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digital de la Editorial Puerto Libro editorialpuertolibro@gmail.com AÑO IV – Nº 34
- diciembre de 2015
Capitán a cargo de la bitácora: Eduardo
Juan Foutel - Blog: foutelej.blogspot.com
Los capitanes en su
cuaderno de bitácora, permanentemente, dejan debida constancia de todos
aquellos acontecimientos que, de una forma u otra, modifican la rutina diaria.
En esta Carpeta de Bitácora –desde este Puerto-
trataremos de ir dejando nota de aquellos hechos que entendemos son merecedores
de ser destacados.
Hoy tenemos la visita
de un personaje de origen poco claro y mitológico que suele estar entre
nosotros todos los años pasado mediado del mes de diciembre. Llega solo, por la
noche, nadie lo ve y trae alegría a todos los chicos.
Papá
Noel, Santa
Claus, San
Nicolás, Viejito (o Viejo) pascuero son algunos
nombres con los cuales se conoce universalmente al personaje legendario que según la cultura occidental trae regalos a los
niños por Navidad (la noche del 24 al 25 de
diciembre).
Es
un personaje que formaba parte del antiguo mito solar del solsticio de Invierno al que el cristianismo sincretizó con la
figura del obispo cristiano de origen griego llama-do Nicolás, que vivió en el siglo IV en Anatolia, en los
valles de Licia (en la actual Turquía). Era una
de las personas más veneradas por los cristianos de la Edad Media, del que aún hoy se
conservan sus reliquias en la basílica de San Nicolás, Bari, Italia.
Historia de Nicolás de Bari

Se
estima que Nicolás de
Bari nació
cerca del año 280 en
Myra, una Ciudad del Distrito de Licia, en la actual Turquía.
Era
hijo de una familia acomodada y creció bajo los tirantes deseos de sus padres.
Su padre deseaba que siguiera sus pasos comerciales en el Mar Adriático,
mientras su madre pretendía que fuera sacerdote como su tío, el obispo de Mira (antigua
ciudad licia de la Anatolia Egea,
actualmente Turquía).
La peste solucionó
su dilema, al llevarse a sus padres, mientras trataban de ayudar a los enfermos
de su ciudad. El muchacho, conmovido con la desgraciada situación de su gente
ante semejante enfermedad, repartió sus bienes entre los necesitados y partió
hacia Mira para
vivir con su tío y ordenarse como sacerdote,
cosa que logró a los 19 años. Más tarde, al morir su tío fue elegido para
reemplazarlo como obispo.
De
él, se cuentan cientos de historias, especialmente narrando sus milagros y sus bondades
para con la gente pobre. Tal fue la admiración que sintieron por él que se
convirtió en santo patrón
de Grecia, Turquía, Rusia y
la Lorena (Francia).
La leyenda de Nicolás de Bari
Su
relación con los niños nace en una de las historias que indica que alguien
acuchilló a varios niños, entonces el santo
rezó por ellos y obtuvo su curación casi inmediata. Pero además,
Nicolás tenía especial inclinación por los niños.
Su
mítica fama de repartidor de obsequios se basa en otra historia, que cuenta que
un empobrecido hombre padre de tres hijas, no podía casarlas por no tener la
dote necesaria, al carecer las muchachas de la dote parecían condenadas a ser
"solteronas". Enterado de esto, Nicolás le entregó, al obtener la
edad de casarse, una bolsa llena de monedas de oro a
cada una de ellas. Se cuenta que todo esto fue hecho en secreto por el sacerdote quien entraba
por una ventana y ponía la bolsa de oro dentro
de los calcetines de las niñas, que colgaban sobre la chimenea para secarlos.
También
fue nombrado Patrono de los marineros, porque, cuenta otra historia, que
estando algunos de ellos en medio de una terrible tempestad en alta mar y
viéndose perdidos comenzaron a rezar y a pedir a Dios con
oraciones tales como Oh
Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos.
En ese momento la figura de San Nicolás se hizo presente y calmó las aguas.
