martes, 31 de julio de 2018

La Bitácora del Puerto Nº 60



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   La bitácora del Puerto              
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 AÑO  VII – Nº 60, juLio  de 2018
Capitán a cargo de la bitácora: Eduardo Juan Foutel  - Blog: foutelej.blogspot.com

Los capitanes en su cuaderno de bitácora, permanentemente, dejan debida constancia de todos aquellos acontecimientos que, de una forma u otra, modifican la rutina diaria. En esta Carpeta de Bitácora –desde este Puerto- trataremos de ir dejando nota de aquellos hombres o mujeres de letras que entendemos son dignas de ser destacados. Hoy, la figura es Fiodor Dostoievsk
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Fiódor Dostoyevski

Retrato del escritor Fiódor Dostoyevski (1872) por Vasily PerovGalería Tretiakov, Moscú.
Información personal
Nombre en ruso
Фёдор Михайлович Достоевский Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacimiento
30 de octubrejul./ 11 de noviembre de 1821greg.
MoscúImperio ruso o Mariinsky hospital para pobres, Moscú, Imperio ruso 
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Fallecimiento
9 de febrero de 188110 de febrero de 1881 o 28 de enero de 1881 Ver y modificar los datos en Wikidata
San Petersburgo, Imperio ruso 
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Causa de la muerte
Nacionalidad
Lengua materna
Ruso Ver y modificar los datos en Wikidata
Religión
Familia
Madre
Maria Fiodorovna Dostoïevskaïa Ver y modificar los datos en Wikidata
Cónyuge
Maria Dmítriyevna Isáyeva (1857-1864) [fallecimiento]
Anna Grigórievna Snítkina(1867-1881) [fallecimiento]
Hijos
Sofia (1868), Lyubov (1869-1926), Fiódor (1871-1922) y Alexei (1875-1878)
Educación
Educado en
·         Military Engineering-Technical University
·         Escuela de ingeniería de Nikolaev Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupación
Años activo
1846-1881
Empleador
·         Academia de Ciencias de San Petersburgo Ver y modificar los datos en Wikidata
Movimiento
Д., Друг Кузьмы Пруткова, Зубоскал, —ий, М., Летописец, М-ий, Н. Н., Пружинин, Зубоскалов, Ред., Ф. Д. y N.N. Ver y modificar los datos en Wikidata
Lengua de producción literaria
Género
Obras notables
Firma
Fyodor Dostoyevsky Signature.svg
Web
Sitio web


Fiódor Mijáilovich Dostoyevski (en ruso: Фёдор Михайлович Достоевский, romanización: Fëdor Mihajlovič Dostoevskij; Moscú, 11 de noviembre de 1821-San Petersburgo, 9 de febrero de 1881) es uno de los principales escritores de la Rusia zarista, cuya literatura explora la psicología humana en el complejo contexto político, social y espiritual de la sociedad rusa del siglo xix.
Es considerado uno de los más grandes escritores de Occidente y de la literatura universal. De él dijo Friedrich Nietzsche: «Dostoyevski, el único psicólogo, por cierto, del cual se podía aprender algo, es uno de los accidentes más felices de mi vida».4​ Y José Ortega y Gasset escribió: «En tanto que otros grandes declinan, arrastrados hacia el ocaso por la misteriosa resaca de los tiempos, Dostoyevski se ha instalado en lo más alto».​
Biografía

Orígenes familiares
Si bien la madre de Fiódor Dostoyevski era rusa, su ascendencia paterna se remonta a un pueblo denominado Dostóyevo, ubicado en la gubérniya de Minsk (Bielorrusia). En sus orígenes, el acento del apellido, como el del pueblo, recaía en la segunda sílaba, pero cambió su posición a la tercera en el siglo xix​ De acuerdo con algunas versiones, los ancestros paternos de Dostoyevski eran nobles polonizados (szlachta) de origen ruteno que fueron a la guerra con el escudo de armas de Radwan.

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​ Los rutenos o rusinos (idioma rusino: Русины), también llamados cárpato-rusos y rusniacos, son un grupo étnico eslavo oriental, que hablan una lengua eslava o dialecto conocido como rusino. Los rutenos descienden de una minoría rutena que no adoptó la identidad étnica ucraniana en el siglo XX. Algunos gobiernos han prohibido la utilización del término «rusin», como a partir de 1945 en la Transcarpatia Soviética y Polonia, y en la década de 1950 en Checoslovaquia.7
Hoy en día, EslovaquiaPoloniaHungría, la República ChecaSerbia y Croacia reconocen oficialmente a los rutenos como una minoría étnica.​ En 2007 se reconoció a los rutenos como pertenencientes a una etnia separada en Ucrania por parte del Consejo Regional de Zakarpatia. Los rutenos de Ucrania tienen la ciudadanía ucraniana, y la mayoría han adoptado la identidad étnica ucraniana. ​ La mayoría de las personas que se autoidentifican como rusinos étnicos viven fuera de Ucrania.
De los 1,2 millones de personas7​ de origen ruteno, sólo 55.000 se identificaron políticamente o étnicamente como rusos, de acuerdo con los censos contemporáneos. La clasificación étnica de los rutenos, sin embargo, es controvertida, ya que los estudiosos contemporáneos lo reclaman por separado como un grupo étnico eslavo oriental distinto de los rusosucranianos y bielorrusos.​ La mayoría de los expertos ucranianos, así como algunos rutenos al considerar su auto-identificación, consideran a los rutenos un subgrupo étnico del pueblo ucraniano. ​ Eso es discutido por estudiosos lemkos. ​
Los términos Rusin, Rusniak o Lyshak Lemko son considerados por algunos estudiosos como nombres históricos, locales, sinónimos de los ucranianos carpáticos. Otros sostienen que los términos Lemko o Rusniak son meras variaciones regionales para los rutenos.



Primeros años

Resultado de imagen para fiodor dostoievski Hospital Mariinski de Moscú, en el que nació Dostoyevski.
Hospital Mariinski de Moscú, en el que nació Dostoyevski.
Fue el segundo de los siete hijos del matrimonio formado por Mijaíl Dostoievski y María Fiódorovna. Un padre autoritario, médico del hospital para pobres Mariinski en Moscú, y una madre vista por sus hijos como un refugio de amor y protección marcaron el ambiente familiar en la infancia de Dostoyevski. Cuando Fiódor tenía once años de edad, la familia se radicó en la aldea de Darovóye, en Tula, donde el padre había adquirido unas tierras.
En 1834 ingresó, junto con su hermano Mijaíl, en el pensionado de Chermak, donde cursarían los estudios secundarios. La temprana muerte de la madre por tuberculosis en 1837 sumió al padre en la depresión y el alcoholismo, por lo que Fiódor y su hermano Mijaíl fueron enviados a la Escuela de Ingenieros Militares de San Petersburgo (ruso: Военный инженерно-технический университет), lugar en el que el joven Dostoievski comenzaría a interesarse por la literatura a través de las obras de ShakespearePascalVictor Hugo y E. T. A. Hoffmann.
En 1839, cuando tenía dieciocho años, le llegó la noticia de que su padre había fallecido. Los siervos mancomunados de Mijaíl Dostoyevski (hidalgo de Darovóye), enfurecidos tras uno de sus brutales arranques de violencia provocados por el alcohol, lo habían inmovilizado y obligado a beber vodka hasta que murió ahogado. Otra historia sugiere que Mijaíl murió por causas naturales, pero que un terrateniente vecino suyo inventó la historia de la rebelión para comprar la finca a un precio más reducido. ​ En parte, Fiódor se culpó posteriormente de este hecho por haber deseado la muerte de su padre en muchas ocasiones. En su artículo de 1928, «Dostoyevski y el parricidio», Sigmund Freud señalaría este sentimiento de culpa como la causa de la intensificación de su epilepsia. ​
En 1841, Dostoyevski fue ascendido a alférez ingeniero de campo. Ese mismo año, influido por el poeta prerromántico alemán Friedrich Schiller, escribió dos obras teatrales románticas (María Estuardo y Borís Godunov) que no han sido conservadas. Dostoyevski se describía como un «soñador» en su juventud y en esa época admiraba a Schiller. ​
Durante toda su carrera literaria Dostoievski padeció una epilepsia que supo incorporar en su obra. Los personajes presentados con epilepsia son Murin y Ordínov (La patrona, 1847), Nelly (Humillados y ofendidos, 1861), Myshkin (El idiota, 1868), Kiríllov (Los demonios, 1872) y Smerdiakov (Los hermanos Karamázov, 1879-80). Dostoievski también supo utilizar la epilepsia para librarse de una condena vitalicia a servir en el ejército en Siberia. Aunque la epilepsia había comenzado durante sus años académicos como estudiante de ingeniería militar en San Petersburgo (1838-1843), el diagnóstico tardaría una década en llegar. En 1863 viajó al extranjero con intención de consultar a los especialistas Romberg y Trousseau. Stephenson e Isotoff apuntaron en 1935 la probable influencia Psique (1848), de Carus, en la construcción de sus personajes. Por contrapartida, la epilepsia de Dostoyevski ha inspirado a numerosos epileptólogos, incluyendo a Freud, Alajouanine y Gastaut. La de Dostoievski es la historia natural de una epilepsia que en terminología científica contemporánea se clasificaría como criptogénica focal de probable origen temporal. Sin embargo, más allá del interés que pueda despertar la historia clínica de un trastorno neurológico heterogéneo, bastante bien comprendido y correctamente diagnosticado en vida del escritor, el caso de Dostoievski muestra el buen uso de una enfermedad común por un genio literario que supo transformar la adversidad en oportunidad. Una de las ideas capitales en su obra (que un buen recuerdo puede colmar toda una vida de felicidad) guarda una estrecha relación con los momentos de éxtasis que alcanzaba el escritor durante algunos episodios de la enfermedad o en el momento (aura epiléptica) que anunciaba las crisis epilépticas más violentas, tal como fueron descritos en su obra literaria.

