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Editorial Puerto Libro editorialpuertolibro@gmail.com AÑO V – Nº 39 – mayo de 2016
Capitán a cargo de la bitácora: Eduardo Juan Foutel - Blog: foutelej.blogspot.com
Los capitanes en su cuaderno
de bitácora, permanentemente, dejan debida constancia de todos aquellos
acontecimientos que, de una forma u otra, modifican la rutina diaria. En esta
Carpeta de Bitácora –desde este Puerto-
trataremos de ir dejando nota de aquellos hechos que entendemos son merecedores
de ser destacados.
Ayer recordamos cinco años de
la desaparición física de Ernesto Sábato, hombre de bien, vinculado a nuestra ciudad –La Plata- por
múltiples lazos. La ciudad deberá finalmente reconocerlo como uno de los predilectos,
como ya lo hizo el Club Estudiantes de La Plata del cual fue simpatizante.
Ernesto
Sábato (Rojas, Argentina, 1911 - Santos Lugares, 2011) Escritor argentino.
Sólo tres novelas, espaciadas en el tiempo, componen su producción
estrictamente literaria: El túnel (1948), Sobre héroes
y tumbas (1961) y Abaddón el extermina- dor (1974); a
pesar de ello, Ernesto Sábato figura entre los más destacados autores del Boom de
la literatura hispanoamericana de los años 60. Con ellos compartió un afán
renovador manifiesto en las técnicas narrativas (la superposición de tramas y
la fusión de novela y ensayo fueron patentes desde su segunda novela), mientras
que en lo temático se orientó hacia una indagación de signo existencialista
sobre los abismos de la naturaleza humana y la pervivencia de la barbarie en la
civilización moderna.
Ernesto Sábato
Ernesto Sábato se
doctoró en física en la Universidad de la Plata (1938) e inició una prometedora
carrera como investigador científico en París, donde había ido becado para
trabajar en el célebre Laboratorio Curie. Allí trabó amistad con los escritores
y pintores del movimiento surrealista, en especial con André Breton, quien alentó la vocación
literaria de Sábato y despertó su fascinación por los arcanos del inconsciente,
motivo que sería recurrente en su obra. En París comenzó a escribir su primera
novela, La fuente muda, de la que sólo publicaría un fragmento en
la revista Sur.
En 1940, de
regreso en Argentina, comenzó a dictar clases en la Universidad Nacional de La
Plata, pero se vio obligado a abandonar la enseñanza tras perder su cátedra a
causa de unos artículos que escribió contra Perón. Aquel mismo año publicó su
ensayo Uno y el Universo(1945), en el que criticaba el reduccionismo
en el que desemboca el enfoque científico y la deshumanización de la ciencia;
tales ideas y una honda crisis vocacional y existencial padecida dos años antes
lo orientaron definitivamente a la literatura. La obra prefiguraba buena parte
de los rasgos fundamentales de su producción literaria y ensayística:
brillantez expositiva, introspección, psicologismo y cierta grandilocuencia
retórica.
Su carrera
literaria estuvo influida desde el principio por el experimentalismo y por el
alto contenido intelectual de sus obras, marcadas por una problemática de raíz
existencialista. Así, El túnel (1948) ahonda en las
contradicciones e imposibilidades del amor, mientras que Sobre héroes y
tumbas (1961) presenta una estructura más compleja; los diversos
niveles de la narración enlazan vivencias personales del autor y episodios de
la historia argentina en una reflexión caracterizada por un creciente
pesimismo. Ambas novelas tuvieron gran repercusión y otorgaron a Sábato un
puesto prominente entre los grandes autores argentinos y latinoamericanos del
siglo.
Extraordinaria
muestra de sus aptitudes para el relato de corte psicológico, El túnel (1948) fue rápidamente
traducida a diversos idiomas y llevada al cine. La narración tiene indudable
originalidad y valores psicológicos relevantes: la confesión de Castel, que ha
cometido un crimen pasional, enfrenta al hombre de hoy con una sociedad desquiciada
y resalta los contrastes con pincel agudo y lleno de color. El estilo está en
consonancia con el tema, dentro de un desequilibrado equilibrio.