En
oriente se le conoce como San Nicolás de Mira o Myra, pero en occidente como
San Nicolás de Bari, ya que, cuando los musulmanes invadieron el territorio
antes griego y que hoy es Turquía, los
cristianos lograron sacar en secreto sus reliquias (1087) y las
llevaron a la ciudad de Bari en Italia. En esta
ciudad se obtuvieron tantos milagros al rezarle al santoque rápidamente su popularidad se
extendió por toda Europa. Hay cientos
de templos en todo el mundo dedicados a su figura. Ya en el año 550, en Roma se
erigió uno en su honor.
Papá Noel y la Navidad
En los
países europeos este personaje recibe el nombre de Papá Navidad, traducido a su
lengua (Father Christmas, Père Noël, Babbo Natale), excepto en España y otros
países de habla hispana, en los cuales se ha castellanizado la palabra francesa Noël como Noel.
Pero ¿cómo
se relaciona con los regalos de Navidad? En la
antigüedad, en Roma, se realizaban fiestas – a
mediados dediciembre- en honor
a Saturno (Cronos para los griegos), al final de las cuales los niños recibían obsequios
de todos los mayores.
En otra
época posterior, cuando el mito de San Nicolás aún no se había corporizado,
igualmente existían otras tradiciones, como la de los niños italianos que recibían regalos de un "hada" llamada Befana. En Cataluña y algunas zonas de Aragónes un
tronco "mágico", llamado Tió o Tió
de Nadal o a veces Cagatió, aunque
esta última es más bien la forma de denominarlo de los que no son naturales de
la región, al no conocer bien la tradición y la cultura catalana y tener como
referencia la canción con la que se hace "defecar" (expulsar) al Tió
(Caga Tió, Tió de Nadal, no caguis arengades, que son salades, caga torrons,
que son més bons!!!),esta canción, y otras, se entonan mientras se golpea
al Tió con una vara para hacerlo "defecar", no antes de haberlo
estado alimentando durante los días previos con diferentes alimentos, como:
pelas de fruta, galletas, turrones, restos de la comida, etc. Entonces, el día
25 por la tarde, después de la comida tradicional de navidad, es cuando se le
hace "defecar" de la forma anteriormente expuesta. Al golpearlo
expulsa los regalos y dulces. Mientras que los pueblos de algunos valles vascos y navarros, los regalos los traía el carbonero Olentzero y en valles de Vizcaya y alrededores también iratxoak (duendecillos) con gorros verdes de armiño. En
ciertas zonas del centro de Galiciase oye la
leyenda del Apalpador, que
llegaba el día de Navidad a palpar las barrigas de los niños, dejando castañas
a los niños más delgados (para que engordaran) y carbón a los mejor alimentados
(para que calentaran la casa). Con el tiempo y con los prodigios conocidos de
San Nicolás, éste fue remplazando a algunos de estos personajes paganos.
La transformación: De "San Nicolás" a Santa Claus y Papá
Noel
Se cree
que esto sucedió alrededor del año 1624. Cuando los inmigrantes holandeses fundaron la ciudad de Nueva
Ámsterdam, más tarde llamada Nueva York,
obviamente llevaron con ellos sus costumbres y mitos, entre ellos el de Sinterklaas, su patrono (cuya
festividad se celebra en Holanda entre el 5 y el 6 de diciembre).
En 1809 el
escritor Washington Irving escribió una sátira, Historia
de Nueva York, en la que deformó al santo holandés, Sinterklaas, en la burda
pronunciación angloparlante Santa Claus. Más tarde el poeta Clement Clarke Moore, en 1823, publicó un poema donde dio
cuerpo al actual mito de Santa Claus, basándose en el personaje de Irving. En
ese poema se hace mención de una versión de Santa Claus, enano y delgado, como
un duende; pero que regala juguetes a los niños en víspera de Navidad y que se
transporta en un trineo tirado por nueve renos,
incluyendo a Rudolph (Rodolfo).