Comienzos de su carrera literaria

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Fiódor Dostoyevski como ingeniero militar.
Dostoyevski terminó sus estudios de Ingeniería en 1843 y, después de adquirir el grado militar de subteniente, se incorporó a la Dirección General de Ingenieros en San Petersburgo.
En 1844, Honoré de Balzac visitó San Petersburgo. Dostoyevski decidió traducir Eugenia Grandet para saldar una deuda de 300 rubloscon un usurero. Esta traducción despertaría su vocación y poco después de terminarla pidió la excedencia del ejército con la idea de dedicarse exclusivamente a la literatura. En 1845 dejó el ejército y empezó a escribir la novela epistolar Pobres gentes, obra que le proporcionaría sus primeros éxitos de crítica y, fundamentalmente, el reconocimiento del crítico literario Belinski. La obra, editada en forma de libro al año siguiente, convirtió a Dostoyevski en una celebridad literaria a los veinticuatro años. En esta misma época comenzó a contraer algunas deudas y a sufrir con más frecuencia ataques epilépticos. Las novelas siguientes —El doble (1846), Noches blancas(1848) y Niétochka Nezvánova (1849)— no tuvieron el éxito de la primera y recibieron críticas negativas, lo que sumió a Dostoyevski en la depresión. ​ En esta época entró en contacto con ciertos grupos de ideas utópicas, llamados nihilistas, ​ que buscaban la libertad del hombre. ​

Cumplimiento de la condena en Siberia
Dostoyevski fue arrestado y encarcelado el 23 de abril de 1849 por formar parte del grupo intelectual liberal Círculo Petrashevski bajo el cargo de conspirar contra el zar Nicolás I. Después de la revuelta decembrista en 1825 y las revoluciones de 1848 en Europa, Nicolás I se mostraba reacio a cualquier tipo de organización clandestina que pudiera poner en peligro su autocracia.
El 16 de noviembre, Dostoyevski y otros miembros del Círculo Petrashevski fueron llevados a la fortaleza de San Pedro y San Pablo y condenados a muerte por participar en actividades consideradas antigubernamentales. El 22 de diciembre, los prisioneros fueron llevados al patio para su fusilamiento; Dostoyevski tenía que situarse frente al pelotón e incluso escuchar los disparos con los ojos vendados, pero su pena fue conmutada en el último momento por cinco años de trabajos forzados en OmskSiberia. Durante esta época sus ataques epilépticos fueron en aumento. Años más tarde, Dostoyevski le relataría a su hermano los sufrimientos que atravesó durante los años que pasó «silenciado dentro de un ataúd».​ Describió el cuartel donde estuvo, que «debería haber sido demolido años atrás», con estas palabras:
En verano, encierro intolerable; en invierno, frío insoportable. Todos los pisos estaban podridos. La suciedad de los pavimentos tenía una pulgada de grosor; uno podía resbalar y caer... Nos apilaban como anillos de un barril... Ni siquiera había lugar para dar la vuelta. Era imposible no comportarse como cerdos, desde el amanecer hasta el atardecer. Pulgas, piojos, y escarabajos por celemín. ​
Fue liberado en 1854 y se reincorporó al ejército como soldado raso, lo que constituía la segunda parte de su condena. Durante los siguientes cinco formó parte del Séptimo Batallón de línea acuartelado en la fortaleza de Semipalátinsk en Kazajistán. Allí comenzó una relación con María Dmítrievna Isáyeva, esposa de un conocido suyo en Siberia. Se casaron en febrero de 1857 después de la muerte de su esposo. Ese mismo año, el zar Alejandro II decretó una amnistía que benefició a Dostoyevski, quien recuperó su título nobiliario y obtuvo permiso para continuar publicando sus obras.
Al final de su estadía en Kazajistán, Dostoyevski era ya un cristiano convencido. Se convirtió en un agudo crítico del nihilismo y del movimiento socialista de su época. Tiempo después, dedicó parte de sus libros Los endemoniados y Diario de un escritor a criticar las ideas socialistas.16​ Estas críticas se fundamentaban en la creencia de que quienes las pregonaban no conocían al pueblo ruso y de que no era posible trasladar un sistema de ideas de origen europeo a la Rusia de entonces, de la misma forma que no era posible adoptar las doctrinas de una institución occidental como la Iglesia católica a un pueblo esencialmente cristiano-ortodoxo.17​ Dostoyevski plasmaría estas convicciones en la descripción de Piotr Stepánovich para su novela Los endemoniados y en la redacción de las reflexiones del staretsZosima en «Un religioso ruso», de Los hermanos Karamázov.
Dostoievski fue acercándose progresivamente a una postura eslavófila moderada y a las ideas del ideólogo del paneslavismo Nikolái Danilevski, autor de Rusia y Europa. Su interpretación de esta filosofía rescataba el papel integrador y salvador de la religiosidad rusa y no consideraciones de superioridad racial eslava. Por otra parte, en su interpretación, la unión rusa y su supuesto servicio a la humanidad no implicaba desprecio alguno por la influencia europea, que Dostoyevski reconocía gratamente. ​ Más tarde trabó amistad con el estadista conservador Konstantín Pobedonóstsev y abrazó algunos de los principios del Póchvennichestvo.
Con todo, posicionar políticamente a Dostoyevski no es del todo sencillo: como cristiano, rechazaba el ateísmo socialista; como tradicionalista, la destrucción de las instituciones y, como pacifista,​ cualquier método violento de cambio social, tanto progresista como reaccionario. A pesar de esto, dio claras muestras de simpatía por las reformas sociales producidas durante el reinado de Alejandro II, en particular por la que implicó la abolición de la servidumbre en el campo, dictada en 1861. ​ Por otra parte, si bien en los primeros años de su regreso de Kazajistán era todavía escéptico respecto de los reclamos de las feministas, en 1870 escribió que «todavía podía esperar mucho de la mujer rusa» y cambió de parecer.
Su preocupación por la desigualdad social es notable en su obra y, desde un punto de vista cristiano ascético, creía —como luego reflejaría en su personaje Zosima— que «al considerar la libertad como el aumento de las necesidades y su pronta saturación, se altera su sentido, pues la consecuencia de ello es un aluvión de deseos insensatos, de ilusiones y costumbres absurdas», y quizás confiara, como dicho personaje, en que «el rico más depravado acabará por avergonzarse de su riqueza ante el pobre».​
En febrero de 1854, Dostoyevski le pidió por carta a su hermano que le enviara diversos libros, especialmente Lecciones sobre la historia de la filosofía, de Hegel. ​ Durante su destierro en Semipalátinsk, planeó también traducir junto a Alexander Vrangel obras del filósofo alemán, pero el proyecto nunca se concretó. ​ Según Nikolái Strájov, Dostoyevski le ofreció la obra de Hegel enviada por Mijáil sin haberla leído. ​

