hombre,
moneda, jueves, miércoles, lluvia) sólo tiene un valor metafórico. Denunciaron
la pérfida circunstancia algo herrumbradas por la lluvia del miércoles, que
presupone lo que se trata de demostrar: la persistencia de las cuatro monedas,
entre el jueves y el martes. Explicaron que una cosa es igualdad y
otra identidad y formularon una especie de reductio ad
absurdum, o sea el caso hipotético de nueve hombres que en nueve sucesivas noches
padecen un vivo dolor. ¿No sería ridículo -interrogaron- pretender que ese
dolor es el mismo?4 Dijeron que al heresiarca no lo movía sino el blasfematorio
propósito de atribuir la divina categoría de ser a unas
simples monedas y que a veces negaba la pluralidad y otras no. Argumentaron: si
la igualdad comporta la identidad, habría que admitir asimismo que las nueve
monedas son una sola.
Increíblemente, esas refutaciones no resultaron definitivas. A los
cien años de enunciado el problema, un pensador no menos brillante que el
heresiarca pero de tradición ortodoxa, formuló una hipótesis muy audaz. Esa
conjetura feliz afirma que hay un solo sujeto, que ese sujeto indivisible es
cada uno de los seres del universo y que éstos son los órganos y máscaras de la
divinidad. X es Y y es Z. Z descubre tres monedas porque recuerda que se le
perdieron a X; X encuentra dos en el corredor porque recuerda que han sido
recuperadas las otras... El Onceno Tomo deja entender que tres razones
capitales determinaron la victoria total de ese panteísmo idealista. La
primera, el repudio del solipsismo; la segunda, la posibilidad de conservar la
base psicológica de las ciencias; la tercera, la posibilidad de conservar el
culto de los dioses. Schopenhauer (el apasionado y lúcido Schopenhauer) formula
una doctrina muy parecida en el primer volumen de Parerga und
Paralipomena.
La geometría de Tlön comprende dos disciplinas algo distintas: la
visual y la táctil. La última corresponde a la nuestra y la subordinan a la
primera. La base de la geometría visual es la superficie, no el punto. Esta
geometría desconoce las paralelas y declara que el hombre que se desplaza
modifica las formas que lo circundan. La base de su aritmética es la noción de
números indefinidos. Acentúan la importancia de los conceptos de mayor y menor,
que nuestros matemáticos simbolizan por > y por <, Afirman que la
operación de contar modifica las cantidades y las convierte de indefinidas en
definidas. El hecho de que varios individuos que cuentan una misma cantidad logran
un resultado igual, es para los psicólogos un ejemplo de asociación de ideas o
de buen ejercicio de la memoria. Ya sabemos que en Tlön el sujeto del
conocimiento es uno y eterno.
En los hábitos literarios también es todopoderosa la idea de un sujeto
único. Es raro que los libros estén firmados. No existe el concepto del plagio:
se ha establecido que todas las obras son obra de un solo autor, que es
intemporal y es anónimo. La crítica suele inventar autores: elige dos obras
disímiles -el Tao Te King y las 1001 Noches, digamos-, las atribuye a un mismo
escritor y luego determina con probidad la psicología de ese interesante homme
de lettres...
También son distintos los libros. Los de ficción abarcan un solo
argumento, con todas las permutaciones imaginables. Los de naturaleza
filosófica invariablemente contienen la tesis y la antítesis, el riguroso pro y
el contra de una doctrina. Un libro que no encierra su contralibro es
considerado incompleto.
Siglos y siglos de idealismo no han dejado de influir en la realidad.
No es infrecuente, en las regiones más antiguas de Tlön, la duplicación de
objetos perdidos. Dos personas buscan un lápiz; la primera lo encuentra y no
dice nada; la segunda encuentra un segundo lápiz no menos real, pero más
ajustado a su expectativa. Esos objetos secundarios se llaman hrönir y
son, aunque de forma desairada, un poco más largos. Hasta hace poco los hrönir fueron
hijos casuales de la distracción y el olvido. Parece mentira que su metódica
producción cuente apenas cien años, pero así lo declara el Onceno Tomo. Los
primeros intentos fueron estériles. Elmodus operandí, sin embargo,
merece recordación. El director de una de las cárceles del estado comunicó a
los presos que en el antiguo lecho de un río había ciertos sepulcros y prometió
la libertad a quienes trajeran un hallazgo importante. Durante los meses que
precedieron a la excavación les mostraron láminas fotográficas de lo que iban a
hallar. Ese primer intento probó que la esperanza y la avidez pueden inhibir;
una semana de trabajo con la pala y el pico no logró exhumar otro hrön que
una rueda herrumbrada, de fecha posterior al experimento. Éste se mantuvo
secreto y se repitió después en cuatro colegios. En tres fue casi total el
fracaso; en el cuarto (cuyo director murió casualmente durante las primeras
excavaciones) los discípulos exhumaron -o produjeron- una máscara de oro, una
espada arcaica, dos o tres ánforas de barro y el verdinoso y mutilado torso de
un rey con una inscripción en el pecho que no se ha logrado aún descifrar. Así
se descubrió la improcedencia de testigos que conocieran la naturaleza
experimental de la busca... Las investigaciones en masa producen objetos
contradictorios; ahora se prefiere los trabajos individuales y casi
improvisados. La metódica elaboración de hrönir (dice el
Onceno Tomo) ha prestado servicios prodigiosos a los arqueólogos. Ha permitido
interrogar y hasta modificar el pasado, que ahora no es menos plástico y menos
dócil que el porvenir. Hecho curioso: los hrönir de segundo y
de tercer grado -los hrönir derivados de otro hrön,
los hrönir derivados del hrön de un hrön-
exageran las aberraciones del inicial; los de quinto son casi uniformes; los de
noveno se confunden con los de segundo; en los de undécimo hay una pureza de
líneas que los originales no tienen. El proceso es periódico: el hrön de
duodécimo grado ya empieza a decaer. Más extraño y más puro que todo hrön es a
veces el ur: la cosa producida por sugestión, el objeto educido por
la esperanza. La gran máscara de oro que he mencionado es un ilustre ejemplo.