Posteriormente,
hacia 1863, adquirió la actual
fisonomía de gordo barbudo bonachón con la que más se le conoce. Esto fue
gracias al dibujante alemán Thomas Nast, quien
diseñó este personaje para sus tiras navideñas en Harper's
Weekly. Allí adquirió su vestimenta y se cree que su
creador se basó en las vestimentas de los obispos de viejas épocas para crear
este «San Nicolás», que en ese momento ya nada tenía que ver con San Nicolás de Mira.
A mediados
del siglo
XIX, el Santa Claus estadounidense pasó a Inglaterra y de allí a Francia, donde se
fundió con Bonhomme
Noël, el origen de nuestro Papá Noel, quien tenía parecido físico con
Santa Claus, pero vestía de blanco con vivos dorados. Igualmente a fines del
siglo XIX, a partir de un anuncio estadounidense de la Lomen Company, se
crearía la tradición de que Papá Noel procedería del Polo Norte; y se
popularizarían completamente los renos navideños como medio de trasporte de Santa Claus.
Luego, a
comienzos del siglo
XX en 1902,
el libro infantil The Life
and Adventures of Santa Claus de L. Frank Baum, se
origina la historia de cómo Claus se ganó la inmortalidad, al igual
que su título de santo.
Igualmente,
ya en el siglo XX, la empresa Coca-Cola encargó al pintor Habdon Sundblom que remodelara la figura de Santa Claus/Papá Noel para hacerlo más
humano y creíble. Esta versión data de 1931. En este
punto, sin embargo hay que aclarar que es solo una leyenda urbana la creencia de que el color rojo y blanco de Santa Claus tenga su
origen en los anuncios que la marca Coca-Cola empezó a hacer a partir de 1931,
aunque sí es cierto que contribuyeron a la popularización de estos colores y
del mito mismo. Hay muchas ilustraciones y descripciones casi fidedignas
anteriores al anuncio como la de Thomas
Nast (1869) o St.
Nicholas Magazine (1926), entre otras; eso sin
considerar además las antiguas representaciones religiosas del obispo San
Nicolás de Mira ó San Nicolás de Bari, en las que es común el color rojo y
blanco de la vestimenta religiosa, si bien es cierto que desde mediados de 1800 hasta principios de 1900 no hubo una asignación concreta al color de Santa Claus, siendo el
verde uno de los más usados. Por lo tanto, se considera que la campaña masiva
de Coca-Cola fue una de las principales razones por las cuales Santa Claus
terminó vestido de color rojo y blanco, pero estos publicistas no fueron los
primeros en representarlo con estos colores.
En cuanto
a la morada de Papá Noel, como la leyenda se originó en el Hemisferio
Norte, a principios del siglo XX se esparció la idea de que viviría en el Polo Norte; sin embargo hay que
recordar que existen otros lugares cercanos postulados como su hogar, los
cuales son: Laponia
sueca, Laponia finlandesa y Groenlandia; puesto
que el Polo Norte está en medio del Océano Ártico.
Leyenda actual
Papá Noel
con niños.

Así, el mito actual cuenta que Santa Claus viviría en las proximidades del Polo Nortejunto a la Señora Claus y una gran cantidad de Duendes navideños, que le ayudan
en la fabricación de los juguetes y otros regalos que le piden los niños a través decartas.
Para poder
transportar los regalos, Papá Noel los guardaría en un saco mágico y los
repartiría a las 00:00h del día 25 de
diciembre, en un trineo mágico volador, tirado por «renos navideños»,
liderados por Rodolfo (Rudolph); un reno que ilumina el camino con su nariz roja, brillante y potente, siendo
el último en agregarse a la historia.
Santa
Claus podría entrar a los hogares de los niños, al transformarse en una especie
de humo mágico; y así entrar por la chimenea u otro orificio de las casas; si éstas no disponen de una.
Para saber
qué niños merecen regalos, Santa
Claus dispondría de un telescopio capaz de ver a todos los niños del mundo; además de la ayuda de otros
seres mágicos que vigilarían el comportamiento de los niños. Así, si un niño se
ha comportado mal, se dice que quien lo vendría a visitar sería la carbonilla, y no Santa Claus; y como castigo carbonilla
le regalaría a los niños solo carbón.