Carrera literaria posterior
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Dostoyevski tras el exilio.
En 1859, tras largas gestiones, Dostoyevski consiguió ser licenciado con la condición de residir en cualquier lugar excepto San Petersburgo y Moscú, por lo que se trasladó a Tver. Allí logró publicar El sueño del tío y Stepánchikovo y sus habitantes, que no obtuvieron la crítica que esperaba.
En diciembre de ese mismo año se le autorizó regresar a San Petersburgo, donde fundó, con su hermano Mijaíl, la revista Vremya («Tiempo»), en cuyo primer número apareció Humillados y ofendidos (1861), otra novela inspirada en su etapa siberiana. En ella se encuentran, además, varias alusiones autobiográficas, especialmente en lo referente a la primera etapa de Dostoyevski como escritor; se alude en ella, sobre todo, en su primera obra, Noches blancas, con varios guiños a situaciones o personajes específicos. Su siguiente obra, Recuerdos de la casa de los muertos (1861-1862), basada en sus experiencias como prisionero, fue publicada por capítulos en la revista El Mundo Ruso.
Durante 1862 y 1863 realizó diversos viajes por Europa que lo llevaron a Berlín, París, Londres, Ginebra, Turín, Florencia y Viena. Durante estos viajes comenzó una relación con Polina Súslova,27​ una estudiante con ideas avanzadas, que lo abandonó poco después. Perdió mucho dinero jugando a la ruleta y, a finales de octubre de 1863, regresó a Moscú solo y sin dinero. Durante su ausencia, Vremya fue prohibida por haber publicado un artículo sobre el Levantamiento de Enero.
En 1864 Dostoyevski consiguió editar con su hermano una nueva revista llamada Epoja («Época»), en la que publicó Memorias del subsuelo. Su ánimo terminó de quebrarse tras la muerte de su esposa, María Dmítrievna Isáyeva, seguida poco después por la de su hermano. Dostoyevski debió hacerse cargo de la viuda y los cuatro hijos de Mijaíl y, además, de una deuda de 25 000 rublos que éste había dejado. Se hundió en una profunda depresión y en el juego, lo que siguió generándole enormes deudas. Para escapar de todos sus problemas financieros, huyó al extranjero, donde perdió el dinero que le quedaba en los casinos. Allí se reencontró con Polina Súslova y le propuso matrimonio, pero fue rechazado.
En 1865, de nuevo en San Petersburgo, comenzó a escribir Crimen y castigo, una de sus obras capitales. La fue publicando, con gran éxito, en la revista El Mensajero Ruso. Sin embargo, sus deudas eran cada vez mayores por lo que, en 1866, se vio obligado a firmar un contrato con el editor Stellovski. Dicho contrato establecía que Dostoyevski recibiría tres mil rublos —que pasarían directamente a manos de sus acreedores— a cambio de los derechos de edición de todas sus obras, y el compromiso de entregar una nueva novela ese mismo año. Si ésta no era entregada en noviembre, recibiría una fuerte multa y, si en diciembre seguía sin estar lista, perdería todos los derechos patrimoniales sobre sus obras, que pasarían a manos de Stellovski. ​ Dostoyevski entonces contrató a Anna Grigórievna Snítkina, una joven taquígrafa a quien dictó, en sólo veintiséis días, su novela El jugador, entregada en conformidad con los términos del contrato. El día de su entrega, sin embargo, el administrador de la editorial aseguró no haber recibido el aviso pertinente por parte de Stellovski, ante lo cual Dostoyevski se vio obligado a constatar la entrega —con acuse de recibo legal— en una comisaría. ​
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Anna Grigórievna Snítkina.
Dostoyevski se casó con Snítkina el 15 de febrero de 1867 y, tras una breve estadía en Moscú, partieron hacia Europa. La debilidad de Dostoyevski por el juego volvió a manifestarse en Baden-Baden. En 1867, finalmente establecido en Ginebra, comenzó a preparar el esquema de su novela El idiota, que debía publicarse en los dos primeros fascículos de El Mensajero Ruso del año siguiente. Según Anna Grigórievna, Dostoyevski afirmaba sobre esta obra que «nunca había tenido una idea más poética y más rica, pero que no había logrado expresar ni siquiera la décima parte de lo que quería decir».30​ En 1868 nació su primera hija, Sonia, pero murió tres meses después. El hecho fue devastador para la pareja, y Dostoyevski cayó en una profunda depresión. Decidieron alejarse de Ginebra y, luego de una estadía en Vevey, viajaron a Italia. Allí visitaron MilánFlorenciaBolonia y Venecia. En 1869, partieron hacia Dresde, donde nació su segunda hija, Liubov. Su situación económica era, en palabras de Anna Grigórievna, de «relativa pobreza». Dostoyevski recibió el dinero convenido por El Mensajero Ruso y El idiota, y pudieron —a pesar de verse obligados a utilizar parte de éste para pagar deudas— vivir con algo más de tranquilidad que en años anteriores.
En 1870 el autor se dedicó a escribir una nueva novela, El eterno marido, que fue publicada en la revista Zariá. Algunos pasajes de la obra son de carácter autobiográfico. Específicamente, en el capítulo «En casa de los Zajlebinin», Dostoyevski recuerda el verano de 1866 pasado en una casa de campo en Liublin, cerca de Moscú, junto con una de sus hermanas. ​
En 1871, terminó Los endemoniados, publicada en 1872. La novela refleja las inquietudes políticas de Dostoyevski en esa época. Al respecto, escribió a su amigo Strájov:
Espero mucho de lo que escribo ahora en El Mensajero Ruso, no sólo desde el punto de vista artístico, sino también en lo que respecta a la calidad del tema: desearía expresar algunos pensamientos, aunque por su causa debe sufrir el arte; pero estoy de tal modo fascinado por las ideas que se han acumulado en mi espíritu y en mi corazón, que debo expresarlas aunque sólo pueda lograr un opúsculo; es lo mismo, debo expresarme. ​
Poco antes de que Dostoyevski comenzara a escribir la novela, la pareja recibió la visita del hermano de Anna, que vivía en San Petersburgo. Éste les habló del agitado clima político que se vivía en la ciudad y, especialmente, acerca de un asesinato que había tenido gran repercusión. Ivánov, un estudiante perteneciente al grupo extremista de Sergéi Necháyev, había sido asesinado en una gruta por orden de éste, tras alejarse del grupo por rechazar sus métodos de acción.33​ Dostoyevski decidió tomar como protagonista para su nueva novela a Ivánov bajo el nombre de Shátov y describió, siguiendo el relato del hermano de Anna, el parque de la Academia de Pedro y la gruta en la que fue asesinado Ivánov. ​
Hacia 1871, Dostoyevski y Anna Grigórievna habían cumplido cuatro años de residencia en el extranjero y estaban resueltos a volver a Rusia. Como Anna estaba embarazada, decidieron partir cuanto antes para no tener que viajar con un niño recién nacido. Luego de recibir la parte del pago de El Mensajero Ruso y la correspondiente a la publicación de El eterno marido, partieron hacia San Petersburgo haciendo escala en Berlín.
A los ocho días de su llegada a Rusia nació Fiódor. Dostoyevski hizo un viaje rápido a Moscú, donde cobró lo correspondiente a la parte publicada de Los demoniosen El mensajero ruso. Con este dinero les fue posible alquilar una casa en San Petersburgo. Pronto se vio el autor nuevamente asediado por acreedores, especialmente algunos que reclamaban deudas de la época de Tiempo, que le correspondían por la muerte de su hermano. Los acreedores se presentaban algunas veces sin documento probatorio y Dostoyevski, ingenuo, les firmaba letras de cambio.
     Resultado de imagen para fiodor dostoievski Hospital Mariinski de Moscú, en el que nació Dostoyevski. en 1876.
En 1872 partieron hacia Stáraya Rusa, donde permanecerían hasta 1875. Tras finalizar la novela Los demonios, Dostoyevski aceptó la propuesta de encargarse de la redacción del semanario El ciudadano. En 1873 editó la versión completa de Los demonios, publicada por la pequeña editorial que había fundado con medios propios, ayudado por Anna. El éxito de esta edición fue abrumador.35​ Luego reeditó también varias de sus obras anteriores y comenzó a publicar la revista Diario de un escritor,36​ en la que escribía solo, recopilando historias cortas, artículos políticos y crítica literaria. Esta publicación, aunque muy exitosa, se vio interrumpida en 1878, cuando Dostoyevski comenzó Los hermanos Karamázov, que aparecería en gran parte en la revista El Mensajero Ruso.
En 1874 Dostoyevski abandonó la redacción de El Ciudadano, tarea que no satisfizo sus aspiraciones, para dedicarse completamente a escribir una nueva novela. Luego de evaluar las ofertas editoriales de El Mensajero Ruso y Memorias de la Patria (del poeta Nikolái Nekrásov), decidió aceptar esta última. La novela sería titulada El adolescente y comenzaría a publicarse ese mismo año. Por aquella época, Dostoyevski tuvo fuertes crisis asmáticas, y estuvo un tiempo en Berlín y Emstratando su afección.
En 1875 nació su cuarto hijo, Alekséi, y el matrimonio decidió volver a San Petersburgo. Durante esa época vivieron del dinero que obtenían por El adolescente. Mientras tanto, Dostoyevski continuaba reuniendo material para Diario de un escritor y frecuentaba con asiduidad reuniones literarias, donde se encontraba y debatía con viejos amigos y enemigos.38​ En 1877, la publicación de Diario de un escritor tuvo gran éxito y, aunque el autor estaba muy satisfecho tanto con los resultados económicos como con la simpatía que el público manifestaba en su correspondencia, sentía gran necesidad de crear algo nuevo. Decidió entonces interrumpir por dos o tres años la publicación de la revista para ocuparse de una nueva novela. A finales de año, en su libreta de apuntes, se leía:
Memento. Para toda la vida:
1) Escribir el Cándido ruso.
2) Escribir un libro sobre Jesucristo.
3) Escribir mis memorias.
4) Escribir el poema sobre «Sorokovina».​
Nekrásov, amigo de Dostoyevski —el primero en reconocer su talento con Pobres gentes y que más tarde editó El adolescente— se encontraba muy enfermo. Una de las veces que fue a verlo, el poeta le leyó una de sus últimas composiciones, «Los infelices», y le dijo: «La escribí para usted».40​ El poeta murió a finales de 1877. Durante su funeral, Dostoyevski pronunció un emotivo discurso, que más tarde ampliaría e incluiría en el último número de Diario de un escritor de ese año, dividido en cuatro capítulos: «La muerte de Nekrásov», «Pushkin, Lérmontov y Nekrásov», «El poeta y el ciudadano: Nekrásov hombre» y «Un testigo a favor de Nekrásov». Al dolor de Dostoyevski por esta pérdida se le agregaría, al año siguiente, el causado por la muerte de su hijo Alekséi. El niño fue sepultado en el cementerio de Bolsháia Ojta.