La pintura fue otra de las pasiones de Sábato
Sobre héroes y
tumbas (aunque publicada en 1961, la edición
definitiva es de 1966) es su obra más ambiciosa. La compleja construcción de
esta novela y los diversos registros del habla rioplatense que el autor plasma
en ella se alejan tanto del tecnicismo formal como de la dispersión. La pericia
narrativa de Sábato consiste, justamente, en hacer pasar desapercibidas para el
lector las evidentes dificultades compositivas que supone la historia de la
joven Alejandra y, a través de ella, la del país.
La novela es contada a través de tramas paralelas y circulares; se
presenta por un lado a los últimos miembros de una declinante familia de la
oligarquía bonaerense; por otro, el funesto desenlace de la trayectoria vital
del general Juan Lavalle: tras caer en combate durante una sublevación contra
Rosas (1841), sus seguidores llevaron su cadáver al exilio. Pero la línea
central de la obra es la atormentada pasión entre dos jóvenes contrapuestos,
Martín y Alejandra. Sobre el padre de Alejandra, Fernando Vidal, pende la culpa
de un incesto, y su familia está genéticamente predispuesta a la locura: el
abismo personal e histórico comulgan en un mismo plano.
Fernando reconoce que su largo aprendizaje en la perversidad no tenía
otro fin que situarle en posición de dar cumplimiento a esa necesaria búsqueda
de lo subterráneo que cristaliza en su alucinante "Informe sobre
ciegos", texto que constituye la tercera parte de la novela y que puede
ser leído, como de hecho lo fue, con entera autonomía. Una vez adquirido este
terrible saber vuelve a la vida para ser asesinado por su hija y amante, la
cual, a su vez, busca su propia catarsis en el fuego, abrasándose entre los
familiares recuerdos de la historia de su patria, en la casa natal.
Además de obtener un éxito de público impresionante, Sobre
héroes y tumbas situó a Ernesto Sábato en la primera línea del llamado Boom de
la literatura hispanoamericana, fenómeno editorial que, en la década de 1960,
supuso el descubrimiento internacional de los narradores del continente: sus
compatriotas Jorge Luis
Borges y Julio Cortázar,
los mexicanos Juan Rulfo y
Carlos Fuentes,
el colombiano Gabriel García
Márquez y el peruano Mario Vargas
Llosa son algunos de los grandes autores que, junto a Ernesto
Sábato, arrancaron de la superación del realismo que había caracterizado la
novela europea y norteamericana de entreguerras para construir, por diversos
caminos, una narrativa de altísimo nivel, unánimemente aplaudida por los
lectores y la crítica.
Su tercera novela, Abaddón el exterminador (1974),
se centra en torno a consideraciones sobre la sociedad contemporánea y sobre el
pueblo argentino, su condición «babilónica» y su presente, que adquieren en la
novela una dimensión surreal, en que se funden realidad y ficción en una visión
apocalíptica. La novela comienza con la breve reseña de "algunos
acontecimientos producidos en la ciudad de Buenos Aires en los comienzos del
año 1973", acontecimientos que, en buena medida, tienen que ver con la
instauración de la dictadura militar que sumió en el terror a Argentina a lo
largo de una década; uno de los referidos sucesos no es otro que la muerte de
un estudiante, en el sótano de una comisaría, a manos de sus torturadores.
El resto de la narración pretende ayudar a comprender estos
acontecimientos, si bien el método utilizado por Sábato dista de basarse en el
científico; los argumentos utilizados por el novelista son "confesiones,
diálogos y algunos sueños". Además, y ésta es una nueva singularidad de la
novela, el propio autor es uno de los personajes, que vive y habla con sus
criaturas, procedentes algunas de ellas de Sobre héroes y tumbas.