Polémica
con la tradición de Santa Claus
Desde el
ámbito cristiano y desde grupos nacionalistas, la figura actual de Santa Claus está
rodeada de diferentes y diversas acusaciones. Se le acusa de ser un producto
comercial al servicio del consumo, de ser una figura estadounidense intrusa y
destruir las tradiciones locales.
Algunos de
los países donde ha habido grupos que han promovido movilizaciones en contra de
Santa Claus para favorecer las tradiciones autóctonas cristianas son:Alemania, Austria, República Checa, España.
Bettina
Schade es una de las promotoras de la iniciativa para defender la figura de San
Nicolás frente al Santa Claus invasor en Alemania. Bettina
explicó que "el origen cristiano de la Navidad, el nacimiento de Jesús, ha
sido colocado en el segundo plano. Se está volviendo cada vez más una
festividad reducida a un simple comercio y compra de regalos".
En Austria, Walter Kriwetz lideró una
campaña para salvar a Christkind [Cristo niño] de Santa Claus. "No
es contra Santa. Él será bueno para los británicos y los estadounidenses, pero
no es bueno para nosotros".3
En España hay una
campaña en contra de Santa Claus y a favor de los Reyes Magos. Bajo el lema Yo soy de los Reyes Magos ha incluido entre sus acciones una manifestación ante la embajada de
Finlandia o pastores que lleven pancartas en defensa de los Reyes Magos en sus belenes.4
En la República Checa también existe una campaña para defender la tradición del Niño Jesús,
frente a Santa Claus.
Pero más
allá es de estas historias, la navidad ha sido una fuente inagotable para las
letras del mundo. Escritores y poetas han dejado su testimonio y siempre,
dejando un mensaje extra literario pretendiendo darle un sentido ético y
estético al milagro de navidad.
En el número 24 de diciembre ppdo., llevamos a Udes La fosforera de Hans Christian Andersen (Odense, Dinamarca, 1805 - Copenhague,
1875) Poeta y escritor danés. Hoy
traemos dos cuentos, “El secreto de Santa”
de Alberto Martinez y Cuento de
Navidad de Ray Bradbury (quien ya nos visitó con sus
crónicas marcianas).
Respecto
al primero de los autores citados, debo confesar que me encuentro algo
frustrado ya que no he podido saber quién es. Son muchísimos los Alberto
Martínez, incluso que escriben, pero ello no me va a impedir publicarlo puesto
que es muy bueno.
Respecto
del norteamericano Bradbury, en números anteriores a él nos hemos referido
extensamente.
El secreto
de Santa
En Nochebuena un niño miró fijamente a Santa y le
dijo: "Quiero saber tu secreto". Le susurró al oído: "¿Cómo lo
haces, año tras año?
"Quiero saber cómo, mientras viajas
dejando regalos aquí y allá, nunca se terminan. ¿Cómo es, querido Santa, que
en tu saco de regalos hay suficiente para todas las niñas y niños del mundo?
Siempre está lleno, nunca se vacía mientras va de chimenea en chimenea, a
casas grandes y pequeñas de país en país, visitándolos todos.
Santa se sonrió y le contestó, "No me
hagas preguntas difíciles. ¿No quieres un juguete? Pero el niño dijo que no y
Santa pudo ver que él esperaba una respuesta. "Ahora escuchame," le
dijo al niño "Mi secreto te hará más triste y más sabio".
"Lo cierto es que mi saco es mágico.
Dentro de él hay millones de juguetes para mi viaje en Nochebuena. Pero a pesar
que visito a cada niña y a cada niño no siempre dejo juguetes. En algunos
hogares no tienen comida, en otros hay tristeza, en algunos hogares estan
desesperados, y otros son malos. Algunos son hogares rotos, donde los niños
sufren. Esos hogares visito, pero qué puedo dejar?
Mi trineo está lleno de cosas alegres, pero
para los hogares donde habita la tristeza, los juguetes no son suficientes.