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   Tumba de Dostoyevski en el Monasterio de Alejandro Nevski.
Dostoyevski y su esposa, consternados, pensaron que no tenían más que hacer en San Petersburgo y regresaron con sus hijos a Stáraya Rusa. Dostoyevski acordó con El mensajero ruso la publicación de una nueva novela para 1879: se trataba de la futura Los hermanos Karamázov. De una bendición recibida por un sacerdote de la ermita de Óptina, tras contarle Dostoyevski lo sucedido con su hijo, surgiría la escena del capítulo Las mujeres creyentes, en la que el starets Zosima bendice a una madre tras la muerte de su hijo, también llamado Alekséi.41​ Por otra parte, la figura del starets Zosima sería creada a partir de las figuras de este sacerdote y de otro a quien el autor admiraba, Tijon Zadonski. ​
Apenas comenzó a publicarse, Los hermanos Karamázov atrajo fuertemente la atención de lectores y críticos. Dostoyevski solía leer algunos fragmentos de ella en reuniones literarias con una excelente respuesta por parte del público. Muy pronto se la consideró una obra maestra de la literatura rusa y hasta logró que Dostoyevski se ganara el respeto de varios de sus enemigos literarios. El autor la consideró su magnum opus. ​ A pesar de esto, la novela nunca se terminó. Originalmente, según los esquemas del autor, consistiría en dos partes, y los sucesos de la segunda ocurrirían trece años más tarde que los de la primera. Esta segunda parte nunca llegó a escribirse. ​
En 1880, Dostoyevski participó en la inauguración del monumento a Aleksandr Pushkin en Moscú, donde pronunció un discurso sobre el destino de Rusia en el mundo. ​ El 8 de noviembre de ese mismo año, terminó Los hermanos Karamázoven San Petersburgo.

Muerte
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Fiódor Dostoyevski en su féretro, dibujado por Iván Kramskói(1881).

Dostoyevski murió en su casa de San Petersburgo, el 9 de febrero de 1881, de una hemorragia pulmonar asociada a un enfisemay a un ataque epiléptico. Fue enterrado en el cementerio Tijvin, dentro del Monasterio de Alejandro Nevski, en San Petersburgo. El vizconde E. M. de Vogüé, embajador de Francia en Moscú, describió el funeral como una especie de apoteosis. En su libro Le Roman russe, señala que entre los miles de jóvenes que seguían el cortejo, se podía distinguir incluso a los nihilistas, que se encontraban en las antípodas de las creencias del escritor.45​ Anna Grigórievna señaló que «los diferentes partidos se reconciliaron en el dolor común y en el deseo de rendir el último homenaje al célebre escritor».
En su lápida sepulcral puede leerse el siguiente versículo de San Juan, que sirvió también como epígrafe de su última novela, Los hermanos Karamázov:
En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere produce mucho fruto.
Obra
Dostoyevski no siempre se dedicó a la literatura. Por decisión de su padre, se formó en la Escuela de Ingenieros Militares de San Petersburgo. Su fascinación por la literatura surgió tras la muerte de su padre y su graduación.48​ La primera obra de cuya publicación se tiene constancia fue Pobres gentes, publicada a comienzos de 1846 en formato epistolar, que recibió una buena respuesta por parte del público y la crítica. A esta obra le siguió El doble que, al igual que otros trece esbozos escritos por Dostoyevski en los tres años siguientes, centró su atención en la situación de los pobres y desheredados, en las humillaciones de las que eran objeto y sus reacciones ante ellas. ​

Novelas
Los mendigos profesionales alquilaban, en los barrios pobres, niños escuálidos para llamar la atención de los transeúntes y si el niño moría durante el día, seguían exhibiéndolo hasta la noche para no perder el precio del alquiler. Dievuschkin no podía comprender cómo los pequeños eran víctimas de esta situación tan habitual en la sociedad rusa. En este fragmento se evidencia este cotidiano escenario... «Y temblando todo él, llegose corriendo a mí y mostrándome el papel, con vocecilla que tiritaba, me dijo: 'Una limosnita, señor'... No hay que ponderar el caso, que es claro y corriente. Pero ¿qué iba yo a darle? Pues no le di nada. Y sin embargo, me inspiraba tanta compasión».
—De Fiódor Dostoyevski, Pobres gentes.
·         Pobres gentes (1846)
·         El doble (1846)
·         La patrona (1847)
·         Niétochka Nezvánova (1849)
·         El sueño del tío (1859)
·         Stepánchikovo y sus habitantes (1859)
·         Humillados y ofendidos (1861)
·         Recuerdos de la casa de los muertos (1861-1862)
·         Memorias del subsuelo (1864)
·         Crimen y castigo (1866)
·         El jugador (1866)
·         El idiota (1868-1869)
·         El eterno marido (1870)
·         Los demonios (1871-1872)
·         El adolescente (1875)
·         Los hermanos Karamázov (1879-1880)


Temáticas
Dostoyevski tomó como materia prima de sus obras las preocupaciones que tenía con respecto al futuro de la humanidad​ y las injusticias sociales de su época.50​ La mayoría de sus novelas se centra en la condición humana y trata temas como la pobreza (Pobre genteHumillados y ofendidosStepánchikovo y sus habitantes);51​ las penumbras fantásticas (El doble); las relaciones amorosas (Noches blancas); o el amor, el egoísmo y la autopurificación por medio del sufrimiento (Niétochka Nezvánova). El escritor recurre al realismo psicológico y abarca áreas de la psicología, la filosofía y la ética.
Según Jorge Serrano Martínez, en Los endemoniados, la «degradación moral rusa», denunciada previamente en El idiota, estaba ya exacerbada, por lo que el escritor entendió que debía dar un contenido más explícitamente político a su obra. Para Dostoyevski, la generación reformista de la década del 60 —a diferencia de la suya— había incurrido en dos errores fundamentales: la utilización de métodos de acción violentos y la incorporación de elementos occidentales como el liberalismo, el anarquismo o el socialismo que no eran aplicables en una Rusia fundamentalmente cristiana, campesina y con una burguesía apenas desarrollada
Las novelas de Dostoyevski se caracterizan por una perspectiva social, política y moderna de la sociedad, que «destapan el cinismo y el desprecio al progresismo en la ociedad»,construyendo así un movimiento «dostoyevskiano».54​ Asimismo, sus escritos presentan una profunda reflexión psicológica, lo que, según Joseph Frank, lo posiciona como el máximo representante de la novela en dicho tópico,55​ precursor del existencialismo y uno de los mejores escritores rusos.


Autobiografías
Algunos pasajes de las novelas de Dostoyevski pueden interpretarse como reescrituras encubiertas de su propia vida. La crítica ha señalado que estas temáticas poco recurrentes en las novelas del escritor ruso surgieron con el único motivo de «relatar sus impresiones pasadas».56​ En este sentido, adquieren una perspectiva singular Recuerdos de la casa de los muertos (su novela autobiográfica por antonomasia)57​ y Humillados y ofendidos. En la primera, el autor relata su vida como prisionero en Siberia a través de la figura de Aleksandr Petróvich, un hombre de clase noble que, una vez cumplida la condena por haber asesinado a su esposa, se queda en Siberia enseñando a leer a los niños. En la segunda, a pesar de desarrollar un argumento y un estilo narrativo no autobiográficos, se vale de elementos de este género como recurso literario.
Me representaba de modo muy claro que la vida y el mundo no dependían más que de mí. En realidad, hasta podía decirse, en aquel momento, que el mundo no había sido creado más que para mí. [...] Y puede suceder que, en efecto, nada exista para nadie después de mí y que el mundo entero, una vez que se haya abolido mi conciencia, se desvanezca como un fantasma, puesto que no es más que el objeto de mi conciencia, y que se aniquile, puesto que todo el mundo y todos los hombres acaso no sean más que yo mismo...
—De Fiódor Dostoyevski, El sueño de un hombre ridículo.