Las cosas se duplican en Tlön; propenden asimismo a borrarse y a
perder los detalles cuando los olvida la gente. Es clásico el ejemplo de un
umbral que perduró mientras lo visitaba un mendigo y que se perdió de vista a
su muerte. A veces unos pájaros, un caballo, han salvado las ruinas de un
anfiteatro.
Salto Oriental, 1940.
Posdata de 1947. Reproduzco el artículo anterior tal como apareció en
la Antología de la literatura fantástica, 1940, sin otra escisión
que algunas metáforas y que una especie de resumen burlón que ahora resulta
frívolo. Han ocurrido tantas cosas desde esa fecha... Me limitaré a
recordarlas.
En marzo de 1941 se descubrió una carta manuscrita de Gunnar Erfjord
en un libro de Hinton que había sido de Herbert Ashe. El sobre tenía el sello
postal de Ouro Preto, la carta elucidaba enteramente el misterio de Tlön. Su
texto corrobora las hipótesis de Martínez Estrada. A principios del siglo XVII,
en una noche de Lucerna o de Londres, empezó la espléndida historia. Una sociedad
secreta y benévola (que entre sus afilados tuvo a Dalgarno y después a George
Berkeley) surgió para inventar un país. En el vago programa inicial figuraban
los "estudios herméticos", la filantropía y la cábala. De esa primera
época data el curioso libro de Andreä. Al cabo de unos años de conciliábulos y
de síntesis prematuras comprendieron que una generación no bastaba para
articular un país. Resolvieron que cada uno de los maestros que la integraban
eligiera un discípulo para la continuación de la obra. Esa disposición
hereditaria prevaleció; después de un hiato de dos siglos la perseguida
fraternidad resurge en América. Hacia 1824, en Memphis (Tennessee) uno de los
afiliados conversa con el ascético millonario Ezra Buckley. Éste lo deja hablar
con algún desdén -y se ríe de la modestia del proyecto. Le dice que en América
es absurdo inventar un país y le propone la invención de un planeta. A esa
gigantesca idea añade otra, hija de su nihilismo:5 la de
guardar en el silencio la empresa enorme. Circulaban entonces los veinte tomos
de la Encyclopaedia Britannica; Buckley sugiere una enciclopedia
metódica del planeta ilusorio. Les dejará sus cordilleras auríferas, sus ríos
navegables, sus praderas holladas por el toro y por el bisonte, sus negros, sus
prostíbulos y sus dólares, bajo una condición: "La obra no pactará con el
impostor Jesucristo." Buckley descree de Dios, pero quiere demostrar al
Dios no existente que los hombres mortales son capaces de concebir un mundo.
Buckley es envenenado en Baton Rouge en 1828; en 1914 la sociedad remite a sus
colaboradores, que son trescientos, el volumen final de la Primera Enciclopedia
de Tlön. La edición es secreta: los cuarenta volúmenes que comprende (la obra
más vasta que han acometido los hombres) serían la base de otra más minuciosa,
redactada no ya en inglés, sino en alguna de las lenguas de Tlön. Esa revisión
de un mundo ilusorio se llama provisoriamente Orbis Tertius y
uno de sus modestos demiurgos fue Herbert Ashe, no sé si como agente de Gunnar
Erfjord o como afiliado. Su recepción de un ejemplar del Onceno Tomo parece
favorecer lo segundo. Pero ¿y los otros? Hacia 1942 arreciaron los hechos.