Así que en silencio me acerco, y beso cada niña y cada niño, y rezo con ellos
para que reciban la alegría del espíritu de la Navidad, el espíritu que vive
en el corazón del niño que no recibe, pero que da.
"Si Dios escucha y contesta mi oración,
cuando regrese el próximo año, lo que encontraré serán hogares llenos de paz,
y amor. Y niños y niñas llenos de la luz infinita.
Es un trabajo difícil, mi querido amiguito,
dejar regalos para algunos y orar por otros. Pero las oraciones son los
mejores regalos Porque Dios tiene el don de satisfacer todas las necesidades.
Esa es parte de la contestación. El resto es
que mi saco es mágico. Y esa es la verdad. Mi saco está cargado de amor. En
mi saco nunca falta el amor y la alegría... porque dentro hay oraciones, y
esperanzas. No sólo juguetes. Mientrás más doy, más se llena... porque dando
es como realizo mis sueños."¿Y quieres saber algo? Tu también tienes tu
|
propio saco. Contiene tanta magia como el mío, y
está dentro de ti. Nunca se vacía, está llenito desde el principio de tu vida.
Es el centro de la luz y el amor. Es tu corazón. Y si en ésta Navidad quieres
ayudarme, no te preocupes tanto por los regalos debajo de tu árbol. Abre esa
saco que es tu corazoncito, y comparte tu alegría, tu amistad, tu dinero, tu
amor".
"Gracias por el secreto. Me tengo que
ir". "Espera niño", dijo Santa, "no te vayas. ¿Compartirás
lo que tienes? ¿Ayudarás? ¿Te servirá lo que has aprendido?" Y por un
momento el niño se detuvo, tocó su corazón y simplemente dijo: "Sí".
Cuento de
Navidad
[Cuento. Texto completo.]
Ray Bradbury
El día siguiente sería Navidad y, mientras los tres se dirigían a la
estación de naves espaciales, el padre y la madre estaban preocupados. Era el
primer vuelo que el niño realizaría por el espacio, su primer viaje en cohete,
y deseaban que fuera lo más agradable posible. Cuando en la aduana los
obligaron a dejar el regalo porque excedía el peso máximo por pocas onzas, al
igual que el arbolito con sus hermosas velas blancas, sintieron que les
quitaban algo muy importante para celebrar esa fiesta. El niño esperaba a sus
padres en la terminal. Cuando estos llegaron, murmuraban algo contra los
oficiales interplanetarios.
-¿Qué haremos?
-Nada, ¿qué podemos hacer?
-¡Al niño le hacía tanta ilusión el árbol!
La sirena aulló, y los pasajeros fueron hacia el cohete de Marte. La
madre y el padre fueron los últimos en entrar. El niño iba entre ellos, pálido
y silencioso.
-Ya se me ocurrirá algo -dijo el padre.
-¿Qué...? -preguntó el niño.
El cohete despegó y se lanzó hacia arriba al espacio oscuro. Lanzó una
estela de fuego y dejó atrás la Tierra, un 24 de diciembre de 2052, para
dirigirse a un lugar donde no había tiempo, donde no había meses, ni años, ni
horas. Los pasajeros durmieron durante el resto del primer "día".
Cerca de medianoche, hora terráquea según sus relojes neoyorquinos, el niño
despertó y dijo:
-Quiero mirar por el ojo de buey.
-Todavía no -dijo el padre-. Más tarde.
-Quiero ver dónde estamos y a dónde vamos.
-Espera un poco -dijo el padre.
El padre había estado despierto, volviéndose a un lado y a otro,
pensando en la fiesta de Navidad, en los regalos y en el árbol con sus velas
blancas que había tenido que dejar en la aduana. Al fin creyó haber encontrado
una idea que, si daba resultado, haría que el viaje fuera feliz y maravilloso.
-Hijo mío -dijo-, dentro de medía hora será Navidad.
-Oh -dijo la madre, consternada; había esperado que de algún modo el
niño lo olvidaría. El rostro del pequeño se iluminó; le temblaron los labios.