Cuentos
En sus relatos —por lo general, cuentos como «El árbol navideño y la boda»— Dostoyevski expuso sus críticas, argumentó sus perspectivas y aclaró y profundizó sus temáticas recurrentes de un modo más «sarcástico e irónico» que en sus novelas.58​ Haciendo uso de un humor sutil y de un profundo análisis psicológico, esclarecía sus ideas morales, basadas en la religión cristiana ortodoxa, y se oponía al racionalismo y al nihilismo En algunos de los primeros relatos, como «El corazón débil», «El señor Projarchin» o «El pequeño héroe», se aprecia una cierta exaltación del sentimiento, muy cercana al romanticismo. «El corazón débil», especialmente, es un delirio donde la sublimación de los sentimientos —el miedo por un lado, el amor por otro— termina por conducir a la locura.
·         «Una novela en nueve cartas» (Роман в девяти письмах) (1845)
·         «El señor Projarchin» (Γοcпoдин Пpoxapчин) (1846)
·         «Polzunkov» (Πoлзyнкoв) (1847)
·         «Un corazón débil» (Слабое сердце) (1848)
·         «La mujer ajena y el marido debajo de la cama» (Чужая жена и муж под кроватью) (1848)
·         «Un ladrón honesto» (Честный вор) (1848)
·         «El árbol navideño y la boda» (Ёлка и свадьба) (1848)
·         «Las noches blancas» (1848)
·         «El pequeño héroe» (1849)
·         «Un episodio vergonzoso» (1862)
·         «El cocodrilo» (Kpoкoдил) (1865)
·         «Bobok» (Бобок) (1873)
·         «El niño con la manita» (1876)
·         «El campesino Maréi» (Мужик Марей) (1876)
·         «La sumisa» (Кроткая) (1876)
·         «Dos suicidios» (1876)
·         «El sueño de un hombre ridículo» (Сон смешного человека) (1877)
·         «Vlas» (1877)

Artículos, ensayos y otros escritos
Los artículos de Dostoyevski, entre los que se cuentan algunos ensayos, son escritos breves de corte tanto político como social en los que el autor analiza episodios o sucesos vividos («Notas de invierno sobre impresiones de verano», «Mi relación con Belinski», «El proceso a Kornílova»). Al igual que sus obras literarias, sus artículos y ensayos exploran aspectos del hombre contempóraneo («La mentira se salva por otra mentira»), el subconsciente («El talento»), las injusticias del poder («Algo acerca de los abogados») y la pobreza («El niño mendigo», «Un hombre paradójico»). Otros tienen carácter biográfico («La muerte de George Sand», «La muerte de Nekrásov», «Pushkin, Lérmontov y Nekrásov», «El poeta y el ciudadano: Nekrásov hombre» o «Un testigo a favor de Nekrásov») o autobiográfico («Anécdota sobre la vida infantil»).

Obras selectas
·         «Ancianos» (старых людей) (1873)
·         «Miércoles»(среда) (1873)
·         «Algo personal» (Нечто личное) (1873)
·         «Cuadritos» (Маленькие картинки) (1873)
·         «A propósito de una exposición» (по поводу выставки) (1873)
·         «Cuadritos de viaje» (1874)
·         «¿Francés o ruso?» (русский или французский язык) (1876)
·         «El proceso a Kornílova» (1876)
·         «Dos suicidios» (Два самоубийства) (1876)
·         «La sentencia» (приговор) (1876)
·         «Los mejores» (1876)
·         «La moral tardía» (1876)
·         «Afirmaciones sin pruebas» (1876)
·         «El nacimiento de un escritor» (1877)
·         «Discurso sobre Pushkin» (Пушкин) (1880)



Recopilaciones
La única recopilación de la que se tiene registro es Diario de un escritor (Дневник писателя) (1873-1881), una colección de escritos de ficción y no ficción publicados en el semanario El ciudadano y, luego, en forma independiente.10​ Diario de un escritor contiene tanto notas sobre revueltas políticas, juicios sumarios y conflictos sociales como reflexiones sobre Pushkin o comentarios sobre Anna Karénina.
La lengua es, sin discusión, la forma, el cuerpo y el envoltorio del pensamiento [...], y, por decirlo de algún modo, la palabra última y definitiva de la evolución orgánica. De donde se deduce que, cuanto más ricos sean los materiales y las formas que adquiero para expresar mi pensamiento, más feliz seré en la vida, más precisas y comprensibles serán mis razones tanto para mí mismo como para los demás, más facilidades tendré para dominar y vencer; podré decirme más rápidamente a mí mismo lo que quiero decir, lo expresaré con mayor profundidad y con mayor profundidad también comprenderé lo que quería decir; mi espíritu será más fuerte y más sereno y, por supuesto, seré más inteligente. [...] Ni qué decir tiene que cuanto más rico, flexible y variado sea nuestro conocimiento de la lengua en que hemos decidido pensar, más facilidad, variedad y riqueza habrá en la expresión de nuestro pensamiento.
Dostoyevski, Diario de un escritor.
Estilo
Literatos rusos contemporáneos a Dostoyevski lo compararon frecuentemente con otros escritores y criticaron la complicación, confusión y eclecticismo argumental de sus obras. Anna Dostoyévskaia objetó esta comparación basándose en la imposibilidad de comparar, a su juicio, las obras de personas que viven en una situación «materialmente incomparable»:
Casi todos (León Tolstói, etc.) eran hombres sanos y sin el aguijón de la necesidad; tenían la posibilidad de meditar y cuidar sus obras; F. M., en cambio, sufría dos penosas enfermedades, tenía el peso de la familia y las deudas y vivía en una cuantiosa incertidumbre por el mañana
Dostoyévskaia, Anna Grigórievna. Dostoyevski, mi marido. p. 126.
Estas características señaladas por Anna ayudan a entender y contextualizar algunas de las frases «pesimistas» —casi románticas— del escritor, tales como «La pobreza y la miseria forman a un artista».60​ Sin embargo, este Dostoyevski por momentos «pesimista» no cayó en una «quietud apática» ni mucho menos en la misantropía. Por el contrario, mostró un gran interés por el hombre de su siglo y un gran temor por el de los siguientes, en tanto consideraba que el futuro de la humanidad estaba en peligro.49​ Esta profunda preocupación por el «hombre del mañana» puede dar una pista, al menos en parte, acerca de la temática y óptica de sus obras, más cercanas a las actuales (por ejemplo, cierto estado embrionario de lo que luego sería el psicoanálisis) que a las de su época:
El hombre en la superficie de la tierra no tiene derecho a dar la espalda y a ignorar lo que sucede en el mundo, y para ello existen causas morales supremas.
Fragmento. Opinión personal acerca de la sociedad moderna.
Resultado de imagen para Fiódor Dostoyevski Raskólnikov y Marmeládov, por Mijaíl Klodt
Raskólnikov y Marmeládov, por Mijaíl KlodtCrimen y castigo ha sido considerada por algunos críticos la obra maestra de Dostoyevski.
Su realismo y preocupación por la humanidad lo llevaron a indagar «las facetas del espíritu humano», aunque sin detenerse en ellas.61​ Generalmente, Dostoyevski pone a los personajes de sus novelas en las situaciones más extremas, rastreando sus conflictos interiores, sus motivaciones más profundas, sus debilidades y sus anhelos por salir adelante.62​ Consideraba que, como escritor, su deber era encontrar el ideal que late en el corazón del hombre, «rehabilitando al individuo destruido y aplastado por el injusto yugo de las circunstancias, del estancamiento secular y de los prejuicios sociales».​
Tanto por su temática como por el modo de abordarla en sus novelas trágicas, Dostoievski se adelantó a los estudios psicoanalíticos sobre el inconsciente, al surrealismo y al existencialismo.49​ En cuanto a lo estrictamente literario, tal vez uno de sus grandes aportes a la narrativa haya sido el haber ubicado al narrador dentro de la obra, dejando la postura externa de quien relata una historia ajena. Este estilo fue retomado posteriormente por autores como Thomas MannUnamuno y Sartre. De igual forma, su penetrante descripción del alma humana, su implicación emocional con lo relatado y su aguda descripción social fueron las bases de su influyente estilo, que algunos críticos califican como «jocoso y sencillo».67​ Sus grandes aportes a la literatura le hicieron ganarse el respeto de figuras como Nietzsche.
Esencialmente un escritor de mitos —comparado a veces, en este aspecto, con Herman Melville—, Dostoyevski creó una obra con una inmensa vitalidad y un poder casi hipnótico, caracterizada por los siguientes rasgos: escenas febriles y dramáticas donde los personajes se mueven en atmósferas escandalosas y explosivas, ocupados en apasionados diálogos socráticos «a la rusa», la búsqueda de Dios, el mal y el sufrimiento de los inocentes.
En las novelas de Dostoyevski transcurre poco tiempo (muchas veces sólo unos días), lo que permite al autor huir de uno de los rasgos dominantes de la prosa realista: el deterioro físico que produce el paso del tiempo. Los personajes pueden clasificarse en diversas categorías: humildes y modestos cristianos (Príncipe Myshkin, Sonia Marmeládova, Aliosha Karamázov), nihilistas autodestructivos (Svidrigáilov, Smerdiakov, Stavroguin, Maslobóiev), cínicos libertinos (Fiódor Karamázov, el príncipe Valkorski de Humillados y ofendidos), intelectuales rebeldes (Rodión Románovich Raskólnikov, Iván Karamázov, Ippolit Teréntiev). Todos ellos encarnan valores espirituales que son por definición intemporales y se rigen por ideas más que por imperativos biológicos o sociales. El escritor austríaco Stefan Zweig escribió:
Apartados del mundo por amor al mundo, irreales por pura pasión de realidad, las figuras de Dostoyevski parecen, al principio, un poco simplistas. Su marcha no es rectilínea, ni persigue ningún fin visible. Estos hombres todos adultos, todos hombres hechos, andan por el mundo a tientas como los ciegos y tienen el torpor de los borrachos. Los vemos detenerse, mirar en derredor, hacer todo género de preguntas, para aventurarse de nuevo, sin esperar respuesta, hacia lo desconocido.
Tres maestros. Balzac, Dickens, Dostoyevski (1920)
Algunos temas recurrentes en la obra de Dostoyevski son el suicidio, el orgullo herido, la destrucción de los valores familiares, el renacimiento espiritual a través del sufrimiento     —uno de los puntos capitales—, el rechazo a Occidente y la afirmación de la ortodoxia rusa y el zarismo.​
Mijaíl Bajtín introdujo el concepto de polifonía para referirse a las obras de Dostoyevski. Según éste, a diferencia de otros escritores, no parece aspirar a tener una visión única y va más allá, describiendo situaciones desde varios ángulos. En sus novelas, llenas de fuerza dramática, personajes y puntos de vista contrapuestos se desarrollan libremente, siempre en un violento crescendo.