El camino seguido para explicar la barbarie no pasa, al menos de forma
preferente, por la sociología o la historia; es más bien un viaje al fondo de
la propia noche, una búsqueda de la barbarie inconsciente, que no siempre
presenta, cuando se manifiesta, un rostro sanguinario, sino también la mueca
jocosa de lo grotesco o de lo insustancial.
Sábato entrega a Alfonsín el informe de la CONADEP (1984)
El reconocimiento internacional acabó por
convertir a Ernesto Sábato en una autoridad dentro de la sociedad argentina,
una suerte de formador de opinión que, por paradójico que parezca, al asumir
ese papel se fue alejando progresivamente de la actividad literaria. Desde
mediados de la década de 1970, más que un escritor consagrado, Sábato
representó una conciencia moral que actuaba como un llamado de alerta frente a
una época que él no dudó en calificar de "sombría".
Esa identificación entre Sábato y la autoridad ética quedó
muy reforzada por su labor como presidente de la Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas (CONADEP), para la que fue designado en 1983 por el
entonces presidente de la República, Raúl Alfonsín. Los meses que dedicó a
investigar la represión durante el anterior gobierno militar no le dejaron
aliento ni espacio para la literatura; finalizados los trabajos de la comisión,
resumió aquella dura experiencia con las siguientes palabras: "He estado
en el infierno". La conclusiones de la comisión quedaron recogidas en las
cincuenta mil páginas del llamado Informe Sábato. En 1984 fue
galardonado con el Premio Cervantes.
La obra de Sábato, que ha sido prestigiada con numerosos
premios internacionales y difundida en múltiples traducciones, incluye además
multitud de ensayos, como Hombres y engranajes(1951), El
escritor y sus fantasmas (1963), El otro rostro del peronismo (1956), Tango:
discusión y clave (1963), La cultura en la encrucijada
nacional (1973), Tres aproximaciones a la literatura de
nuestro tiempo (1974), Apologías y rechazos (1979), Antes
del fin (1998), La resistencia (2000) y España
en los diarios de mi vejez (2004). El narrador y ensayista argentino
se dedicó además a la pintura, otra de sus pasiones; en sus últimos años se vio
aquejado de un grave problema de visión.
Resumen de Cuentos
Que Me Apasionaron, del autor
Ernesto Sábato
Resumen:
"...Quiero ser para ustedes como aquel
bibliotecario, o como un viejo baqueano que, con emoción, nos fuera entregando
el misterio de la vida..."
En este libro, Ernesto Sábato vuelve a dirigirse a los
más jóvenes con la actitud generosa de todo maestro: ofrecer a los otros lo que
más ama. Por eso organizó una selección de cuentos y relatos para quienes
acepten la dicha de compartir esa extraña forma de felicidad que es la
literatura.
Que la lectura es una fiesta puede resultar la verdad más
rotunda para quienes hayan sido invitados al banquete literario. Vivir
historias de otros como propias, viajar a mundos desconocidos sin moverse de
casa, deslizarse por las palabras hasta el fondo del sentido, saborear los
ritmos de la letra, comprender la universalidad del dolor que relatan los
cuentos de todas las épocas y la maravilla de la pasión que también se cuenta
desde los orígenes de la palabra: todo esto y más habita en la literatura.
Perderse esta fiesta es imperdonable.
Esta selección de cuentos hecha por Sabato incluye:
- Ante la Ley de Franz Kafka
- El Capote de Nicolai Gogol
- La Muerte
del Delfín de Alphonse
Daudet
- El Potro
Salvaje de Horacio
Quiroga
- El Diablillo
de la Botella de Robert
Louis Stevenson
- Encender un
Fuego de Jack
London
- La Casa de
las Muñecas de Katherine
Mansfield
- El Milagro
Secreto de Jorge
Luis Borges
- El Príncipe
Feliz de Oscar
Wilde
- La Balanza
de los Balek de Henrich
Böll
- Hussein el Cojo
y Axuxa la Hermosa de Roberto
Arlt
- Nuestra
Señora de las Golondrinas de
Marguerite Yourcenar
- El
Discipulado de Hugo
Mujica
- Noches
Blancas de Fiedor
Dostoievski
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