Recuerdo con singular nitidez uno de los primeros y me parece que algo sentí de
su carácter premonitorio. Ocurrió en un departamento de la calle Laprida,
frente a un claro y alto balcón que miraba el ocaso. La princesa de Faucigny
Lucinge había recibido de Poitiers su vajilla de plata. Del vasto fondo de un
cajón rubricado de sellos internacionales iban saliendo finas cosas inmóviles:
platería de Utrecht y de París con dura fauna heráldica, un samovar. Entre
ellas -con un perceptible y tenue temblor de pájaro dormido- latía
misteriosamente una brújula. La princesa no la reconoció. La aguja azul
anhelaba el norte magnético; la caja de metal era cóncava; las letras de la
esfera correspondían a uno de los alfabetos de Tlön. Tal fue la primera
intrusión del mundo fantástico en el mundo real. Un azar que me inquieta hizo
que yo también fuera testigo de la segunda. Ocurrió unos meses después, en la
pulpería de un brasilero, en la Cuchilla Negra. Amorim y yo regresábamos de
Sant'Anna. Una creciente del río Tacuarembó nos obligó a probar (y a
sobrellevar) esa rudimentaria hospitalidad. El pulpero nos acomodó unos catres
crujientes en una pieza grande, entorpecida de barriles y cueros. Nos
acostamos, pero no nos dejó dormir hasta el alba la borrachera de un vecino
invisible, que alternaba denuestos inextricables con rachas de milongas -más
bien con rachas de una sola milonga. Como es de suponer, atribuimos a la fogosa
caña del patrón ese griterío insistente... A la madrugada, el hombre estaba
muerto en el corredor. La aspereza de la voz nos había engañado: era un
muchacho joven. En el delirio se le habían caído del tirador unas cuantas monedas
y un cono de metal reluciente, del diámetro de un dado. En vano un chico trató
de recoger ese cono. Un hombre apenas acertó a levantarlo. Yo lo tuve en la
palma de la mano algunos minutos: recuerdo que su peso era intolerable y que
después de retirado el cono, la opresión perduró. También recuerdo el círculo
preciso que me grabó en la carne. Esa evidencia de un objeto muy chico y a la
vez pesadísimo dejaba una impresión desagradable de asco y de miedo. Un paisano
propuso que lo tiraran al río correntoso. Amorim lo adquirió mediante unos
pesos. Nadie sabía nada del muerto, salvo "que venía de la frontera".
Esos conos pequeños y muy pesados (hechos de un metal que no es de este mundo)
son imagen de la divinidad, en ciertas religiones de Tlön.
Aquí doy término a la parte personal de mi narración. Lo demás está en
la memoria (cuando no en la esperanza o en el temor) de todos mis lectores.
Básteme recordar o mencionar los hechos subsiguientes, con una mera brevedad de
palabras que el cóncavo recuerdo general enriquecerá o ampliará. Hacia 1944 un
investigador del diario The American (de Nashville, Tennessee)
exhumó en una biblioteca de Memphis los cuarenta volúmenes de la Primera
Enciclopedia de Tlön. Hasta el día de hoy se discute si ese descubrimiento fue casual
o si lo consintieron los directores del todavía nebuloso Orbís Tertius.
Es verosímil lo segundo. Algunos rasgos increíbles del Onceno Tomo
(verbigracia, la multiplicación de los hrönir) han sido eliminados
o atenuados en el ejemplar de Memphis; es razonable imaginar que esas
tachaduras obedecen al plan de exhibir un mundo que no sea demasiado
incompatible con el mundo real. La diseminación de objetos de Tlön en diversos
países complementaría ese plan...6 El hecho es
que la prensa internacional voceó infinitamente el "hallazgo".
Manuales, antologías, resúmenes, versiones literales, reimpresiones autorizadas
y reimpresiones piráticas de la Obra Mayor de los Hombres abarrotaron y siguen
abarrotando la tierra. Casi inmediatamente, la realidad cedió en más de un
punto. Lo cierto es que anhelaba ceder. Hace diez años bastaba cualquier
simetría con apariencia de orden -el materialismo dialéctico, el antisemitismo,
el nazismo- para embelesar a los hombres. ¿Cómo no someterse a Tlön, a la
minuciosa y vasta evidencia de un planeta ordenado? Inútil responder que la
realidad también está ordenada. Quizá lo esté, pero de acuerdo a leyes divinas
-traduzco: a leyes inhumanas- que no acabamos nunca de percibir. Tlön será un
laberinto, pero es un laberinto urdido por hombres, un laberinto destinado a
que lo descifren los hombres.
El contacto y el hábito de Tlön han desintegrado este mundo. Encantada
por su rigor, la humanidad olvida y torna a olvidar que es un rigor de
ajedrecistas, no de ángeles. Ya ha penetrado en las escuelas el (conjetural),
"idioma primitivo" de Tlön; ya la enseñanza de su historia armoniosa
(y llena de episodios conmovedores) ha obliterado a la que presidió mi niñez;
ya en las memorias un pasado ficticio ocupa el sitio de otro, del que nada
sabemos con certidumbre -ni siquiera que es falso. Han sido reformadas la
numismática, la farmacología y la arqueología. Entiendo que la biología y las
matemáticas aguardan también su avatar... Una dispersa dinastía de solitarios
ha cambiado la faz del mundo. Su tarea prosigue. Si nuestras previsiones no
erran, de aquí a cien años alguien descubrirá los cien tomos de la Segunda
Enciclopedia de Tlön.
Entonces desaparecerán del planeta el inglés y el francés y el mero
español. El mundo será Tlön. Yo no hago caso, yo sigo revisando en los quietos
días del hotel de Adrogué una indecisa traducción quevediana (que no pienso dar
a la imprenta) del Urn Burial de Browne.
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