Existencialismo

Dostoyevski es considerado uno de los precursores del existencialismo y probablemente el mayor representante de la literatura existencialista. Novelas como Crimen y castigoMemorias del subsueloLos endemoniadosLos hermanos Karamázov y El idiota tienen un carácter existencialista en sus temáticas, que enfatizan el libre albedrío del hombre como esencia, particularmente expresado por el renacimiento espiritual a través del sufrimiento, la idea del suicidio, el orgullo herido, la destrucción de los valores familiares y el falaz determinismo que el racionalismo occidental impone al hombre, subyugando su voluntad a las «leyes de la naturaleza». Otra idea que Dostoyevski manejó es que «la idea de la naturaleza humana que surge es imprevisible, perversa y autodestructiva; sólo el amor cristiano puede salvar a la humanidad de sí misma, pero ese amor no puede ser entendido desde la sensibilidad filosófica».​ Sartre, al opinar sobre el existencialismo en Dostoyevski, destaca la reflexión de Iván Karamázov:
Dostoyevski ha escrito: «Si Dios no existe, todo está permitido». He aquí el punto de partida del existencialismo. Efectivamente todo es lícito si Dios no existe, y como consecuencia el hombre está «abandonado» porque no encuentra en sí ni fuera de sí la posibilidad de anclarse. Y sobre todo no encuentra excusas. Si verdaderamente la existencia precede a la esencia, no podrá jamás dar explicaciones refiriéndose a una naturaleza humana dada y fija; en otras palabras, no hay determinismo: el hombre es libre, el hombre es libertad. Por otra parte, si Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que puedan legitimar nuestra conducta. Así, no tenemos ni por detrás ni por delante, en el luminoso reino de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Situación que creo poder caracterizar diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado porque no se ha creado a sí mismo, y no obstante libre porque, una vez lanzado al mundo, es responsable de todo lo que hace. El hombre, sin apoyo ni ayuda, está condenado en todo momento a inventar al hombre. ​
Walter Kaufmann citó las Memorias del subsuelo como «la mejor obertura para el existencialismo jamás escrita».​ En el mismo sentido, Zweig consideró al escritor ruso «el mejor conocedor del alma humana de todos los tiempos».​ Su obra, aunque escrita en el siglo xix, refleja también al hombre y la sociedad contemporánea.
Influencia

La obra de Dostoyevski ha influido, entre otros, a escritores como Hermann Hesse, Jean Paul Sartre, Marcel ProustHenry MillerThomas MannWilliam FaulknerAlbert CamusFranz KafkaEmil Michel CioranYukio MishimaCharles BukowskiAndré GideRoberto ArltErnesto SabatoGabriel García Márquez y Bruno De Cabo. En el siglo xx, las excepciones son, quizás, Vladímir NabókovHenry James y D. H. Lawrence. En una de sus últimas entrevistas, Ernest Hemingway citó a Dostoyevski como una de sus mayores influencias. Virginia Woolf llegó incluso a preguntarse si valía la pena leer a otro autor.8​ Por su parte, John Maxwell Coetzee, ganador del Premio Nobel de literatura en 2003, puso a Dostoyevski como protagonista de El maestro de Petersburgo, novela en la que indaga su vida y la historia de Rusia.
En «Dostoievski y el parricidio», Freud escribió que el capítulo «El gran inquisidor» de Los hermanos Karamázov era una de las cumbres de la literatura universal. Dostoyevski influyó también a Nietzsche, quien afirmó que «Dostoyevski, el único psicólogo, por cierto, del cual se podía aprender algo, es uno de los accidentes más felices de mi vida, más incluso que el descubrimiento de Stendhal».
El autor ruso Alekséi Rémizov escribió desde su exilio en París en 1927: «Dostoyevski es Rusia. Rusia no existe sin Dostoyevski».78​ La mayor parte de los críticoscoincide en afirmar que Dostoyevski y Dante Alighieri, Shakespeare, Cervantes y Víctor Hugo han influido decisivamente en la literatura del siglo XX, especialmente en lo que al existencialismo y al expresionismo se refiere.



Un árbol de Noel y una boda
[Cuento - Texto completo.]

Fiodor Dostoyevski

Hace un par de días asistí yo a una boda… Pero no… Antes he de contarles algo relativo a una fiesta de Navidad. Una boda es, ya de por sí, cosa linda, y aquella de marras me gustó mucho… Pero el otro acontecimiento me impresionó más todavía. Al asistir a aquella boda, hube de acordarme de la fiesta de Navidad. Pero voy a contarles lo que allí sucedió.

Hará unos cinco años, cierto día entre Navidad y Año Nuevo, recibí una invitación para un baile infantil que había de celebrarse en casa de una respetable familia amiga mía. El dueño de la casa era un personaje influyente que estaba muy bien relacionado; tenía un gran círculo de amistades, desempeñaba un gran papel en sociedad y solía urdir todos los enredos posibles; de suerte que podía suponerse, desde luego, que aquel baile de niños sólo era un pretexto para que las personas mayores, especialmente los señores papás, pudieran reunirse de un modo completamente inocente en mayor número que de costumbre y aprovechar aquella ocasión para hablar, como casualmente, de toda clase de acontecimientos y cosas notables. Pero como a mí las referidas cosas y acontecimientos no me interesaban lo más mínimo, y como entre los presentes apenas si tenía algún conocido, me pasé toda la velada entre la gente, sin que nadie me molestara, abandonado por completo a mí mismo.

Otro tanto hubo de sucederle a otro caballero, que, según me pareció, no se distinguía ni por su posición social, ni por su apellido, y, a semejanza mía, sólo por pura causalidad se encontraba en aquel baile infantil… Inmediatamente hubo de llamarme la atención. Su aspecto exterior impresionaba bien: era de gran estatura, delgado, sumamente serio e iba muy bien vestido. Se advertía de inmediato que no era amigo de distracciones ni de pláticas frívolas. Al instalarse en un rinconcito tranquilo, su semblante, cuyas negras cejas se fruncieron, asumió una expresión dura, casi sombría. Saltaba a la vista que, quitando al dueño de la casa, no conocía a ninguno de los presentes. Y tampoco era difícil adivinar que aquella fiestecita lo aburría hasta la náusea, aunque, a pesar de ello, mostró hasta el final el aspecto de un hombre feliz que pasa agradablemente el tiempo. Después supe que procedía de la provincia y sólo por una temporada había venido a Petersburgo, donde debía de fallarse al día siguiente un pleito, enrevesado, del que dependía todo su porvenir. Se le había presentado con una carta de recomendación a nuestro amigo el dueño de la casa, por lo que aquél cortésmente lo había invitado a la velada: pero, según parecía, no contaba lo más mínimo con que el dueño de la casa se tomase por él la más ligera molestia. Y como allí no se jugaba a las cartas y nadie le ofrecía un cigarro ni se dignaba dirigirle la palabra -probablemente conocían ya de lejos al pájaro por la pluma-, se vio obligado nuestro hombre, para dar algún entretenimiento a sus manos, a estar toda la noche mesándose las patillas. Tenía, verdaderamente, unas patillas muy hermosas; pero, así y todo, se las acariciaba demasiado, dando a entender que primero habían sido creadas aquellas patillas, y luego le habían añadido el hombre, con el solo objeto de que les prodigase sus caricias.