-Sí, ya lo sé. ¿Tendré un regalo? ¿Tendré un árbol? Me lo prometieron.
-Sí, sí. todo eso y mucho más -dijo el padre.
-Pero... -empezó a decir la madre.
-Sí -dijo el padre-. Sí, de veras. Todo eso y más, mucho más. Perdón,
un momento. Vuelvo pronto.
Los dejó solos unos veinte minutos. Cuando regresó, sonreía.
-Ya es casi la hora.
-¿Me prestas tu reloj? -preguntó el niño.
El padre le prestó su reloj. El niño lo sostuvo entre los dedos mientras
el resto de la hora se extinguía en el fuego, el silencio y el imperceptible
movimiento del cohete.
-¡Navidad! ¡Ya es Navidad! ¿Dónde está mi regalo?
-Ven, vamos a verlo -dijo el padre, y tomó al niño de la mano.
Salieron de la cabina, cruzaron el pasillo y subieron por una rampa.
La madre los seguía.
-No entiendo.
-Ya lo entenderás -dijo el padre-. Hemos llegado.
Se detuvieron frente a una puerta cerrada que daba a una cabina. El
padre llamó tres veces y luego dos, empleando un código. La puerta se abrió,
llegó luz desde la cabina, y se oyó un murmullo de voces.
-Entra, hijo.
-Está oscuro.
-No tengas miedo, te llevaré de la mano. Entra, mamá.
Entraron en el cuarto y la puerta se cerró; el cuarto realmente estaba
muy oscuro. Ante ellos se abría un inmenso ojo de vidrio, el ojo de buey, una
ventana de metro y medio de alto por dos de ancho, por la cual podían ver el
espacio. El niño se quedó sin aliento, maravillado. Detrás, el padre y la madre
contemplaron el espectáculo, y entonces, en la oscuridad del cuarto, varias
personas se pusieron a cantar.
-Feliz Navidad, hijo -dijo el padre.
Resonaron los viejos y familiares villancicos; el niño avanzó
lentamente y aplastó la nariz contra el frío vidrio del ojo de buey. Y allí se
quedó largo rato, simplemente mirando el espacio, la noche profunda y el
resplandor, el resplandor de cien mil millones de maravillosas velas blancas.
FIN
Lindos cuentos! Las explicaciones de la tradicion, como todas las escritas sobre este tipo de temas que han persistido durante tano tiempo, son bastante confusas y contradictorias. En Madagascar una italiana de las Dolomitas, zona de tradicion y lengua alemanas, hacia en su casa una gran fiesta para los chicos de la escuela el 6 de diciembre, dia de San Nicolas; Dominique se disfrazaba de Papa Noel y llegaba en carreta de bueyes con los regalos, en traje rojo, barba blanca y barriga auténtica, pero con cayado de obispo y sin mitra!
ResponderEliminarHay un cuento africano muy bueno que cuenta que una vez, el pobre Papa Noel acabo su gira en Africa, porque los chicos no le mandaron ninguna carta, creyendo que era una invencion de blancos; pero uno de ellos al fin le escribio, pidiendo para todos; cuando recibio laz carta, ya habia guardado su trineo, pero para no desilusionar a un continente entero, volvio a uncir a los renos y alla se fue con una bolsa cargada! Llego tan agotado que una mama africana tuvo lastima, le ofrecio agua fresca y mandioca y le dio una estera para que descansara un rato, escondiendolo en un claro de la selva donde no pasaba nadie, de miedo a la reaccion agresiva de los maridos. Cuando fue a recuperar su estera, vio que el P Noel estgaba aun durmiendo, en pleno sol, y se habia quedado negro!!!!! Y asi pudo ser aceptado por los brujos africanos, celosos por el reparto milagroso de juguetes, "cosa de blancos!" como nosotros deciamos "cosa de Mandinga!"(mandingas era el nombre de los esclavos malinkés) en los antiguos tiempos. Si lo encuentro en el desorden de mi biblioteca te lo copio.