EL SECRETO MEJOR GUARDADO
Marcos se acercó a su madre y le dijo:
-Tomá es
para que compres más comida.
La madre miró lo que su hijo ponía en su
mano; era dinero, mucho para alguien de dieciséis años que no trabajaba ni
hacía changa alguna.
Esta escena se repitió muchas veces y su
madre, preocupada por el origen de ese dinero, un día lo siguió temiendo que
por la tentación de dinero fácil hubiera entrado al mundo del delito.
Grande fue su sorpresa cuando vio a su
hijo entrar a un gimnasio, pero como en muchos de estos centros se distribuyen
distintos tipos de drogas, quiso saber más e ingresó para ver qué hacía su hijo
en ese lugar.
Las sorpresas siguieron. Primero, cuando
vio a Marcos subirse a un cuadrilátero vestido como un boxeador y con guantes
de box en sus manos; segundo, cuando detrás de la puerta por la que había
ingresado se encontró con un afiche que anunciaba un encuentro donde su hijo
era uno de los combatientes.
Rápidamente abandonó el gimnasio y se
dirigió a su casa porque tenía mucho que pensar, muchas preguntas y pocas
respuestas.
Más tarde, con la caída del sol, Marcos
regresó a su casa como todos los días. Ahí estaba Mamá, sentada en una silla
del comedor esperando el momento.
Las preguntas de la madre y las
respuestas de su hijo fueron las lógicas y habituales en esos casos. ¿Por qué
no me dijiste…? Porque te ibas a preocupar. ¿Qué se te dio por hacerte
boxeador? Bueno, primero que soy bueno en eso y segundo que desde que murió
Papá en esta casa siempre está faltando algo y creí que era la forma de que no falte nada.
Bueno, las preguntas siguieron y las
respuestas también y, como cuestión positiva Marcos supo encontrar en la
familia comprensión y apoyo.
Blanqueada la situación, Marcos siguió
combatiendo con gran éxito en los circuitos informales y tiempo después ingresó
como Boxeador profesional.
Las peleas se sucedían y los triunfos lo
llevaban en una carrera ascendente y no pasó mucho tiempo cuando el trofeo en
juego ahora era el nacional.
Mientras tanto, Marcos se había
transformado en un famoso púgil y su fama hizo que muchos se acercaran a él.
Entre todos, mujeres y entre ellas, una
muy especial de la que se enamoró y no tardó en buscar el visto bueno de su
madre.
Con su aprobación y la de ambas familias,
Marcos y Juana se casaron y no tardaron más que los tiempos “legales” para
recibir al primero de sus tres hijos del matrimonio.
Paralelamente, Marcos seguía con su
carrera deportiva. El día del combate por la corona nacional, nacía su primer
hijo. Doble alegría.
Así la carrera de la revelación
argentina, Marcos Coronel, llega a la instancia del cinturón americano, trofeo
que finalmente logra en México venciendo a José Francisco “Alacrán” Giménez en
la quinta vuelta por un inapelable fuera de combate.
Pasaron solo cinco peleas incluidas las
defensas del título, cuando califica para el máximo trofeo del Mundo.
Mientras tanto, Juana comandaba el hogar.
Ella fijaba las pautas de convivencia y de alguna forma diseñaba el futuro de
su familia.
Del mucho dinero que ya ganaba su marido
lo administraba con criterio e invertía también mucho porque siempre supo que
la carrera de un boxeador podría truncarse en cualquier momento y no quería
dejar a sus hijos sin futuro.
Así, buscándoles el mejor destino a sus
hijos, los mandó a las mejores escuelas y colegios para que obtengan la mejor
educación.
Pero este liderazgo fue ejercido con
tanto criterio y solvencia que Marcos -mimado y contenido en casa por Juana y
sus hijos- nunca advirtió el enorme poder que su esposa había desarrollado.
El gran día estaba en la cuenta
regresiva. Los canales de deportes no hacían otra cosa que hablar del fenómeno
argentino. De este campeón que nunca conoció, a lo largo de su carrera, el frio
de la lona por el conteo de los diez segundos reglamentarios.
Invicto y muy entero, desde todo punto de
vista, Marcos llegaba a pelear por el máximo galardón.
El día llegó y mientras en los camarines
el manager y su equipo preparaban al campeón para esa noche y un futuro lleno
de gloria, Juana mantenía una reunión secreta con el médico personal de su
esposo con quien, más allá de discrepar respecto al porvenir de su familia,
finalmente aquella supo obtener el resultado buscado.
Su ingreso a la arena fue tan aplaudido y
vitoreado como al abandonarla ya que luego de quince rondas por fallo unánime
Marcos Coronel fue coronado como nuevo el campeón.
La Prensa deportiva pronosticaba un largo
reinado.
Pasaban los días, los meses largos y pese
a que había desafíos formales, Marcos –no obstante no abandonar el gimnasio-
había limitado su fuente de ingresos a la publicidad. Pasado el año y medio, el
Campeón anuncia su retiro y con ello la
vacancia del título.
En la conferencia de prensa que anuncia
el retiro del púgil, estaba a la derecha del Campeón su médico personal y a la
izquierda, su preparador físico. Su representante estaba ausente.
Luego de su retiro, pero no por mucho
tiempo, las presentaciones del Campeón en distintos eventos y programas
televisivos lo proveían de algún dinero.
Poco a poco la figura fue desapareciendo
de la escena y con ello el olvido cubrió su imagen.
Sus hijos, muy buenos alumnos, poco a
poco fueron egresando de la Universidad. El mayor como Médico, el segundo como
Abogado y la tercera como profesora de letras aunque su trabajo en realidad fue
el de escritora lugar en donde supo encontrar un particular reconocimiento.
Con los años, el apellido Coronel fue
relacionado con la Cirugía y especialmente con los trasplantes de órganos.
También se lo vinculó con la magistratura y porque no decirlo, con las letras.
Así, solo en investigaciones biográficas
aparecen estos hermanos como hijos de aquel gran campeón, y para los
periodistas deportivos, Coronel fue un boxeador extraordinario y padre ejemplar
que supo formar una familia con gran
reputación.
Pasaron los años y Juana, de avanzada
edad, fallece y con ella se sepulta el secreto mejor guardado: aquella
conversación que mantuvo con el Dr. Acevedo, médico personal del boxeador.
-----------------------------------
Diciembre 29/ MMX
No hay comentarios:
Publicar un comentario