Además de aquel caballero que no se preocupaba lo más mínimo por aquella fiesta de los cinco chicos pequeñines y regordetes del anfitrión, hubo de chocarme también otro individuo. Pero éste mostraba un porte totalmente distinto: ¡era todo un personaje!

Se llamaba Yulián Mastakóvich. A la primera mirada se comprendía que era un huésped de honor y se hallaba, respecto al dueño de la casa, en la misma relación, aproximadamente, en que respecto a éste se encontraba el forastero desconocido. El dueño de la casa y su señora se desvivían por decirle palabras lisonjeras, le hacían lo que se dice la corte, lo presentaban a todos sus invitados, pero sin presentárselo a ninguno. Según pude observar, el dueño de la casa mostró en sus ojos el brillo de una lagrimita de emoción cuando Yulián Mastakóvich, elogiando la fiesta, le aseguró que rara vez había pasado un rato tan agradable. Yo, por lo general, suelo sentir un malestar extraño en presencia de hombres tan importantes; así que, luego de recrear suficientemente mis ojos en la contemplación de los niños, me retiré a un pequeño boudoir, en el que, por casualidad, no había nadie, y allí me instalé en el florido parterre de la dueña de la casa, que cogía casi todo el aposento.

Los niños eran todos increíblemente simpáticos e ingenuos y verdaderamente infantiles, y en modo alguno pretendían dárselas de mayores, pese a todas las exhortaciones de ayas y madres. Habían literalmente saqueado todo el árbol de Navidad hasta la última rama, y también tuvieron tiempo de romper la mitad de los juguetes, aun antes de haber puesto en claro para quién estaba destinado cada uno. Un chiquillo de aquellos de negros ojos y rizos negros, hubo de llamarme la atención de un modo particular: estaba empeñado en dispararme un tiro, pues le había tocado una pistola de madera. Pero la que más llamaba la atención de los huéspedes era su hermanita. Tendría ésta unos once años, era delicada y pálida, con unos ojazos grandes y pensativos. Los demás niños debían de haberla ofendido por algún concepto, pues se vino al cuarto donde yo me encontraba, se sentó en un rincón y se puso a jugar con su muñeca. Los convidados se señalaban unos a otros con mucho respeto a un opulento comerciante, el padre de la niña, y no faltó quién en voz baja hiciese observar que ya tenía apartados para la dote de la pequeña sus buenos trescientos mil rublos en dinero contante y sonante. Yo, involuntariamente, dirigí la vista hacia el grupo que tan interesante conversación sostenía, y mi mirada fue a dar en Yulián Mastakóvich, que, con las manos cruzadas a la espalda y un poco ladeada la cabeza, parecía escuchar muy atentamente el insulso diálogo. Al mismo tiempo hube de admirar no poco la sabiduría del dueño de la casa, que había sabido acreditarla en la distribución de los regalos. A la muchacha que poseía ya trescientos mil rublos le había correspondido la muñeca más bonita y más cara. Y el valor de los demás regalos iba bajando gradualmente, según la categoría de los respectivos padres de los chicos. Al último niño, un chiquillo de unos diez años, delgadito, pelirrojo y con pecas, sólo le tocó un libro que contenía historias instructivas y trataba de la grandeza del mundo natural, de las lágrimas de la emoción y demás cosas por el estilo: un árido libraco, sin una estampa ni un adorno.

Era el hijo de una pobre viuda, que les daba clase a los niños del anfitrión, y a la que llamaban, por abreviar, el aya. Era el tal chico un niño tímido, pusilánime. Vestía una blusilla rusa de nanquín barato. Después de recoger su libro, anduvo largo rato huroneando en torno a los juguetes de los demás niños; se le notaban unas ganas terribles de jugar con ellos; pero no se atrevía; era claro que ya comprendía muy bien su posición social. Yo contemplaba complacido los juguetes de los niños. Me resultaba de un interés extraordinario la independencia con que se manifestaban en la vida. Me chocaba que aquel pobre chico de que hablé se sintiera tan atraído por los valiosos juguetes de los otros nenes, sobre todo por un teatrillo de marionetas en el que seguramente habría deseado desempeñar algún papel, hasta el extremo de decidirse a una lisonja. Se sonrió y trató de hacerse simpático a los demás: le dio su manzana a una nena mofletuda, que ya tenía todo un bolso de golosinas, y llegó hasta el punto de decidirse a llevar a uno de los chicos a cuestas, todo con tal de que no lo excluyesen del teatro. Pero en el mismo instante surgió un adulto, que en cierto modo hacía allí de inspector, y lo echó a empujones y codazos. El chico no se atrevió a llorar. En seguida apareció también el aya, su madre, y le dijo que no molestase a los demás. Entonces se vino el chico al cuarto donde estaba la nena. Ella lo recibió con cariño, y ambos se pusieron, con mucha aplicación, a vestir a la muñeca.

Yo llevaba ya sentado media horita en el parterre, y casi me había adormilado, arrullado inconscientemente por el parloteo infantil del chico pelirrojo y la futura belleza con dote de trescientos mil rublos, cuando de repente hizo irrupción en la estancia Yulián Mastakóvich. Aprovechó la ocasión de haberse suscitado una gran disputa entre los niños del salón para desaparecer de allí sin ser notado. Hacía unos minutos nada más lo había visto yo al lado del opulento comerciante, padre de la pequeña, en vivo coloquio, y, por alguna que otra palabra suelta que cogiera al vuelo, adiviné que estaba ensalzando las ventajas de un empleo con relación a otro. Ahora estaba pensativo, en pie, junto al parterre, sin verme a mí, y parecía meditar algo.

“Trescientos…, trescientos… -murmuraba-. Once…. doce…, trece…, dieciséis… ¡Cinco años! Supongamos al cuatro por ciento… Doce por cinco… Sesenta. Bueno; pongamos, en total, al cabo de cinco años… Cuatrocientos. Eso es… Pero él no se ha de contentar con el cuatro por ciento, el muy perro. Lo menos querrá un ocho y hasta un diez. ¡Bah! Pongamos… quinientos mil… ¡Hum! Medio millón de rublos. Esto es ya mejor… Bueno…; y luego, encima, los impuestos… ¡Hum!”

Su resolución era firme. Se escombró, y se disponía ya a salir de la habitación, cuando, de pronto, hubo de reparar en la pequeña. que estaba con su muñeca en un rincón, junto al niñito pobre, y se quedó parado. A mí no me vio, escondido, como estaba, detrás del denso follaje. Según me pareció, estaba muy excitado. Difícil sería, no obstante, precisar si su emoción era debida a la cuenta que acababa de echar o a alguna otra causa, pues se frotó sonriendo las manos, y parecía como si no pudiese estarse quieto. Su excitación fue creciendo hasta un extremo incomprensible, al dirigir una segunda y resuelta mirada a la rica heredera. Quiso avanzar un paso; pero volvió a detenerse y miró con mucho cuidado en torno suyo. Luego se aproximó de puntillas, como consciente de una culpa, lentamente y sin hacer ruido, a la pequeña. Como ésta se hallaba detrás del chico, se inclinó el hombre y le dio un beso en su cabecita. La pequeña lanzó un grito, asustada, pues no había advertido hasta entonces su presencia.

-¿Qué haces aquí, hija mía? -le preguntó por lo bajo, miró en torno suyo y le dio luego una palmadita en las mejillas.

-Estamos jugando…

-¡Ah! ¿Con éste? -y Yulián Mastakóvich lanzó una mirada al pequeño-. Mira, niño: mejor estarías en la sala -le dijo.

El chico no replicó, y se le quedó mirando fijo. Yulián Mastakóvich volvió a echar una rápida ojeada en torno suyo, y de nuevo se inclinó hacia la pequeña.

-¿Qué es esto, niña? ¿Una muñeca? -le preguntó.

-Sí, una muñequita… -repuso la nena algo forzada, y frunció levemente el ceño.

-Una muñeca… Pero ¿sabes tú, hija mía, de qué se hacen las muñecas?

-No… -respondió la niña en un murmullo, y volvió a bajar la cabeza.

-Bueno; pues mira: las hacen de trapos viejos, corazón. Pero tú estarías mejor en la sala, con los demás niños -y Yulián Mastakóvich, al decir esto, dirigió una severa mirada al pequeño. Pero éste y la niña fruncieron la frente y se apretaron más el uno contra el otro. Por lo visto, no querían separarse.

-¿Y sabes tú también para qué te han regalado esta muñeca? -tornó a preguntar Yulián Mastakóvich, que cada vez ponía en su voz más mimo.

-No.

-Pues para que seas buena y cariñosa.

Al decir esto, tornó Yulián Mastakóvich a mirar hacia la puerta, y luego le preguntó a la niña con voz apenas perceptible, trémula de emoción e impaciencia:

-Pero ¿me querrás tú también a mí si les hago una visita a tus padres? Al hablar así, intentó Yulián Mastakóvich darle otro beso a la pequeña; pero al ver el niño que su amiguita estaba ya a punto de romper en llanto, se apretujó contra su cuerpecito, lleno de súbita congoja, y por pura compasión y cariño rompió a llorar alto con ella. Yulián Mastakóvich se puso furioso.

-¡Largo de aquí! ¡Largo de aquí -le dijo con muy mal genio al chico-. ¡Vete a la sala! ¡Anda a reunirte con los demás niños!

-¡No, no, no! ¡No quiero que se vaya! ¿Por qué tiene que irse? ¡Usted es quien debe irse! -clamó la nena-. ¡Él se quedará aquí! ¡Déjele usted estar! -añadió casi llorando.

En aquel instante sonaron voces altas junto a la puerta y Yulián Mastakóvich irguió el busto imponente. Pero el niño se asustó todavía más que Yulián Mastakóvich; soltó a la amiguita y se escurrió, sin ser visto, a lo largo de las paredes, en el comedor. También al comedor se trasladó Yulián Mastakóvich, cual si nada hubiera pasado. Tenía el rostro como la grana, y como al pasar ante un espejo se mirase en él, pareció asombrarse él mismo de su aspecto. Quizá lo contrariase haberse excitado tanto y hablado de manera tan destemplada. Por lo visto, sus cálculos lo habían absorbido y entusiasmado de tal modo, que a pesar de toda su dignidad y astucia, procedió como un verdadero chiquillo, y en seguida, sin pararse a reflexionar, empezaba a atacar su objetivo. Yo lo seguí al otro cuarto…, y en verdad que fue un raro espectáculo el que allí presencié. Pues vi nada menos que a Yulián Mastakóvich, el digno y respetable Yulián Mastakóvich, hostigar al pequeño, que cada vez retrocedía más ante él y, de puro asustado, no sabía ya dónde meterse.

-¡Vamos, largo de aquí! ¿Qué haces aquí, holgazán? ¡Anda, vete! Has venido aquí a robar fruta, ¿verdad? Habrás robado alguna, ¿eh? ¡Pues lárgate en seguidita, que ya verás, si no, cómo te arreglo yo a ti!

El muchacho, azorado, se resolvió, finalmente, a adoptar un medio desesperado de salvación: se metió debajo de la mesa. Pero al ver aquello se puso todavía más furioso su perseguidor. Lleno de ira, tiró del largo mantel de batista que cubría la mesa, con objeto de sacar de allí al chico. Pero éste se estuvo quietecito, muertecito de miedo, y no se movió. Debo hacer notar que Yulián Mastakóvich era algo corpulento. Era lo que se dice un tipo gordo, con los mofletes colorados, una ligera tripa, rechoncho y con las pantorrillas gordas…; en una palabra: un tipo forzudo, que todo lo tenía redondito como la nuez. Gotas de sudor le corrían ya por la frente; respiraba jadeando y casi con estertor. La sangre, de estar agachado, se le subía, roja y caliente, a la cabeza. Estaba rabioso, de puro grande que eran su enojo o, ¿quién sabe?, sus celos. Yo me eché a reír alto. Yulián Mastakóvich se volvió como un relámpago hacia mí, y, no obstante su alta posición social, su influencia y sus años, se quedó enteramente confuso. En aquel instante entró por la puerta frontera el dueño de la casa. El chico se salió de debajo de la mesa y se sacudió el polvo de las rodillas y los codos. Yulián Mastakóvich recobró la serenidad, se llevó rápidamente el mantel, que aún tenía cogido de un pico, a la nariz, y se sonó.

El dueño de la casa nos miró a los tres sorprendido; pero, a fuer de hombre listo que toma la vida en serio, supo aprovechar la ocasión de poder hablar a solas con su huésped.

-¡Ah! Mire usted: éste es el muchacho en cuyo favor tuve la honra de interesarle… -empezó, señalando al pequeño.

-¡Ah! -replicó Yulián Mastakóvich, que seguía sin ponerse a la altura de la situación.

-Es el hijo del aya de mis hijos -continuó explicativo el dueño de la casa, y en tono comprometedor-, una pobre mujer. Es viuda de un honorable funcionario. ¿No habría medio, Yulián Mastakóvich…?

-¡Ah! Lo había olvidado. ¡No, no! -lo interrumpió éste presuroso-. No me lo tome usted a mal, mi querido Filipp Aleksiéyevich; pero es de todo punto imposible. Me he informado bien; no hay, actualmente, ninguna vacante, y aun cuando la hubiese, siempre tendría éste por delante diez candidatos con mayor derecho… Lo siento mucho, créame; pero…

-¡Lástima! -dijo pensativo el dueño de la casa-. Es un chico muy juicioso y modesto…

-Pues a mí, por lo que he podido ver, me parece un tunante -observó Yulián Mastakóvich con forzada sonrisa-. ¡Anda! ¿Qué haces aquí? ¡Vete con tus compañeros! -le dijo al muchacho, encarándose con él.

Luego no pudo, por lo visto, resistir la tentación de lanzarme a mí también una mirada terrible. Pero yo, lejos de intimidarme, me reí claramente en su cara. Yulián Mastakóvich la volvió inmediatamente a otro lado y le preguntó de un modo muy perceptible al dueño de la casa quién era aquel joven tan raro. Ambos se pusieron a cuchichear y salieron del aposento. Yo pude ver aún, por el resquicio de la puerta, cómo Yulián Mastakóvich, que escuchaba con mucha atención al dueño de la casa, movía la cabeza admirado y receloso.

Después de haberme reído lo bastante, yo también me trasladé al salón. Allí estaba ahora el personaje influyente, rodeado de padres y madres de familia y de los dueños de la casa, y hablaba en tono muy animado con una señora que acababan de presentarle. La señora tenía cogida de la mano a la pequeña que Yulián Mastakóvich besara hacía diez minutos. Ponderaba el hombre a. la niña, poniéndola en el séptimo cielo; ensalzaba su hermosura, su gracia, su buena educación, y la madre lo oía casi con lágrimas en los ojos. Los labios del padre sonreían. El dueño de la casa participaba con visible complacencia en el júbilo general. Los demás invitados también daban muestras de grata emoción, e incluso habían interrumpido los juegos de los niños para que éstos no molestasen con su algarabía. Todo el aire estaba lleno de exaltación. Luego pude oír yo cómo la madre de la niña, profundamente conmovida, con rebuscadas frases de cortesía, rogaba a Yulián Mastakóvich que le hiciese el honor especial de visitar su casa, y pude oír también cómo Yulián Mastakóvich, sinceramente encantado, prometía corresponder sin falta a la amable invitación, y cómo los circunstantes, al dispersarse por todos lados, según lo pedía el uso social, se deshacían en conmovidos elogios, poniendo por las nubes al comerciante, su mujer y su nena, pero sobre todo a Yulián Mastakóvich.

-¿Es casado ese señor? -pregunté yo alto a un amigo mío, que estaba al lado de Yulián Mastakóvich.

Yulián Mastakóvich me lanzó una mirada colérica, que reflejaba exactamente sus sentimientos.

-No -me respondió mi amigo, visiblemente contrariado por mi intempestiva pregunta, que yo, con toda intención, le hiciera en voz alta.

***

Hace un par de días hube de pasar por delante de la iglesia de ***. La muchedumbre que se apiñaba en el balcón, y sus ricos atavíos, hubieron de llamarme la atención. La gente hablaba de una boda. Era un nublado día de otoño, y empezaba a helar. Yo entré en la iglesia, confundido entre el gentío, y miré a ver quién fuese el novio. Era un tío bajo y rechoncho, con tripa y muchas condecoraciones en el pecho. Andaba muy ocupado, de acá para allá, dando órdenes, y parecía muy excitado. Por último, se produjo en la puerta un gran revuelo; acababa de llegar la novia. Yo me abrí paso entre la multitud y pude ver una beldad maravillosa, para la que apenas despuntara aún la primera primavera. Pero estaba pálida y triste. Sus ojos miraban distraídos. Hasta me pareció que las lágrimas vertidas habían ribeteado aquellos ojos. La severa hermosura de sus facciones prestaba a toda su figura cierta dignidad y solemnidad altivas. Y, no obstante, a través de esa seriedad y dignidad y de esa melancolía, resplandecía el alma inocente, inmaculada, de la infancia, y se delataba en ella algo indeciblemente inexperto, inconsciente, infantil, que, según parecía, sin decir palabra, tácitamente, imploraba piedad.

Se decía entre la gente que la novia apenas si tendría dieciséis años. Yo miré con más atención al novio, y de pronto reconocí al propio Yulián Mastakóvich, al que hacía cinco años que no volviera a ver. Y miré también a la novia. ¡Santo Dios! Me abrí paso entre el gentío en dirección a la salida, con el deseo de verme cuanto antes lejos de allí. Entre la gente se decía que la novia era rica en dinero contante y sonante y que poseía medio millón de rublos, más una renta por valor de tanto y cuanto…

“¡Le salió bien la cuenta”, pensé yo, y me salí a la calle.
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FIN

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